Capítulo 32

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Por lo menos recupero lo que invirtió por una habitación poronga, además para mantenerlo callado le pasaron quinientos pesos arriba del sobre.

¡Ofertón!

Nick retiro sus pertenencias con temor de que entre la ropa llevara algunas amiguitas. Siete hombres salieron de la misma puerta, apenas dieron con el estudiante de abogacía se apresuraron para desaparecer. Bueno la fachada es ideal para ocultar excelentes secretos, no hay cámaras y tampoco presencia de inspectores de salubridad hace años.

Retuvo el aire y lo soltó cuando estuvo al aire libre, el Fiat 147 espera con la marcha encendida. Abrió y se sentó en el lado del copiloto, Ricardo lo roció rápidamente con el aerosol desinfectante y por último en las palmas de sus manos alcohol en gel.

Nivel de paranoia desbloqueada.

Ni siquiera parece sentir vergüenza por ampliar el atuendo con el uso de barbijo y guantes descartables.

—No me mires, uno nunca sabe que virus lleva y cual deja—dio vueltas la manija y logro bajar el vidrio—. ¿Vamos a la uni o queres ir al departamento a dejar eso?

—La segunda—declaro—, pero ahora dirígete a la universidad y luego yo me hago cargo del auto.

El de raíces asiáticas no le pareció agradable la idea. Esta es la chatarra de la familia, fue el primero móvil que se compró Niuniu con ahorros siendo ayudante de albañil y a la vez vendiendo pirotecnia ilegal. Por razones del alma, le dolió prestárselo a su hijo.

Martins bajo e ingreso al edificio teniendo que ocultar su ansiedad.

...

Jorge llamo alrededor de veinte veces y por la mente de Nicolás nunca ocurrió regresarlas, como así tampoco los tantos mensajes de WhatsApp. Acababa de imprimir el renovado curriculum vitae y ahora está concentrado en ser optimista yendo al súper chino. Estaciono el Fiat en el estacionamiento del local e ingreso. Como es mediodía hay más cantidad de personas comprando.

Los primos de Ricardo trabajan sin dar respiro, Nick reconoció con el que frecuentaba hablar cuando lo invitaban a los cumpleaños y aniversarios. Con tranquilidad llamo su atención y chocaron puños cuando estuvieron a un metro.

—¿Qué haces por acá? El Ricky te tiene como empleado ¿no?

—Ja ja ja—rio—. No, solo viene a ofrecer mis servicios—sacudió la hoja.

—Si tus servicios incluyen saber algo de cortes de carne vas a quedar. El tío esta es su oficina.

Asintió y cambio de dirección, siempre mantuvo una buena relación con el señor Niuniu, cuando Jorge no asistía a las reuniones de padres adivinen quien iba, correcto el viejo de Ricardo. Así que ambos tienen cierta confianza. Toco la puerta para que en unos segundos le indicara pasar, escondido en las piladas de papeles reposa el jefe, desvía la mirada al notar que es el mejor amigo de su hijo.

—¿Qué tal, hijo?—comienza—. ¿Necesitas alimentos o algo? Podes sacar lo que quieras, aun no estoy informado sobre cómo está todo con Ricardo.

—Si hemos hablado, estamos bien—expreso con las manos al aire—. Vine por otra cosa, por trabajo.

La hoja se deslizo por la mesa hasta llegar cerca del borde del escritorio, este coloco su mejor postura profesional y fue leyendo. Aunque ya tiene una decisión tomada sabe que a Nicolás no le gusta nada regalado. El curriculum es implacable, y es más, tiene planeado que sea presentado como ejemplo para sus sobrinos.

—Excelente manejo del inglés—leyó—. Creo que nos serviría si llegamos a expandir nuestra sucursal, tengo en mente que este cerca del aeropuerto ya que a los turistas les va a atraer nuestros colores y también los descuentos. ¿Sabes de cortes de carne?

—Obviously.

—Contratado, a partir de hoy tu horario es de diez hasta las cinco de las tarde. ¿Es cómodo o queres planificar tu horario depende la uni?—pregunto.

Negó. Necesita abandonarla cuanto antes, pero Jorge... le haría la vida imposible, cree que hasta puede conseguirle que estudie en línea. Es notable que se le altera un toque su respiración, seca las palmas con el jeans, es casi de terror lo que siente.

—¿Q-que debo hacer?

—Puedes, por hoy, reponer las góndolas vacías y cuando termines ir como cajero—bebió de la taza y le guineo el ojo—. ¿Dudas? Pregúntale directamente a Niki.

Cuando percibió que termino la conversación, decidió retirarse. Volvió a la entrada del local, el único que lo nota es Koku, la saluda con la mano en el aire y continua trapeando, el olor a Fernet invade el espacio. Busca nervioso a Niki, hasta que topa con la melena de rizos colorados. Entre ellos la cosa no termino bien, digamos que hubo cuernos por parte de él.

—Hola, buenas tardes—se presenta—, soy nuevo empleado.

—Ah—dijo en forma desinteresada—. Seguro que vienes a preguntar dónde están los productos—no despejar la vista de la lista es una misión correcta que hace—. Afuera, pasando el estacionamiento vas a encontrar una puerta, la abres y traes cajas de latas de atún primero—indica pasando la llave del depósito—. Suerte.

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