Capítulo 65

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Esas flores amarillas1 de Octubre

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Esas flores amarillas
1 de Octubre

9:15 pm

Para cuando Gabe terminó de leer, su garganta estaba seca y podía sentir el agrio sabor del nudo que había vuelto complicado pronunciar las últimas palabras de ese adiós. Cerró a Jace y lo observó durante unos segundos. Acarició la tapa del libro con sus dedos bruscos, sentía que le debía algo a esa bitácora. A pesar de no ser alguien real, Jace hizo mucho más por su mejor amiga de lo que él había hecho en el tiempo en el que la conoció. Suspiró y decidió levantar la mirada.

Ahí estaban todos los mencionados en esa carta; los últimos pensamientos de Linda reunidos en una sola habitación.

Todas las miradas estaban fijas en él, pero a Gabe solo le importaron un par de ojos azules tan profundos como el mar. Ese azul se estaba ahogando en lágrimas que solo una despedida escrita en letras sinceras podía provocar. Cloe se rodeó a sí misma, buscando abrazarse para sostenerse. Ahora lo comprendía, por fin tenía sentido ese repentino final; y si no despegó sus ojos del verde oliva que tenía frente a ella era porque necesitaba ver que alguien más también comprendía.

Necesitaba estar segura de que no era la única que tenía clavada en el pecho la extraña sensación de estar aliviada y adolorida al mismo tiempo.

—Nos amaba —dijo Sanne, con su voz hecha susurro —. Nos amó a todos nosotros...

—Y aún así lo hizo —habló Dalia —. ¿Por qué?

—Porque ella no se amaba a sí misma —respondió Cloe, viendo a Gabe solamente —. Nos amaba, pero le faltaba algo demasiado importante.

—Fuimos sus últimos pensamientos ¿Saben lo que significa? —cuestionó Gabe —. Que ni siquiera cuando decidió quitarse su propia vida pudo pensar en sí misma. Ella pensó en nosotros.

—No había forma de salvarla —suspiró Aviv, quien había dejado escapar lágrimas de sus ojos desde hacía rato —. Nosotros no podíamos salvar a Linda. Nadie podía.

Entonces comprendieron que nunca hubo salvación para Linda, ella no la quiso. A pesar de que les había dejado indicios que ellos no supieron ver, ella habría tomado esa decisión de una u otra manera. Lo vieron todo más claro que nunca y dolió...Pero al mismo tiempo fue como un soplo de aire fresco para sus almas que, hasta el momento, se habían estado ahogando en el calor de la culpa.

Comprendieron que Linda no se salvó a si misma porque creyó que esa era la salvación que merecía, el único escape. Los límites hacen daño, jamás te recomendaría tocar uno, pero hay personas que se pierden en ellos y no existe nada que tú, yo, o ellos podamos hacer.

Sanne notó que de las mejillas de Aviv caían demasiadas lágrimas en un silencio aterrador, así que se acercó a él y lo abrazó como única arma ante el dolor. Dalia se aferró al brazo de Donovan, quien limpió un poco el agua que corría por los pómulos de la chica; no quería que esas cuarenta y ocho pecas se ahogaran, pero supo que él también comenzaría a llorar en cuestión de segundos.

Narciso || P.E #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora