Capítulo 24

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En la pequeña cafetería del hospital podíamos hallar dos máquinas expendedoras, un dispenser de agua y una vidriera con algunas variedades de sándwiches y ensaladas. Además de tres mesas cuadradas con dos sillas cada una.

Pidieron un sándwich de milanesa, rápidamente la encargada del lugar abrió la vidriera, pagaron y tomaron asiento. El ambiente era melancólico, los llantos de un señor en la otra mesa rellenaba el silencio.

—Así que Nick volverá a vivir con mi papá—dejo la envoltura a un costado, Ricardo partió por la mitad el sándwich y le entrego la parte más grande a Cata—. Gracias.

—Discutimos bastante pesado... No tenía idea de que María...

Fue un impulso al apoyar su delicada mano sobre la del amigo de su hermano, ambos se observaron en silencio y luego decidieron comer ante los sollozos del hombre.

...

Nick movía su pierna y Mariana mordía sus uñas postizas. Hernández rezaba para que volvieran sus amigos y Esquivel deseaba romper la tensión.

Los pasos apresurados de las enfermeras provocaron el despertar de un hombre, carraspeo y tiro la flema dentro de una maseta, volvió a quedarse dormido apoyando su cabeza en la pared.

—Perdón.

Se sorprendieron al mismo tiempo, bajaron la mirada y como si estuviesen sincronizados balbucearon cosas sin sentido.

—N-no tenes que hacerlo, te lo he dicho siempre.

—Pero debo, Nick. Te metí los cuernos dos veces cuando salíamos, te hice ver como el malo de la historia hablando mal de vos y...

—Y yo te perdone, aunque doliera, Mar. Ahora todo quedo en el pasado y los dos—trato de hallar la palabra correcta—, "maduramos" y entendimos que era lo mejor.

Mariana desvió la mirada nerviosa, le costaba darse cuenta de su ex novio ya había sanado, y ella no sabía que le sucedía, porque aunque conociera a hombres, todos seguían el mismo patrón de Nick. Caía ante un hechizo eterno.

Saco su IPhone y con los dedos temblando toco el icono del pájaro, el inicio se actualizo con miles de tweets. Decidida comenzó a escribir.

Por su cuenta, el menor de los Hernández trato en pensar positivo por su amiga.

—Vas a estar bien—susurro.

...

A la siguiente hora se explicó a los familiares y amigos el estado de María. "Debemos seguir manteniendo la calma" fue la única oración que recalcaron en su discurso. Ya se hacía de noche por lo tanto los individuos fueron yéndose a su casa.

Repitiendo la noche anterior, Ricardo espero sentado sobre la vereda, el señor Niuniu iba a pasarlo a buscar, hablaría con él y luego lo dejaría al departamento. Tanto como Nick y su hermana pidieron un Uber y se arrepintió de no ir con ellos, pero solo le duro tres minutos ya que una chica alta con campera estilo militar, daba pasos hacia el local en frente del hospital. Desde el ventanal la observo ponerse el delantal y colocarse en frente de la caja registradora.

Se incorporó animado y camino, ni siquiera verifico los lados a cruzar, por primera vez agradeció a Dios. Entro, se quedó paralizado como una estatua, los clientes del lugar le dieron una mirada extraña . Ricardo avergonzado saco un número y aguardo.

¿Qué debía comprar? ¿Bizcochitos? ¿Bola de Fraile?

La fila avanzo y su mente estaba hecha un desastre, miles de nombres de facturas se ponían y no le permitían...

—¡Treinta! —grito la empleada.

Cada vez que le acercaba el número, presentía que estaba quedando sin aire.

—Hola—saludo.

—Hola, Ricardo ¿no?—él asintió varias veces—. ¿Qué vas a comprar?

La respuesta que sonó en su cabeza provoco que embozara una sonrisa.

—Esos churros, y treinta pesos en pan de flauta.

Claudia se giró y comenzó a llenar la bolsa. Tomo la bandeja de cartón y con una pinza puso los últimos seis churros que quedaban. Por suerte la panadería recaudaba muy bien, le sirvió de mucho instalarla en aquella zona y mejor en frente del hospital donde siempre aparecían médicos hambrientos a comprar algunas tartas.

—¿Algo más?

—¿Cómo has estado?

—Eh... muy bien, gracias por preguntar. Todo esto es ciento cincuenta.

Tomo la billetera y le entrego la plata. En silencio espero que el papel saliera de la caja registradora, al chocar sus dedos torpemente se alentó a expresarse.

—Espero que todo haya cambiado para bien.



!Uff que dias he tenido!

Entregando un nuevo capítulo un día feriado.

Buenas vibras...

Indirecta Recibida (PAUSADA)Where stories live. Discover now