Capítulo 38 : La verdad.

871 42 3
                                    

Habían transcurrido un par de días luego del cumpleaños de Erick y ya estábamos viajando hacía Italia, donde mi padre estaba haciendo promo con su cantante.

Hablé con él por celular antes de irme de Cuba a Italia, para avisarle que tenía que hablar con él sobre muchas cosas, pero que no se preocupara.

-¿Es aquí?- Preguntó, Chris, dejando el auto estacionado en una gran masión.

-Sí, así es la dirección que me pasó mi padre.- Dije.

-No puedo creer que no sepás de esta casa, es tuya, al fin y al cabo.- Dijo, Chris.

-Sí, pero ya tendré tiempo de charlar sobre eso con mi padre.- Dije, tomando mi bolso.

-Te amo y ten cuidado, avísame cuando vengo a recogerte.- Dijo, dándome un beso en los labios.

Bajé del coche y toqué timbre en la casa. Alguién me respondió.

-¿Chie è? Dì il tuo nome e cognome per favore.

-Es mi hija, Federico, hablá Español.- escuché la voz de mi padre del parlante que me hablaba.

-Puede pasar, señorita.- Respondió la voz masculina que me había hablado del otro lado.

-Gracias.

El portón se abrió y me permitió paso. Me despedí de Chris y él arrancó el auto y se perdió en la carretera.

Caminé por el jardín delantero y alguién me abrió una gran puerta de cristal, dándome la bienvenida con una resplandante sonrisa.

-Buenos días, señorita Abbie, yo soy Federico.- Se presentó. -Su padre la espera en su despacho, dejeme conducirla hasta allá.

-Gracias.

Subimos una gran escalera y golpeó una gran puerta.

-Federico, puedes irte.- Dijo mi padre sonríente. -Mi linda niña, ¿cómo estás?

-Bien, papá, ¿y tú?

-Con mucho trabajo.- respondió. -Ven, pasa.- Dijo, dejándome pasar a su despacho.

Me senté en una silla en frente de su escritorio y él hizo lo mismo, pero del otro lado.

-¿Te quedas a cenar?- Preguntó.

-Sí, está bien.- Respondí. Los chicos hoy irían a ver a Riki (con algunas quejas de Erick, por supuesto.) Por eso yo pasaría tiempo con papá.

-¿Y cómo la pasaste con los chicos de Renato?- Preguntó.

-Eh, estoy muy bien con ellos y me divierto mucho.- Respondí.

-¿Y Renato? ¿Cómo está el?

Abbie, es hora.

-Papá, él nos dejó en Chile y me permitió seguir con los chicos.

-¿Qué dices?- Preguntó, acomodando unos papeles.

-Bueno, como sabes, los chicos comenzaron su gira y el contrato de Renato terminó y por eso, cuando estuvimos en Chile ese fue el último lugar en donde lo vimos.

-¿Por qué nadie me dijo que estabas sola con esos chicos?- Preguntó, un poco molesto.

-No estábamos los seís solos, tan solo cambiaron de manager y además vamos con muchos adultos y dejame acordarte que no son niños.

-Pero puede ser peligroso.- Dijo, dejando a los papeles a un costado.

-Perdón por mentir, pero no quería que me obligues a alejarme de los chicos, les tomé mucho cariño, ¿sabes?

-Si tú estás bien con ellos, te dejaré, linda.- Papá estaba demasiado comprensivo.

Alguién tocó la puerta del despacho de mi padre y él fue a abrir.

-Señor, el té está en el jardín.- le informó un hombre a mi padre y él me pidió que vayamos a merendar al jardín.

***

Mi hora había llegado. Estábamos cenando y papá ya me preguntó el motivo de mi visita.

-Papá, tengo que decirte la verdad, ya no puedo seguir mintiendo.- Dije, para comenzar.

-Te escucho.- Asintió.

-Papá, los Montaner...- Su rostro se volvió pálido y estaba tenso. -Ellos me conocen de niña y te conocen a ti y a mi madre, tú les dijiste que nos habíamos mudado a España y no sabrías en cuánto tiempo volveríamos a Miami.

-Abbie, yo...

-Hay más.- lo interrumpí. -Cuando fuimos a Buenos Aires, un hombre, un hombre que dice conocerte, llamado Walter,- Al pronunciar aquel nombre bebió un vaso de agua. Creo que se lo está tomando muy mal. -él me dijo que fue un gran socio tuyo y hasta un muy buen amigo, que te ayudo a ser manager de sony y hasta estuvo presente en mi nacimiento, que por cierto, fue en Argentina. Papá yo jamás nací en Miami, yo nací en Argentina, ¿te das cuenta de qué no tengo nada de ídentidad?

-Abbie, quiero mostrarte algo.- Dijo, parándose de la mesa.

Fuimos caminando por el comedor hasta tropezar nuevamente con las escaleras.

Papá abrió una puerta, que estaba bien al fondo del pasillo que cuando pasé por aquí para ir al despacho no la había visto.

Papá sacó una llave de su saco, la sopló y con aquel material abrió la puerta. Crujió tanto que me hizo acordar al sonido de la cama de cuando Chris y yo tuvimos relaciones. Pero, ¡Abbie! ¿Puedes concentrarte?

Mis pensamientos me estaban consumiendo. Papá entró al cuarto y prendió la luz.

Había cajas y muebles. Todo parecía viejo, pero estaba más que bien cuidado.

-¿Qué es esto?- Pregunté.

-Son las cosas de tu madre y fotos de cuando eras niña, mi amor.

No Me Sueltes. -CNCO. Where stories live. Discover now