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Amo mi trabajo pero termino tan cansada, bueno, amo uno de mis trabajos, el otro me estresa un poco pero tiene sus cosas buenas.

Este cliente no se decide sobre que es lo que quiere, estoy que me voy y lo dejo tirado pero eso sería grosero y me despedirían, no quiero eso.

Otra talla, otra camisa, otro jean, otro color. ¡Dios! Y dicen que las chicas son las indecisas a la hora de comprar.

—Esa está perfecta para ti. —Opino, de nuevo, sonriendo falsamente. —Se puede ver bien tu cuerpo y el color resalta tus ojos. —Nada de eso es cierto pero el chico es tan creído que le puedo poner una bolsa de basura y decirle que es el hombre más hermoso del mundo y se la llevaría.

—¿En serio muñeca? —Pregunta con su sonrisa arrogante. —¿Saldrías conmigo si la utilizo?

—No pero quizás otras si.  —Respondo sin borrar mi sonrisa, me duelen las mejillas.  —Ve a pagar.

 Me mira ofendido y se va a la caja.

Otro cliente, este luce agradable, aunque solo está de espaldas.

—Bienvenido a All Fashion. —Repito sonriendo aunque aún no me mira. El nombre de este lugar es bobo. —¿Puedo ayudarte en algo?

—Amaranta. —Saluda. Es definitivo, lo encontraré hasta en la sopa.

—Ashton, ¿me estás siguiendo? —Pregunto alzando mis cejas, no puedo alzar una. Que triste mi vida.

—Ya quisieras. —Rueda los ojos divertidos y por fin en todo el día sonrío de verdad. —Busco un regalo para mi hermano mayor.

Asiento y le pido la talla para guiarlo al lugar.

—Oye, nunca te pregunte, ¿era embarazo o boda? —Pregunta. Frunzo el ceño intentando recordar a que se refiere.

—Embarazo de la amante de mi padre. —Respondo al recordar dejándolo así en shock.

Ese día fue un gran alboroto, principalmente porque no sabíamos que mi padre engañaba a mi madre, obviamente. 

El chico del ascensor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora