Capítulo 35 : Papá.

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Narra Erick

Estaba cansada de tanto bailar. Christopher no me dejaba en paz y tuve que bailar con él todas las canciones, ojo, no estoy diciendo que no me gustó.

Erick estaba felíz. De vez en cuando venía y hablábamos sobre ciertas cosas y me contaba que se estaba besando con Joel.

Estaba mirando toda la escena, cuando una fuerza bruta golpea mi espalda y es nada más y nada menos que Clara, mi amiga.

-¡Abbie!- Gritó, felíz y emocionada.

-Clara, viniste.- Había transcurrido el tiempo y creí que no venía más.

-Por supuesto, ¿cómo estás, amigui?- Preguntó.

-Increíble, esta fiesta está de lujo.- Respondí.

-Me alegro que estés bien, te extrañe muchísimo, bonita.- Dijo, agarrando dulcemente mi mejilla. -¿Dónde está Richard?

-Lo ví hablando con los chicos, pero no sé dónde está ahora.- Respondí.

-Lo iré a buscar, ya vuelvo.- Me sonrió y se fue.

La noche fue todo un éxito y eso se veía reflejado en la alegría de Erick y la mirada orgullosa de Daysi.

Estaba con una sonrisa inmensa, hasta que ví algo que me erizó cada espacio de mi piel.

Estaba mirando la entrada y ví como llegaban los hermanos Mau, Ricky y Evaluna con Camilo y Sofía.

Los saludé y se fueron muy alegremente a felicitar a mi amigo de ojitos lindos y desaparecieron por el camino hasta la pista de baile donde estaba el loco.

Comencé a sentir frío y algo extraño me recorría el cuerpo. Me estaba sintiendo un poco mal y no hablo físicamente, algo me preocupaba y no sabía el qué.

Quería ir con Christopher y refugiarme en sus brazos, pero no lo veía por ningún lado. Tampoco quería moverme de dónde estaba, pero me sentía en peligro.

El viento nocturno de la playa comenzó a sonar en mis oídos y movía mi cabello suelto.

Miré a la entrada de la playa y una figura conocida venía caminando hasta la fiesta. No llegaba a ver quién era, pero sentía que lo conocía.

Mis pies se clavaron en la arena, no literalmemte, pero no podía moverlos por más que quisiera. Mi cuerpo me estaba advirtiendo algo y no entendía.

La figura comenzó a moverse y venía hacía mí. Justo a mí. Su rostro se iluminó por las luces que decoraban el lugar y pude ver de quién se trataba.

-Papá.

-Abbie, vamonos a casa, ahora.- Dijo él, sin preámbulos.

-No, ¿por qué?- Pregunté.

-Me has engañado todo este tiempo, niña, yo no te eduqué así.- Dijo, tomándome fuerte de la mano. -No me contaste que Renato ya no está contigo, no me contaste que conociste a los Montaner, no me contaste que conociste a Walter, eres una malcriada.- Ya estaba saliendo de la playa y me estaba preocupando y mucho.

-Papá, tú me has mentido.- Estábamos en frente del coche, él abrió la puerta del copiloto para que subiera, pero me negaba a dejar a Chris y a los chicos.

-¡Sube al auto!- Gritó, empujándome al asiento. Caí violentamente. Este señor no es papá, o ¿Se le cayó la mascara?

Me comenzó a doler la cabeza y no veía claramente.

Mi padre se subió al auto y los dos nos fuimos por la carretera dejándo a la playa, a los chicos y a Chris a un lado...

No Me Sueltes. -CNCO. Where stories live. Discover now