Capítulo 22

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—¡Despertate, tarado!

Ricardo golpeo otra vez mas a su amigo, se encontraba re caliente al límite que dejo las dos maletas de Hernández a lado del sillón.

Cuando este regreso al boliche, busco por todo el lugar a sus amigos, no le quedo a nadie a quien preguntar por sus presencias. Le dolió haber pagado un remis además de aguantar el desorden del departamento. Los jarrones que le había regalado su mamá estaban hechos trizas, sus pantalones colgando en una esquina del televisor. Una imagen viva de un típico borracho.

—No quisiste por las buenas—hablo mientras llevaba un vaso de agua bien fría, se lo fue volcando de a poco—. Por las malas serán.

Nick reacciono tosiendo con desesperación, y termino por sentarse. Se quejó unos segundos antes de observar todo el panorama.

—¿Q-que? —se dio cuenta que su voz estaba más grave de lo habitual, carraspeo y justo sus manos detrás de su nuca—. Como me duele la cabeza.

—Y como no te va a doler, pelotudo, si tomaste hasta la puta madre—ataco el estudiante de psicología.

—Mmm ¿Dónde está María?

—¡Eso me gustaría saber! Como también donde mierda se encuentra mi coche—señalo las maletas—. Hoy te vas de acá y ya no hay vueltas atrás, Nicolás Ignacio Hernández.

—No empeces, fue tu idea llevarme a ese boliche y permitirme beber.

—¡Ya no eres un maldito adolescente! —Grito—. ¿Qué te paso todo este tiempo? Desde que nos conocimos siempre has aprendido a controlarte.

¡Preparen té! Esto tendrá frías verdades.

—¡Ja! Hablas como si me conocieras, te olvidaste de que eras uno de los que me molestaban a diario, y vos especialmente me tirabas tizas ¿lo recuerdas, no?

Por suerte el vecino de abajo no se encontraba para quejarse de nuevo sobre el ruido de pisadas fuertes que producían los jóvenes de arriba. Para Ricardo ese tema estaba en el olvido, si él se detenía y miraba hacia atrás, haría lo que fuera para cambiar el pasado. Se rasco los brazos hasta sentir arderlos, bajo sus ojos y los encontró rojizos. Se dejó caer en el suelo, coloco sus rodillas flexionadas y lloriqueo.

Llevaban más de diez años de amistad con Nick y jamás—de las tantas veces que discutían—, se tornó tan irrespirable y dolorosa. Sus sollozos se oyeron fuertes, al otro lado su amigo también se hallaba destruido, intentando ahogar su llanto.

—¿P-por qué... r-recuerdas el pasado? —indago.

—Y-yo...—su voz salió como un hilo, se estaba asfixiando y no lograba pensar muy bien sus palabras con la resaca—, es que no te duele de la misma forma que a mí. F-fueron tantas las inseguridades que esos boludos y vos me provocaron.

—Pero ya te lo he dicho cientos de veces, ¡ya no soy así!

Una sonrisa sarcástica apareció en Hernández. Se levantó y le extendió la mano a su amigo, este la tomo y se incorporó. Podía esperarse de ambas partes un perdón, pero no sucedió, Nick paso por su lado y llevo las maletas hacia su habitación.

...

El castaño volvió a despertarse, su "siesta" termino por concretarse en cuatro horas. Los golpes en la puerta no se detuvieron en los últimos siete minutos, lanzo una almohada a su dirección con bronca y luego de insultar se atrevió abrir.

—¿Qué queres ahora? —Ricardo dejo escapar de lágrimas, sus parpados estaban hinchados. Cuando noto que iba a cerrar la puerta interpuso su pie en la entrada—. ¡No te comportes como un nene!

—S-se sinceró—sus labios temblaron antes de formular la pregunta—, ¿M-María te trajo acá?

—Creo que sí, pero no recuerdo.

—¿E-ella estaba ebria?

Hubo varios segundos en silencio, hasta que Nick suspiro confirmándole la situación. El chico de facciones asiáticas volvió a llorar.

A pesar que el dolor seguía persistiendo, a Nicolás se le acelero el corazón, sus manos pasaron encima de su cabeza varias veces tal vez con temor de se confirme su intuición.

—F-fue llevada de urgencia al hospital...—trago saliva—, e-está demasiado grave su estado.




¿Adivinen quien actualiza cuando se le encanta el orto? 

Ahre yo.

Sorry, pero estoy estresada.

Indirecta Recibida (PAUSADA)Where stories live. Discover now