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Solo quiero dormir mil años pero Ashton decidió venir porque tiene una gran noticia.

Más le vale sea grande.

—Tengo una entrevista de trabajo para dar clases en un colegio. —Cuenta en tono emocionado.

—Uh, ¿ya no tienes un trabajo?

—Si pero ahora por fin podría ser profesor y me pagarían más y sería más emocionante. —Continua, luce demasiado emocionado.

—Felicidades Ash, se que conseguirás el trabajo.

—Eso espero, estoy nervioso.

—Todo saldrá bien, solo no olvides respirar. —Digo.

Tal vez fue una estupidez lo último que dije pero no sé muy bien que decirle para calmar sus nervios.

—No olvidaré respirar boba.

—Puede suceder, a veces me pasa que me doy cuenta de mi respiración y como que se me olvida hacerlo. —Cuento provocando que se ría.

No sé si soy la única a la que le pasa eso, darse cuenta de una acción involuntaria del cuerpo y suspenderla por un tiempo, me pasa con el respirar y con parpadear. Claro no es definitivo.

—Eres un toque rara.

—Calla, eso hace tu vida más interesante.

—O tu la haces interesante.

—A eso me refería. —Muevo mi cabello de forma egocéntrica y ambos reímos. —Con lo del trabajo, te irá bien en la entrevista, solo relájate y sé tu pero de forma más profesional.

—¿Eso se puede?

—No sé, solo se más decente, párate derecho, responde con palabras más sofisticadas o algo así.

—Mi profesor de música era un hippie que decía groserías. —Cuenta en tono pensativo.

—Yo no tuve profesor de música. —Hago un puchero y él coge el labio que sobre sale tirándolo más abajo.

—Eso explica tus gustos tan malos para la música. —Burla y suelta mi labio a la vez que me saca la lengua.

—¡Eso no tiene nada que ver!

—Si, si, si, como digas. Pidamos pizza.

El chico del ascensor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora