Capítulo 22

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Tiene que ser una broma13 de marzo

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Tiene que ser una broma
13 de marzo

6:00 pm

Me encantan tus ojos.

No sé si para cuando leas esto, te lo habré dicho todas las veces que me gustaría...así que te lo diré aquí: me encantan tus ojos.

Me encantas tú.

A Cloe, por otro lado, le encantaba el chocolate. Aquel que había sido ese elixir prohibido en su adolescencia, era su postre favorito en la actualidad. Sanne soltó una carcajada al ver la cara de emoción en el rostro de su amiga en el instante en el que le mostró el postre de cacao que había llevado a la cena que habían organizado en casa de Don y Dalia. Los ojos de la chica brillaban en dirección al oscuro color del dulce.

— ¿Te he dicho que te amo últimamente? — le preguntó Cloe a Sanne —, porque te amo mucho, mucho, muchísimo, amiga.

— Vaya, parece que comprar tu amor no es una tarea muy difícil — soltó Gabe con diversión —, ¿O sí, Nicols?

Pero ella no le hizo caso, estaba ocupada observando el postre. Casi podía decir que estaba enamorada.

— Graben esto en sus memorias — anunció Cloe, como si muchas personas la estuviesen escuchando, cuando en realidad sólo estaban los dueños de la casa, Sanne, Gabe y Linda —: quiero que el amor de mi vida me proponga matrimonio con una barra de chocolate, ¿entendieron? Así que es su deber pasarle está importante información a mi novio...cuando lo tenga.

— Lo que ordenes, Cloe — soltó Don con diversión —, ¿Algo más que debamos decirle? ¿Tienes algún chocolate de preferencia? ¿Con leche, amargo, de dieta...?

— El amor no se mide en sabores, Ironman — dijo ella, casi ofendida —. Aceptaré cualquiera de esos.

— El amor no se mide en sabores, pero me ama porque traje chocolate — comentó Sanne con diversión —, ojalá todos tuvieran una idea tan clara del amor cómo tú, Clo.

— El mundo sería mucho más hermoso, de ser así.

Estuvo a punto de tomar un trozo de ese delicioso dulce que parecía estar tentándola desde la mesa, pero Dalia le dió un golpe en la mano impidiendo que ella y el amor de su vida se encontraran. La pelirroja le reclamó su impaciencia y le pidió que esperara a que el resto llegara. Cloe la fulminó con la mirada solo porque sabía que eso era una excusa para molestarla. Soltó un puchero que hizo reír al resto de los invitados y se sentó en uno de los sillones de la sala de estar cual niña castigada.

Una niña castigada sin chocolate.

Sus ojos se volvieron a iluminar en el instante en el que escuchó el timbre de la casa, señal de que Lilian y Derek habían llegado finalmente. Aprovechó ese instante en el que Dalia se alejó del lugar para ir a abrir la puerta y corrió hacia el dulce, cortó un trozo y lo escondió en su boca a la velocidad de la luz. Con las mejillas infladas, pidió discreción a sus testigos, quienes reían por la hazaña secreta de la castaña.

Narciso || P.E #2Where stories live. Discover now