Capítulo 3

4.6K 459 21
                                    

Neo

Alejandra tenía una extraña habilidad para ponerme sobrenombres, todo depende de que humor esté, pero eso es parte de su encanto y con los años aprendí a sobrellevarlo.

Es la primera vez que vengo a su casa. Si lo sé se preguntarán qué clase de amigo soy, pero en mi defensa debo decir que no tenía mucha libertad para moverme, ya con Phoebe se creo un revuelo de esos de los buenos, además a Alejandra le gusta su anonimato.

Su casa se encuentra en una bonita zona residencial a una media hora de mi casa, el lugar es tranquilo y parece que no hay mucha gente joven viviendo por aquí.

Guarda el auto en la cochera y viene en mi auxilio al maletero, pero no sin antes hacerme sufrir amenazándome con dejarme encerrado toda la noche aquí. Entre sus risas me ayuda a salir, tengo las piernas amortiguadas y la espalda me duele, pero a pesar de eso sonrío, sonrío por que puedo tomarme un respiro y porque por primera vez en mucho tiempo puedo sentirme normal, en este lugar no soy Neo el tecladista de la banda Lux, soy un simple chico con dos puercoespines de mascotas, bueno quizás no tan normal.

No pensaron que me había dejado a los pequeños, eso nunca. Soy un padre responsable, además de eso traje conmigo mi teclado y una maleta pequeña con las pertenencias que necesitaba.

—Bueno llevemos tus cosas adentro.

Sigo a Alejandra por la cochera, ella lleva a mis hijos con ella mientras yo cargo el teclado y mi maleta. Siento curiosidad por muchas cosas en cuanto llegamos a la sala de estar. Primero solo hay fotografías de Oscar y Alejandra, en ninguna de ellas se ve a su padre de quién al menos conocía su existencia y por supuesto no hay nada acerca de su madre. Ese tema en específico siempre fue tabú con Alejandra, no tenía idea de que es lo que había ocurrido, pero algo era seguro no era un tema del que estuviera dispuesta a hablar y respetaba su silencio. Segundo la casa parece mucho más grande ahora que estamos dentro, de hecho, es enorme.

—Tienes mucho espacio aquí —comento mirando alrededor—. Podríamos organizar una gran fiesta en esta sala.

Alejandra ríe mientras camina hacia el pasillo.

—Probablemente —responde—, pero estoy segura de que Oscar nos mataría.

Desaparece en una habitación y miro el lugar extrañado, prometo que me había preparado para dormir en el sofá.

Me adentro en la habitación y me sorprendo del lugar.

—Esta era la sala de la TV, Oscar dijo que no se sentiría cómodo haciéndote dormir en el sofá así que preparó este espacio para ti.

Miro alrededor sin disimulo, el lugar es fantástico. Tiene más o menos el mismo espacio que mi habitación, tiene salida al patio trasero, una TV enorme, una cama sencilla y mucho, mucho espacio.

—Vaya podré quedarme viendo películas toda la noche.

Alejandra deposita a mis mascotas en la mesa de noche junto a la cama y se vuelve a mí.

—Nos quedaremos, dirás. Te recuerdo que me debes tres temporadas de Games of Thrones y pienso cobrármelas cada una de ellas.

—Vale, dejaré que me tortures con eso si a cambio consigues palomitas con caramelo.

—Dalo por hecho.

Luego de un par de pujas más me deja solo en mi nueva habitación. Se siente extraño, pero es fascinante. Me siento con ganas de saltar en la cama hasta hartarme. Si lo sé soy un niño, tengo gustos de niño y me gusta considerarme uno en muchos aspectos de mi vida, pero hay uno en especial en el que necesito toda mi fuerza de macho alfa.

SAGA LUX II | El amor de NeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora