Cuarenta Y Cinco

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Hoy amanecía con un calor insoportable adjuntando el malestar de anoche. Mateo, como era de esperar, se pasó de sus combinaciones raras, según él "avances de todo cervecero". Lo había traído de vuelta a mi departamento y todo el camino no se despegaba de mi brazo para repetirme interminables veces lo mucho que me ama. Aunque, cada vez que lo decía, en mi corazón crecían pétalos que llevaban nuestros nombres y un vínculo extraño que nos une volvió a renacer en mi pecho. Para calmarlo, tuve que golpearlo una vez y se echó a dormir. Entonces, comparé a la rubia de la noche anterior y a mi amigo que ocupa su lugar en la cama. Sin duda, este era mi favorito. Le dejé dos pastillas y un poco de dinero para que desayune algo cuando se levante, mientras me alistaba y salía directo a la base apenas recibí el mensaje de mi jefe diciendo que tenía que presentarme urgentemente. Estaba ahí esperando a mi compañero, quien me vio con el ceño fruncido tratando de averiguar algo en mí. Estaba con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Tengo un bicho en la cara o qué?

—Pareces adolescente con tanto acné —dice riendo de mí.

—Eres detestable.

Tomó asiento a mi lado y justo también llega el jefe para tomar asiento en su silla. Abrió un documento y nos dio un papel a cada uno.

—Agente West, temo indicarle que debe retomar enseguida algún otro caso para distracción —argumenta, dejándonos en duda a ambos—. Dados los hechos, le informo que el día de ayer, la superior recibió amenazas de muerte.

Abrí mis ojos por la sorpresa y una escalofrío subió por mi espina. La tan conocida superior es mi madre quien ocupa su cargo desde hace seis meses desde la capital.

—Eso es imposible...

—Ya tenemos un equipo investigando detalladamente el asunto y enviamos a la superior una cuartada de protección. Ella misma me ha indicado que te mantenga informada.

—Joder, me está tomando el pelo.

El jefe saca otro documento.

—Toma. Esto es para ti, de parte de ella. Ha llegado lo antes posible, pero quiero que sepas que se encuentra fuera de peligro. Tampoco dejaremos que le suceda algo, tenlo por seguro.

Agarré el documento y salí enseguida de esa oficina. ¿Cómo es que esos bandidos lograron con el paradero de mi madre y cómo mierda saben de ella? Es que si supieran algo de mí como infiltrada, no dudarían en matarme o matarla y no lo iba a permitir. Necesito que ella vuelva lo antes posible.

—¿Mamá?

Mi voz se partió apenas escuché su voz en la otra línea. Apenas me nombró, sentí alivio porque aunque el jefe me haya dicho que ella estaba fuera de peligro, necesitaba confirmar que mi madre en serio estaba bien. Su voz se escuchó dulce, como que también le hacía ilusión escucharme.

—Hija —dice con un largo suspiro—, ¿ya te llegó el mensaje?

—Te extraño tanto, mamá. Me haces tanta falta. Te necesito porque no sé qué hacer, toda esta mierda se me ha salido de las manos. Y ahora tú... Yo no...

Me senté en el piso. Abracé mis rodillas con mis brazos, imaginando que ese bulto era el cuerpo de mi madre que estaba allí conmigo, limpiando las infinitas lágrimas que empezaban a caer. Me quemaban las mejillas, la garganta, los brazos. No me imaginaba que una amenaza de muerte pueda llegarle y por una misión que yo estaba cumpliendo. Fue ahí que entendí que esto no era de tomárselo con calma. Primero fue un atentado contra el colegio, al pintar con aerosol el patio y dejarle un mensaje a Rebecca. Sabían ya que alguien los estaba buscando, mas no tenían la certeza de quién. Recuerdo los nervios de Rebecca que alarmaron su respiración. Ahora descubren que es la hija de la teniente mayor y buscan su paradero.

Alguien Tenía Que Aprender.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora