A Linda no le gustan los espejos...
Gabe no sabe vivir sin ver su propio reflejo...
Linda ama a todos, menos a si misma...
Gabe odia a todos, menos a si mismo...
Linda es muchas cosas, pero no es linda...
Gabe...Gabe es narcisista.
Y Cloe Nicols es...
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Reina del drama 20 de mayo
12:00 pm
— ¡Nerd, abre la jodida puerta! — exclamó Cloe, golpeando la entrada del apartamento del chico con fuerza —, ¡Dalia comienza a portarse como una pelirroja mandona y me da miedo!
— Oh, jodete, Cloe — soltó Dalia, quien ignoró a la castaña para seguir golpeando la puerta con la misma intensidad que ella —. ¡Chicos, ya estamos aquí! ¡Abran de una vez! ¡Hay que hablar!
— Van a terminar por arruinar la entrada — Adam susurró en dirección a Donovan, un tanto confundido ante las reacciones de las chicas —, ¿Qué es lo que está ocurriendo?
— Crisis entre margaritas — explicó Don, como si fuera algo que el resto podría comprender con facilidad —. Sé que dije que te llevaría a pasar una tarde diferente, niño. Pero...
— Oh, no intentes disculparte — lo detuvo el chico, con una sonrisa ladeada —. Está bien, créeme que esto es diferente.
Don le sonrió al niño y palmeó su hombro mientras las otras dos chicas continuaban en su tarea de llamar a los dueños de la casa. Dalia tenía importante que decir ¿Qué? Pues, aún no lo había dicho. Llamó a Lilian, Derek y Cloe, y les pidió verlos en Palms de forma urgente. Claro que Derek advirtió que no podría asistir al restaurante. Él y su novia terminaron como niñeros de Silene, la hermana menor del físico, así que estaban ocupados.
Sin embargo, eso no detuvo a la pelirroja. Empujó a todos hasta el edificio en dónde vivían sus amigos, incluso el pobre Adam terminó en ese dilema.
Tras unos toques más, Lilian abrió la puerta. Sin duda, su rostro no mostraba ni una gota de alegría. No tardó mucho en empezar a preguntar por qué debían ser tan escandalosas siempre.
— Supéralo, Lilian — le dijo Dalia, apurada —. Somos unas escandalosas, gritonas y así nos amas. Ahora, ¡Tengo que hablar con ustedes!
— ¡Pues, hazlo sin gritar! ¡Joder! — le reclamó.
— Ah, ah, ah, quéjate luego — la detuvo —, esto es más importante.
La hizo a un lado y entró en el apartamento con prisa. Lilian suspiró, pero terminó por sonreír cuando encontró las miradas divertidas de Don y Cloe. Los tres sabían que era imposible tratar con la dulce Dalia cuando se ponía en modo "pelirroja mandona", así que no iba a interponerse entre ella y lo que sea que quería decirles. Le pidió al resto que pasara y, poco después, ya todos estaban dentro del amplio apartamento.
Al llegar a la sala de estar, se encontraron con un nerd de seño fruncido al que no estaban muy acostumbradas. Una chica a la que ya conocían, de cabello color miel tirando a rubio y ojos tan café como los de su hermano mayor, lo miraba de forma retadora. Sus brazos estaban cruzados y, aunque era pequeña y estaba sentada en el sillón, su expresión logró que se viera mayor.
