Capítulo 14

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Fue recién un domingo que la lluvia decidió parar. Cientos de familias habían resultado afectadas, y los daños en los vehículos, podían ser remediados si tenías un buen seguro. Mientras tanto, los intendentes y gobernadores se aprovechaban de la situación con falsas promesas.

El presidente ausente.

El único problema que tenía el departamento eran unas simples manchas de humedad. El servicio de electricidad había sido interrumpido.

—Eso te pasa por confiarte del aire acondicionado—le revoleo una frazada a Ricardo. Alzo su barbilla, y se cruzó de brazos—. ¿Algo que quieras decir a tu favor?

—Y lo peor...—agarro su celular y lo movió desesperadamente—, no hay una maldita línea de señal, o sea mi internet amigo.

Nick estuvo a punto de poner los ojos en blanco. Desde que volvió de la casa de sus padres, parecía extraño. Su comportamiento estaba en el límite de ser soportado por Nicolás.

—Te digo por experiencia que te sentirás mejor.

—Como cavernícola me voy a sentir. Además deberías fijarte en tu Facebook, he leído algo que te sorprenderás—jugo con sus cejas.

...

Al día siguiente en la universidad un pequeño grupo se había propuesto a ayudar a los afectados, y buscaban más personas para el proyecto.

—¿Clase suspendida? —pregunto María.

Vio cómo su amigo se sentaba en uno de los escalones. La chica llevaba una abrigada campera de color rojo y unos guantes. En sus rodillas reposaba un libro.

—Al parecer al viejo se le quedo tirado el coche—la joven hizo un ruido con la boca y siguió observando sus zapatillas—. Gracias por apoyarme en Facebook, y también por declararte culpable por dejar libres las ratas.

—No hay de que, me sentí más liberada. Hice lo correcto.

Nick removió en su mochila hasta encontrar el regalo que tenía, se lo dejo encima del libro. Era una pequeña caja. Ella la agito suavemente y la guardo.

—¿Hablaste con Cristian? Perdón pero no se me todo el chisme completo.

Si bien el chico seguía sin utilizar el celular, se enteró de algunas cosas. Por ejemplo: el pedido de disculpas de su amiga con Mariana, apareciendo en su casa en plena noche. Las próximas elecciones en la universidad, y la renuncia de una profesora por estrés.

—Me pidió que nos diéramos un tiempo, ya sabes, no cualquier novia le agarra un ataque de celos y deja ratas en la casa de tu mejor amiga—sonrió a medias y giro su vista a Nick—. ¿Te paso?

El negó.

—¡Los estuve buscando en todo el maldito tiempo!—grito Ricardo, golpeo la cabeza de su compañero y se sentó—. ¡Avísenme que a Cristian no hay que dirigirle la palabra!

Un pequeño sonido hizo sobresaltar a Hernández. María miro la pantalla y luego la giro para que él lo mirara.


CristianG_Soto ha twitteado lo siguiente:

Es agradable pasar tiempo ayudando a nuestros vecinos.


—Comentario político—opino Ricardo, mordiendo una banana, mastico y la guardo en un recipiente—. Por lo que he evaluado en sus actitudes, él trata de ayudar y simpatizarle a todo el mundo, busca la aprobación de sus padres y ellos gustosamente se la dan. No me sorprendería si se postula para un cargo en la universidad.

—Aja Ricky.

—Perdón yo no me creí su promesa de que tendrían una relación sólida y que nada y nadie podría alejarlos.

...

Hoy la pizzería estaba cerrada hasta poder arreglar la calefacción. Los cuatro empleados paleaban sacando el barro de la vereda del local. El robusto tomo un breve descanso, él había empezado desde temprano, hacia frio pero el loco llevaba puesto una remera con una bermuda negra.

—¡Flaquito!—llamo la atención del más joven, este lo miro y camino hacia el con la pala en su mano—. Tráeme un vaso de agua.

—Hacelo vos—ataco.

—Bien, bien. Prefieres hacer el esfuerzo de sacar más barro, que traerme un vaso—lo termino de convenciendo y dejo tirada la herramienta—. ¡Esta generación está perdida!

—Yo me canse, soy un cocinero, no una máquina.

Con la cabeza agachada seguía haciendo lo suyo Nick. Escuchaba lo que decían sin meterse en la conversación, no se encontraba de buen humor para coparse a la idea.

—Ni un puto aumento tenemos—siguió Darío.

En el fondo de su mente, el chico de veintitrés años, sabía lo que podía ocurrir pero aun así no correría el riesgo de ser despedido por una tontería, mucho menos como se encontraba la situación en el país.

Caminando tranquilamente apareció Santiago con dos vasos de agua. El hombre grandote lo tomo con sus manos y Darío el otro, recibiendo una mala cara del joven, que ignoro de todas formas.

—Juro que hoy, hablare con el jefe. Si dice que no hay bonus...—puso una mirada fruncida, notando sus treinta pirulos—. Por algo me dicen "La Bestia".

—¡Sí! —brindo el cocinero.

—Y tú—señalo a Santiago, el adolescente se asustó por ver lo que se venía—, nos acompañaras.

—Mi papa no me deja hasta tan tarde—se excusó.

Indirecta Recibida (PAUSADA)Where stories live. Discover now