Capítulo 35

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Iba por un buen camino la cena, las hamburguesas son del estilo monstruosas y es inevitable que con un solo mordisco ya te sientas satisfecho. Ricardo bebe lo último que le queda de jugo, Claudia rechazo el vino le ofreció el muchacho, por lo cual decidieron por algún cítrico con miel.

—¿Las cien preguntas? Creo que nunca jugué a eso y te estoy hablando que soy la gurú sobre juegos—respondió.

—Pero este no lo sabias—rio—. Bien es de la clase formal, no es tan divertido. Nos va a ayudar a conocernos. Te pregunto y contestas, luego vos haces lo mismo y respondo. ¿Comenzamos?

Ella asintió y Ricardo ordeno las tantas cosas que desea saber. Tardo algunos minutos y cuando por fin evaluó por la mejor su celular comenzó a vibrar.

"Ignorar".

—¿Crees que haya vida en otros planetas?

Si esto fuese un reality show, todos harían turnos para darle un zape al ruloso.

—Sí, porque no. Hay una imagen demasiada errada de la "vida", se la asocia a la imagen de un ser humano, pero olvidan que las plantas, animales y bacterias microscópicas también lo son. Es demasiado patético asumir que estamos en un mundo, tan solos.

Otra vez lo dejo boquiabierto.

—Ahora me tocaría a mi ¿no? —No pudo ni siquiera confirmar, continuaba en el buque—. ¿Hace cuánto vivís acá?

—Desde el último año de secundario, ronda hace dos o tres años. Los primero meses fueron terribles, él era desordenado y le costaba hacer las tareas de la casa sin tener algo a cambio.

—¿En serio? —pregunto—. No parece esa clase de pibe. Pero quienes somos nosotros para juzgar—recito entre risas.

Okey todo está demasiado okey. Apenas iban preguntándose cosas sin sentido y Nick no se ha despertado. Aguardo hasta que la chica terminara de masticar la papa y prosiguió.

—¿A quién elegirías para sobrevivir en una apocalipsis? El único criterio es que sean tres personas.

Sabe a dónde quiere dirigirse. La última vez que hablaron, ella menciono que su mamá quería que regresara con su ex. Ricardo analiza detalle a detalle, cualquier distracción haría que el proceso se esfumara, y le agrada observarla es magnética, como si no fuera de este mundo.

A la vez su subconsciente acciona un botón alarmante. Ella no es un experimento, no es una rata de laboratorio, toma aire y reordena. Intenta ayudarla, él cursa psicología, todo funciona.

Es introvertido y finaliza el debate.

—A la tía Estela, porque se la ingenia con el morfi y más si escasean los alimentos—cruzo una pierna encima de la otra y toco su barbilla al estilo Chiquita Legran—. Mi hermanito, cumpliría el rol de mantenernos a todos cuerdos con sus ocurrencias y delirios, estoy segurísima. —Martins sonrió con ternura le agrada como esta su estado de ánimo hasta que fue derrumbándose en cámara lenta—. Y mamá.

Muerde su lengua, implora al mundo olvidar las indagaciones.

No preguntes. No preguntes. Ni lo pienses.

Una vez en la facultad escucho a uno de los tantos profesores explicar el motivo para evitar hablar después de una corta contestación. Es el camino asegurado para animar a la otra persona a continuar. Tal vez es verdad que el silencio otorga.

—Ella sería la líder, bueno el único papel aceptable. Por donde yo este, mi mamá andará atrás, aunque sea el fin del mundo—hubo silencio por parte de Ricardo—, o la Luna. Me gustaría su apoyo, sin significar perseguirme o cambiar la opción para beneficiarla a ella.

De nuevo no entiende su inmovilidad, anhela abrazarla. Sus pies parecen clavados por fuerzas invisibles, el escalofrió lo denota alterado. Claudia hipea y vuelve abrazarse a sí misma.

—Mi turno—anticipo—. ¿Por qué realmente me invitaste? En realidad porque seguimos jugando a esta boludez, no soy una piba interesante, mi vida es una tragedia—entre tanto llanto decide suprimirlo con una risa amarga—. Te estoy asustando, por favor.

Cuando por fin se toma el tiempo de relajarse, Ricardo se sirve un vaso con agua y lo bebe sin respiro, todas aquellas ataduras desaparecen, avanza y entrega sus brazos abiertos.

Claudia en un debate mental sobre aceptar o irse, decide por la primera, y no comprende el motivo para hacerlo, nada es como planea. Recurre a la ola de llanto, y ahora quiere cumplir la última opción, dando por finalizada esta desastrosa velada.

—En primer lugar te invite pensando que necesitabas distraerte, tenía varios lugares en mente, pero se te da miedo las miradas de la gente—es de ayuda ir hablándole lento y suave. Ella se aferra y suelta un sollozo—. Todo irá bien, no te humilles por lo has pasado. Perdón por ser tan directo, muchas veces mi vieja decía: —carraspeo—, "Ay Ricardito un día de estos te van a dar un flor de cachetada y yo me voy a cagar de risa en tu cara—emito con la misma voz grave de la mencionada.

—Te pareces a mi hermano—expreso—. Necesito volver a casa, y es nuevamente por ella.

Indirecta Recibida (PAUSADA)Where stories live. Discover now