Cincuenta Y Dos

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El sentimiento de estar haciendo las cosas mal, esa mala sensación volvió y se quedó en mi pecho estrujándolo sin compasión y se me armó un nudo en la garganta. Lo mismo sentía todas las mañanas y este día no fue la excepción. Dos veces, era un récord que no quería cumplir. No sé qué demonios estaba pasando conmigo, pero creo que fue el rostro de Alba lo que produjo esa sensación nuevamente.

¿En serio era por ella?

Porque sentía que era algo más, algo grande se avecina y mi pecho duele sin motivo alguno.

Aun así, sentía extraño cuando la vi, no pensé encontrármela después de todo lo que pasó, del problemón que hubo por su culpa y en parte, por mi culpa. Tenía los brazos cruzados como esperando algo impaciente y con cólera, conocía muy bien aquel gesto, no le gusta esperar y amaba eso de ella porque también detesto esperar. Sin querer mis pies se dirigían hacia ella para preguntarle cómo ha estado y qué ha hecho, pero Jonathan aparece por detrás mirando curioso mi situación y enseguida reconoce a la mujer que está al frente. "Esa mujer", así la llama y escucho cierto desprecio al dirigirse a la que una vez fue mi pareja, mas no me molesta. Finjo despreocupación, pero el hombre no me cree y se acerca para detener cualquier acto (sabiendo perfectamente que soy capaz) ocurrente que procure acercarme a mi ex.

—¿Qué mierda crees que haces? —me reclama.

—Eh, ten cuidado cómo me hablas.

—Recuerda lo que te hizo. —Me agarró del antebrazo y me alejó más de la rubia—. A ver, no.

Lo sé, lo sé. Tampoco es que estoy enamorada de ella para caer en sus brazos. Se están malinterpretando las cosas, ella fue una mujer maravillosa y es normal que después de un tiempo, cuando las aguas ya están calmadas, yo quiera saber cómo está. Solo es eso. Aparte, está de más decir que no tengo ojos para nadie que sea la morena.

—Calla, calla. No sabes lo que pasó realmente, no puedes odiarla.

—Fuiste tú quien terminó esa relación por miedo.

—Lo sé.

—Pero fue ella quien actuó como inmadura e hizo tremendo escándalo.

—Ya.

—¿Te arrepientes acaso?

¿Me arrepiento de eso?

Era obvio que sí, pero la cuestión es que soy muy insegura. Mi padre nos abandonó, mi mejor amigo se fue, mi madre también me dejó un tiempo, Rebecca me dejó tirada en la mitad de la carretera, son las personas que me han impactado la vida y todos se han ido. Si no fuera por mí, las cosas no estarían resueltas. Es necesario saber que algunas veces seremos la herida y otras, el cuchillo. Lo tengo clarísimo; en este caso, fui una imbécil con Alba y ella, por primera vez en mi vida, fue la persona que en realidad se iba a quedar y yo la eché. Quizá es por eso que todavía necesito estar bien con ella, preguntarle si ha estado bien, si las cosas le han estado yendo bien porque si no es así, me culparía y no podría con ese peso.

—Es mejor que vayas al departamento y descanses. Últimamente, nadie ha podido cerrar los ojos. Mañana tenemos entrenamiento así que a recuperar las pilas.

—Bien.

Quería hablar con él sobre el malestar que siento en el cuerpo, tal vez sea una gripe por el cambio de clima muy frecuente en la ciudad aunque nunca se ha sentido de esta manera. No soy de las que creen en estas cosas, pero es como si algo malo esté por suceder.

Alguien Tenía Que Aprender.Where stories live. Discover now