Capítulo 30

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En la mochila colocaba algunas prendas, su documentación y elementos random que considero importantes. Se alojaría en un hotel por esta noche, luego solucionaría como siempre los problemas con su viejo y... retomar lo que el más ansiaba. Ser el mejor abogado de la Argentina, futuro Dr. Jorge Hernández. Si el sueño de su padre, no de él.

El hocico hizo un recorrido particular, comenzó desde la entrada de la habitación paso por los zapatos de Nick y ascendió hasta el cubrecama, allí apoyo su cabeza y observo atento al joven.

—Así que tampoco quieres estar allá ¡eh!

El perro continúo con lo suyo, esta vez ya acostado en la cama.

En otra ocasión le hubiese dicho que arriba no podía estar, pero condenarlo a ir hacia su padre no es justo. Termino de cerrar el cajón y regreso los ojos a Flacus, se halla dormido y babeando un poco, de forma cuidadosa acaricio su cabeza.

Con su mochila en su espalda y con la actitud al modo Maradona, salió con orgullo de la habitación. Ya en el comedor encontró a Jorge besar ruidosamente a su novia.

¡Iugh!

—Me voy a la casa de Ricardo por esta noche—mintió.

Al separase, el típico hilo de saliva pudo presenciar Nick y para cualquiera esa situación es una asquerosidad absoluta. Poly observo al joven esperando la hora de que él se marchara y volver con lo suyo en un lugar más cómodo. Termino enredando el brazo izquierdo con Jorge. A simple vista ella parecía ser unos cuantos años menor que él, pero es lo contrario. Paola tiene cincuenta y ocho años, recientemente divorciada del ex socio de Jorge y con claras intenciones de soñar con un casamiento tan fabuloso como el de Lady Di.

—¿Llevas tus libros y anotaciones?

—¡Por supuesto! No me perdería por nada las clases de la universidad, sería una pesadilla.

El padre amplio una sonrisa sin notar la ironía que lanzo Nicolás.

—Ese es mi campeón.

...

En el barrio en donde se crio es imposible pedir un Uber por dos simples razones; hay una remisería a dos cuadras que le tienen jurado atacar a cualquier coche que parezca llevar cliente, y porque hacerlo automáticamente desataría convertirte en un enemigo de la remisería "San Antonio".

Según Cata el mejor lugar para hablar es en la pizzería de Soto, reservo una mesa el cual tiene vista directa a la autopista. Teisen consiguió el lugar sin problemas, además la señorita Hernández siempre lo trata con amabilidad y ha ofrecido sus contactos para solucionar algunos asuntos.

—Hola hermanito—se incorporó y lo abrazo, volvió a sentarse con un alivio enorme—. Pensé que no ibas a poder venir.

—Pero acá estoy—acomodo la mochila en la silla y saco un sobre sellado—. Sigue entregando cartas la vieja reina. ¿Ya pediste algo?

Asintió varias veces. Por primera vez eligió el especial de la noche, pizza mexicana. Nunca la había probado, pero cuando la googleo apareció en la lista de las mejores pizzas del mundo. Ahora volviendo a ellos, cuando uno de los Hernández esconde algo aunque sea lo más mínimo, suelen quedarse en silencio y mover la pierna derecha por nerviosismo, esta vez Cata lo hacía.

Una de las compañeras de Nick coloco tres copas y platos, además de una tabla de madera con la pizza encima recién sacada del gran horno. Se fue por un rato para luego regresar con una botella de vino tinto y una Coca. Con la misma oración que están obligados a decir se despidió.

—¿De qué vamos a hablar?

—Papá.

—Gracias por ser tan específica, Cata.

Saco el corcho y volteo el líquido en los vasos. Arrugo el entrecejo al darse cuenta que sobraba vasija, por lo que él tiene entendido son dos ¿no?

Sus ojos volvieron a repasar el panorama. El local está lleno, ninguna mesa se encuentra disponible, al parecer usar nuevas técnicas para atraer clientes funcionan de maravillas.

—Jorge tiene problemas—inicio—, estafas, deudas con casas prestamistas, lo señalan de ser cómplice de los robos ocurridos hace dos semanas atrás... además de amenazas telefónicas.

—Ya es grande y no te puede obligar a representarlo.

—Lo se Nicolás, pero también pienso en nosotros, somos el blanco en donde van apuntar. Son tipos de los pesados y quizás ya tengan planes de como destrozarnos.

—No tengo la mínima intensión de defenderme—soltó una risita—. Lleno de infelicidad, hermanita.

—Voy a ayudarlo y quiero que me escuches perfectamente, porque serás un discípulo.

—Quiero el papel de Judas.



Nota: Recuerden siempre de lavarse las manos, muchachxs, ahre.

Escribiendo en cuarentena, dia 6.  

Indirecta Recibida (PAUSADA)Where stories live. Discover now