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—Los chicos son unos idiotas de la Patagonia. —Suelto molesta apenas Ashton abre la puerta.

Sorpresa, otros dos chicos estaban ahí y al escuchar mi tono molesto voltearon a mirarme confundidos.

—¿Qué sucedió? —Pregunta Ashton cerrando la puerta.

—Ese animal solo quería acostarse conmigo, ¡Intentó sobrepasarse en el carro aún cuando le dije que no quería! —Exclamo en tono enojado. —O sea chico no tengo ganas de sexo ahora, entiéndelo idiota.

Enojada me tiro en el asiento individual sintiendo la mirada de los dos desconocidos sobre mi.

—Woah, detente un momento, ¿Cómo que intentó sobrepasarse en el auto? —Pregunta en tono serio apoyándose en el respaldo del asiento.

—Si pero su cara saludó al volante y su nariz botó sangre. —Respondo y me encojo de hombros. —Soy Amaranta. —Digo ahora en dirección a los desconocidos.

Miro a los chicos, supongo ellos son los amigos de Ashton con los que íbamos a pasar año nuevo.

—Juanes.

—Alonso.

Que nombres de viejos tienen estos dos, lindos nombres pero me imagino a alguien grande con esos nombres.

—Y bueno, me voy por comida China. —Informo más calmada y me levanto del asiento. —¿Quieren venir? —Pregunto educadamente, ellos asienten.



Comida china y una galleta de la fortuna con una fortuna rara: "Puedes verlo y aún no comprenderlo." Pues lo que no comprendo es el mensaje, ¿A quien se supone que puedo ver y no comprenderlo?

Igual estuvo mejor que la de Ashton que fue un número el cual al marcar nos respondió una voz en un idioma raro, creo que era árabe, no entiendo por qué.

Ahora subimos por las escaleras mientras le cuento de mi horrible cita, la verdad iba bastante bien si omitimos algunas partes, como que intentaba tocarme o darme algún beso y yo solo lo esquivaba y ponía incómoda, ya lo del carro si me puso de mal genio.

—Tengo mala suerte con los chicos. —Concluyo ya en la puerta de mi departamento.

—Conmigo has tenido suerte. —Señala y sonríe.

—Buen punto. —Asiento e igual sonrío. —Descansa Ash, sueña bonito pero nada sucio. —Doy un beso en su mejilla mientras escucho una risa de su parte.

—Descansa linda.

El chico del ascensor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora