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―Gracias... por haberme traído, Tae. ―El chico de cabellos castaños estaba sentado en el fondo de la enfermería.

―En serio estabas mal, no me dejabas traerte, imagínate que te hubieras puesto peor, JiMin. ―El castaño mira a TaeHyung con su expresión de puchero.

―Ay Tae, lo que sucede es que no quiero ser una carga.

―¡Obvio que no lo eres, JiMin! todos nos hemos enfermado o puesto mal en clase, y necesitar ayuda no es ser una carga para los demás.

―Gracias... ―El castaño es interrumpido por su celular con sonido, rápidamente lo toma, cuando nota que es SeokJin hace una leve reverencia hacia TaeHyung a modo de disculpa y sale a contestar la llamada.

―Hola, hyung. ―El chico contesta como si nada hubiera pasado hace unas horas.

―Hola campeón ¿Cómo has estado?

―Todo bien hyung, de regreso a las clases. ―Tras la llamada telefónica SeokJin negaba con la cabeza e intentaba estar tranquilo.

―¿A que hora crees estar desocupado para salir de la escuela?

―Salgo a la una cuarenta y cinco.

―Verás, acabo de ver tus papeles, varias estadísticas y cosas así, y noté algunas cosas por lo que necesito hablarte de algo súper importante.

―¿Importante? supongo que está bien, pero... ¿te parece a las dos y media para estar tranquilo?

―Me parece bien, no lo olvides, es muy importante, JiMin.

―Tranquilo, hyung, estaré ahí.

* * *

El castaño llega apurado a la habitación y deja de modo ordenado la mochila en un rincón.

―¿A dónde vas, Park? ¿en serio tanto apuro?

―La maestra de inglés nos dejó salir muy tarde, pero tengo una salida importante.

―¡¿En serio apenas te dejaron salir?! ―Dos con diecisiete minutos.

―Sí, ahora debo salir, conociendo a este hombre llegará faltando veinte minutos.

―Pensé que te habías quedado con tus "admiradoras". ―El pelirrojo cambia el tono de voz a uno más agudo diciendo la última palabra.

―Hyung... no suelo quedarme mucho tiempo así.

―Como sea, te engañas a ti solo.

―Claro que no, sólo no soy mal educado y me paro a conversar brevemente con ellas. No hay mada de malo.

―Ja. Ilusionando a pobres chicas.

―No lo veas así, no es nada malo, sería horrible solo correr y dejarlas... ilusionar sería un "Salimos el jueves si y te voy a  llevar tanto y regalar esto" y al último romper su corazón, no soy un desgraciado como para hacer eso.

―Si, ajá. Por debajo de la puerta llegaron dos o tres cartas. Son para ti.

Rueda los ojos y regresa su mitad hacía el teléfono.

SOLO UNA MÁSCARA. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora