Capítulo 59

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48 pecas26 de octubre

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48 pecas
26 de octubre

9:00 am

Habían flores amarillas en cada ventana de ese hospital. Quizá era lo más bonito que había en el lugar ¿Qué tipo de flores eran? Donovan no tenía idea, solo pensó que le parecían bellas. Hacían que la habitación pálida se llenara de un color alegre.

Lástima que la alegría contenida en un par de pétalos no era suficiente para animarlo por completo.

Suspiró tras apartar la vista de la ventana; ese era el paisaje más bonito, pero decidió que debía enfocarse en el escenario más horrendo y real. Descubrió su cuerpo de la inútil y delgada sábana que le había dado una enfermera. Le sorprendió que un pedazo de tela tan fino pudiese cubrir una verdad tan espantosa como la que resguardaban sus piernas: Él estaba roto.

Observó aquel vacío en el que debía estar una pierna que ya no existía, esa era tan solo una grieta entre las tantas que tenía. Luego, se fijó en la pierna que si estaba, aquel pedazo de él que aún existía, y sintió un escalofrío ¿Y si los resultados de las pruebas daban positivos? ¿Perdería otra parte de él? Tragó saliva, no quería volverse a quebrar.

Estaba seguro de que lograría reconstruirse. Con los años, Donovan había aprendido a rearmar sus piezas rotas. Si se quebraba, lo remendaría. Quien le preocupaba era otra persona...

La puerta se abrió dejando pasar a una Dalia pálida y cansada. Su cabello del color del fuego estaba atada en una trenza descuidada, de la clase que Linda siempre parecía tener. Bajo sus ojos esmeralda, un par de ojeras servían como delatoras de lo que había sido una noche sin descanso para ella. Intentó sonreírle a Donovan pero la tristeza y los nervios transformaron su intento de sonrisa en un suspiro.

Más que ser la Dalia dulce y alegre que él tanto amaba, parecía una versión más triste y apagada. Al menos sus pecas seguían igual, exparsidas por todo su hermoso rostro como una explosión de puntos sin orden alguno. Él adoraba esas pecas...Y nunca llegó a contarlas por completo, siempre creyó que tendría suficiente tiempo para hacerlo. Ahora, ese pensamiento le causaba escalosfríos.

—Despertaste —dijo Dalia, acercándose a la camilla —. Creí que querrías descansar un poco más.

—No hace falta, ya descanse suficiente —habló él.

Observó con detenimiento como ella se rodeaba a sí misma. Cloe no mintió al decir que la contextura de Dalia había cambiado esos últimos meses, pero a Don eso no le importaba. Para él, ella era lo más hermoso que había visto y vería ¿Qué importaban esos kilos de más?

Dalia era incluso más bonita que las flores amarillas en las ventanas.

—La que parece que debe descansar eres tú, no te ves bien —aseguró él.

—Estoy bien, Donny —le dijo ella, esbozando otro intento de sonrisa —. No te preocupes por mi, ¿si?

—Claro que me preocupo —suspiró —. Al despertar, había una enfermera en la habitación. Le pregunté si te había visto porque me pareció raro que no estuvieras aquí y ella me contestó que quizá estabas en el baño, que vomitaste toda la noche y parte de la mañana ¿Es cierto?

Narciso || P.E #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora