Capítulo 38

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La calma antes de una tormenta28 de mayo

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La calma antes de una tormenta
28 de mayo

7:00 pm

Cloe aún no sabia con exactitud la razón por la cual se había ofrecido a acompañar a Gabe, Dalia y Don, a la cena de una familia que estaba muy lejos de ser la suya. Fue casi un impulso la forma en la que le pidió a la pareja que la dejaran asistir, así que estaba tratando de pensar en el "porque" de esa acción, y lo hacía mientras esquivaba las grietas en el asfalto del camino.

Durante sus años ayudando al programa M.E.R descubrió que las raíces de los trastornos nacen en época de la infancia muchas veces, por lo que la forma de crianza y la actitud de los padres tienden a inferir en estas enfermedades. La doctora Wallace le advirtió que eso no siempre era así. Si bien existen tendencias, ningún caso es igual, por lo que la única forma de comprobar si eso se cumplía en su narciso era acercarse al lugar que vio crecer a Gabe.

Quizá ahí se escondía el "porque" de su vigorexia.

La otra posibilidad que pudo haber arrastrado a Cloe hasta la casa Bacher era que sus domingos tendían a ser días aburridos, en los que no hacía absolutamente nada. Se quedaba sola en casa, ya que Sanne iba a nadar y Linda desaparecía con Aviv. No podía molestar a su mejor amigo porque el nerd utilizaba ese día para corregir trabajos universitarios, y tampoco molestaba a Lilian porque descubrió por las malas que últimamente tenía un humor terrible.

Ni siquiera se esforzaba en llamar a Dalia, sabía que ella le diría que pasaría el día con Don. Y, aunque las gemelas Stewart pasaban algunos domingos junto a ella, no siempre estaban disponibles para entretener a la falsa casamentera. Así pues, su única compañía fija en esos días tan aburridos era Jace, quien cada vez se llenaba más y más sobre pensamientos dedicados a un narciso musculoso.

Esos días la mataban de aburrimiento, así que supuso que su petición casi involuntaria fue un reflejo de su desesperación. Necesitaba pasar un domingo lejos de su casa y en la reunión familiar de los Bacher/Cooper estaría haciendo algo al menos.

En medio de sus pensamientos, saltó una vez más y se molestó consigo misma al pisar una grieta. Volvió a intentar y esta vez cayó lejos de ella. Sí, definitivamente estaba ahí para evitar aburrirse.

— ¿Podrías dejar de hacer eso? — preguntó Gabe, más irritado de lo normal —, pareces una niña pequeña.

— ¿Quién te asegura que no lo soy? — le pregunto ella, sin dejar de saltar.

— La licencia de conducir que te obligué a mostrarme antes de dejar que conducieras mi auto — contraatacó él —. Es lo único que me lo asegura, porque si me guiara por tu estatura te habría dejado en la guardería más cercana.

Cloe se volteó y le sacó la lengua. Gabe no estaba muy entusiasmado por visitar a sus padres, y la decisión de la castaña de entrometerse en el asunto no mejoró su ánimo. Todos sus músculos estaban tensos, como si ellos pudiesen recordar a la perfección la última vez que cruzaron esa puerta a la que se acercaban poco a poco.

Narciso || P.E #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora