Capítulo 27 : Walter.

915 41 0
                                    

Los días habían transcurrido con mucha paz y tranquilidad entre nosotros y había cero problemas, aunque, por un lado todos estábamos más que tristes ya que Renato no siguió con nosotros en la gira.

Estábamos ingresando al hotel de Argentina con el nuevo manager de mis amigos, Kevin. Él parece ser un buen tipo y por lo que sé, los chicos le conocian.

Luego de un día agitado y de un viaje tremendo decidí quedarme en la noche a dormir o relajarme en mi habitación o por el hotel, no estoy acostumbrada a viajar más de dos veces en una semana y eso me causa muchísimo estrés. A diferencia mia, los chicos prefirieron salir a una disco lujosa a la que van siempre que están en la ciudad de Buenos Aires.

Estaba en mi habitación, cansada y aburrida y por suerte un canal bastante en la onda transmite un maratón de Harry Potter que me deja entretenida por una hora, hasta que mi panza comienza a sonar y eso alertaba que ya tenía hambre.

Bajé las escaleras y vi en un reloj que marcaban las dos de la madrugada. Ya había cenado y lo hice con la compañia agradable de la señora Daysi, que me contó anécdotas divertidas de los chicos, de su nieto Thiago, de sus hijos y me mostró algunas fotos de Erick donde salía extremadamente tierno y adorable.

Llegué al comedor del hotel y la cocina ya estaba cerrada, lo cual significaba que debía salir a comprar alguna golosina o sino mi estómago explotaría como una bomba.

Abrí la puerta del hotel y me despedí del recepcionista de noche y salí en busca de algún local.

La noche era oscura, pero había luces por todas partes y la gente camimaba vestida de fiesta, seguramente todos saldrían a bailar como los chicos o algo por el estilo.

Logré salir sin que las cinco o seís CNCOwners de la entrada me identifiquen y me condujo hasta un puesto de golosinas. Comienzo a verlas todas y me doy cuenta de que no conozco casi ninguna, ¡oh!, dije, ¿algunas? Pues, no conozco ninguna y por eso me atreví a comprar de todo un poco.

-Son cientocincuenta pesos, señorita.- Me informó el hombre del otro lado del mostrador.

Para mi suerte, cuando me enteré que estaríamos algunos días extras en Argentina quise intercambiar dinero y ahora tengo la plata solicitada que me piden los argentinos.

-Aquí tiene.- le extiendo el dinero en el mostrador y este lo cuenta animado y luego me mira curioso.

-Usted, ¿de dónde es?- Preguntó, dandome por sorpresa. Su mirada me daba un poco de miedo.

-Vivo en Miami, señor.- Respondí.

-¿Y tus padres?-Preguntó, curioso, ahora su mirada era preocupante. -¿Tus padres también son de allá?

-No, señor.- Negué, tenia curiosidad de por qué tanta intriga sobre mi. -Mi madre era toda una flor bella de Colombia.- Sonreí, recordando el cabello castaños rizado de mi madre, que caía por sus hombros. Mi madre era una mujer preciosa. Tenía unos ojoa celestes que resaltaban con su piel morena.

-Y tu padre es de aquí, ¿cierto?- Preguntó, curioso, queriendo que le de un sí como respuesta.

-Así es, señor.- Respondí, sorprendida. -¿Usted conoce a mi padre?

-¿Tu padre? ¿Si lo conozco?- Preguntó, soltando una risita. -Éramos los mejores socios y los mejores amigos, yo lo ayude a ingresar a la disquera y ahora trabaja con los más grandes artistas.

Papá jamás me contó de un socio y de un mejor amigo.

-Vos no te acordás porque eras chiquita, pero yo siempre te iba a visitar a tu casa y hablaba con tu papá, mientras tu mamá tomaba mates con mi mujer.

-¿Iba a Miami?- Pregunté.

-No, vos vivías en Argentina.- Respondió.

-¿Cuántos años tenía yo, señor?- Pregunté.

-Eras muy muy muy chica, tenías unos dos años. Yo te conocí cuando naciste y ahora mirate, toda una señorita.- El hombre sonreía orgulloso. -Abbie, sos igual a tu mamá, tenés su mirada intensa.

Claramente este señor me conoce.

-¿Y yo nací en Argentina?- Mi pregunta lo tomó por sorpresa.

-Veo que hay cosas que no sabés, y yo no puedo contartelas.

-¿Qué cosas?- Pregunté.

-Mañana a la mañana puedes venir al negocio y podemos charlar, te contaré algunas cosas de tu infancia, si quieres.- Propuso, ignorando mi pregunta.

-Está bien.- Dije, volviendo a incorporarme. -¿Cómo dijo que se llamaba, señor?- Pregunté.

-Walter, mi nombre es Walter.

No Me Sueltes. -CNCO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora