Capítulo 40

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Sarah

—Tu progreso se ve muy bien, Sarah —comenta mi rehabilitador mientras revisa el informe de mi médico y las radiografías de mi rodilla.

—¿Podré volver a patinar? —Es la pregunta que más miedo me da hacer.

Lo medita un momento antes de levantar su vista hacia mí.

—Es un poco pronto para saberlo, si tu mejoría sigue a este ritmo podrás caminar con normalidad e incluso correr, pero con respecto al patinaje es un poco más complicado que eso ya que al momento de dar un salto o aterrizar las rodillas se llevan una gran cantidad del peso multiplicado con la velocidad, esto es una gran carga que considerar.

—Entonces no es seguro que pueda volver a competir.

—No puedo asegurártelo, Sarah. Pero tus avances son positivos y las probabilidades son muy buenas.



Salgo del consultorio con sentimientos encontrados. Miro con un poco de desprecio a mi nuevo compañero de aventura, un bastón que me acompañará por lo menos el próximo mes, pero la verdad es que está mucho mejor que las muletas.

Busco con la mirada a mi papá en la sala de espera y me llama la atención no encontrarlo esperando como siempre. Me siento para esperar por él, seguramente se fue en busca de un café.

Pasan varios minutos hasta que lo veo llegar por el pasillo, lo que me llama la atención es que viene acompañado de Carolina, mi preparadora física de toda la vida. Sin ser capaz de esperar me pongo de pie y voy a su encuentro.

—Muchacha, mira que bien estás.

Me estrecha entre sus brazos tan pronto como estoy a su alcance y lo agradezco tremendamente, la he extrañado tanto en este tiempo y me ha hecho mucha falta. Y aunque nos hemos mantenido en contacto por correo no es lo mismo que tenerla cerca. Tuvo que marcharse porque su hijo tuvo trillizos en Moscu y fue a apoyarlo durante los primeros meses de los niños antes de regresar.

—¿Por qué no me dijiste que regresabas?

—Y perderme la oportunidad de darte la sorpresa, ni en sueños —dice con una gran sonrisa—. Ahora que estoy aquí tenemos que ponernos en forma nuevamente. La temporada está a la vuelta de la esquina y no podemos quedarnos atrás.

—Pero el médico...

—Pero nada —me interrumpe—. En Moscu algunos colegas me recomendaron un especialista en New York y no sé cómo, pero vamos a conseguir que te vea. No nos vamos a dar por vencidos.

La confianza con lo que lo dice hace que crezca en mi nuevamente la esperanza. Asiento sonriendo es bueno tenerla de regreso.

—Bueno, echaré a perder la sorpresa. —Comienza a decir papá con cara de incomodidad.

Carolina y yo lo vemos expectantes a sus palabras.

—Neo de alguna manera consiguió una cita con el mejor terapeuta del país y apuesto lo que sea a que será el mismo que te recomendaron Caro.

No sé quién está más sorprendida si Carolina o yo. No puedo creer que Neo lo haya hecho, es más ni siquiera sé cuando lo hizo, apenas ayer hablamos acerca de eso y está en medio de su gira y definitivamente con cientos de cosas más importantes que buscarme un terapeuta, pero es justo por eso que su detalle vale tanto. Sin importar cuan ocupado esté o cuantos problemas tenga encima siempre encuentra una manera de sorprenderme.

Un par de lágrimas se me escapan porque simplemente no puedo con la emoción, puede que este especialista no pueda hacer nada, pero es la sola esperanza lo que hace que desee tomar el primer vuelo disponible y lo vea, pero antes de eso hay una sola persona que deseo ver en este momento.

SAGA LUX II | El amor de NeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora