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—¡Vete de aquí animal! —Grito enojada apenas abro la puerta.

—No hasta que me escuches, Amara.

—Amaranta para ti, animal.

Yo solo quiero mi camita y descansar, ¿nadie lo entiende?

—No es lo que piensas muñeca, viste mal.

—Estoy casi ciega, no estúpida. ¡Te la estabas cogiendo en mi cara!

Severo show estoy haciendo en este momento, los vecinos chismosos estarán felices con sus orejas en la puerta y mirando por la mirilla.

—Ella me estaba cogiendo. —Se defiende.

—¡Tu le cogias el trasero y la movías, imbecil!

No llores boba, no le des el gusto, luego le haces vudú.

¿Qué estoy pensando? Ni siquiera se hacer eso.

—Ponme atención.

—No me interesa escucharte, lárgate.

Intento cerrar la puerta y él empieza a empujar, claro él tiene más fuerza que yo.

—¡Largo!

—¡No me iré, no puedes terminarme!

Uh, se enojó y me ha gritado, ¿quién se cree para gritarme?

—¡No me grites, animal!

Creo que ahora se llama animal, pero sería un insulto. Los animales son lindos y buenos, algunos, él no.

—¡No me digas animal!

—¡No me grites, bestia!

Lo empujo molesta ya que empezó a entrar a mi casa.

—¡Cállense que no me dejan dormir!

Grita una voz desconocida. Volteamos ambos. Ashton está terminando de bajar las escaleras y luce molesto.

—Disculpa. —Habla el animal. —Si ves amor, vamos adentro.

—Amor la vieja de la esquina, animal. —Me suelto de su agarre a mi brazo. —Largo. —Digo lentamente a ver si lo capta.

—Hola Amaranta.

—Hola Ashton.

—¿Se conocen?

—Que te valga, largo carajo.

Me estoy desesperando. Solo quiero mi cama.

Miro a Ashton quien mira con el ceño fruncido, hago un puchero en su dirección pidiendo ayuda, ojalá lo capte.

—Creo que deberías irte.

—Creo que deberías meterte en tus asuntos. —Se acerca a Ashton en, según él, forma amenazadora.

—Creo que quiero mi cama. —Musito.

Ashton coge al animal de mi ex y lo tira dentro del ascensor, esa delicadeza no se la compro. Presiona los botones mientras el otro intenta salir de su shock y pronto veo cómo los números del ascensor descienden.

Ojalá no suba de nuevo.

—Gracias, ¿quieres pasar? —Pregunto.

Por favor di que no.

Por favor di que no.

Poe favor di que no.

Quiero mi camita, di que no.

—De nada y no, volveré a dormir. —Responde y moviendo su mano se despide.

Me agrada, dijo que no.

El chico del ascensor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora