Nilak | ¿Qué mierdas pasa contigo?

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-Y luego llegó, pero antes de que pudiera decir algo, le metí un golpe en el ojo izquierdo.- todos los presentes en la mesa comenzaron a reírse, menos yo. Cosa que ya ni siquiera notaron debido a que nunca lo hacía.

¿Porqué tenían que contar estas historias de mierda? Aparte de que no había entendido ni la mitad de lo que Juan había dicho, me sentía completamente perdido sentado en esta mesa de la pizzería con ellos y no recostado sobre mi cama. Una vez que cinco de los presentes habían insistido con acompañarlos, no pude negarme.
Busqué con la mirada a Sam, pero no estaba por ningún lado. Sin prestarle atención a ello, ya que seguramente el día de hoy no trabajaba, fijé completamente la vista en el popote de mi refresco que tenía justo en frente de mi rostro.

-¿Y tú Vitali?- cuándo hizo esa pregunta, lo interrogué con la mirada sin saber de qué cosas hablaba. El contrario entendió eso y me explicó con brevedad.- ¿qué chicas te prenden?

Algo incómodo, lo pensé unos momentos y no pude centrar una imagen en específico de mi tipo ideal. Fruncí el ceño ante ello, ¿no estaba bien con que fueran bonitas?

-Rubias supongo.- mentí mientras me alzaba de hombros y los chicos comenzaron a reírse en coro, animados como si eso fuera el mayor secreto de todo el mundo.
Uno de los presentes recargó sus codos sobre la mesa, haciendo que todos a excepción mía se acercaran a su alrededor sonrientes. Expectantes por lo que el contrario estaba apunto de decir.

-A mí me prenden pelirrojas.- susurró.- como la que está allá atrás, sirviendo mesas. Es perfecta.- todo miramos nuevamente a aquella chica, quien parecía que estaba aquí metida todo el día porque siempre que veníamos ella se encontraba atendiendo.
Uno de los chicos simplemente golpeó delicadamente su brazo, llamando su atención repentinamente.

-¿Y porqué no vas por ella?- le preguntó sonriente.- ve y conquístala galán. No perderás nada.

El contrario mordió su labio dubitativo, y casi estaba seguro de que no lo haría, de no ser porque se levantó de su asiento decidido. Todos comenzaron a reírse y a aclamarlo en coro mientras el chico casi temblando se acercaba hasta la pelirroja.
Observé de manera seria como atravesaba todo el local en dirección a la mujer, quien cuando notó que se acercaba a ella lo miró unos segundos curiosa.

-La chica lo está mirando mierda.- comentó Juan animado. Pero en una milésima de segundos, la sonrisa que portaba en su rostro se esfumó como si de humo se tratase, remplazada por una mirada preocupada.- ¿ese no es Sam?

Mi cuerpo giró enseguida encontrándome con algo que aumentó mi pulso en cuestión de segundos. La pelirroja había ignorado completamente al chico para correr a un lado del rubio, que se veía peor a comparación de como lo hacía normalmente.
Los vellos de mi brazo se erizaron cuando el rubio recargó su cabeza en el hombro de la chica y comenzaba a llorar. Nunca lo había visto hacerlo aunque se notara que le iba fatal, pero eso no fue lo peor al notar las mangas del uniforme de su trabajo sangrando.
Mi mente se nubló, ¿qué se suponía que tenía que hacer en estos casos?

-Joder.- no supe quién habló y ni siquiera me importaba. Algo apurado me levanté de la mesa en cuestión de segundos, sintiendo como todo a mi alrededor se iba distorsionando. Solamente veía a Sam junto a esa chica y algo dentro de mí quería ayudarlo y decirle que todo iba a estar bien.
Cuando llegué a donde los dos estaban, la pelirroja me miró de forma hostil. Como si el que estuviera en sus brazos fuera su propio hijo.

No le dije nada, ni siquiera la miré después de eso. Tomé el hombro del rubio el cual sentí cómo se tensaba y simplemente levantaba su cabeza para mirarme.
El alma se me cayó al suelo al ver su estado deplorable. El ojo que antes estaba morado ahora se había tornado negro, a la vez que su labio inferior estaba abierto. Las mangas del chico escurrían, no sabía muy bien que había sucedido y preocupado hablé con él en un vago intento por ayudarlo.

-¿Fue el?- le pregunté, mientras por mi boca salían esas palabras llenas de sentimientos no encontrados.
El rubio solamente frunció el ceño, y sentí como su rechazo me golpeaba en el rostro.

-¿Qué te importa?- jamás creí escucharlo perder el control de esa manera. Sam siempre había sido alguien calmado.- Tú no me conoces, ni siquiera puedes admitir que me hablas frente a los demás por la puta vergüenza.- con los ojos llorosos, el chico volteó la mirada hasta los presentes de la mesa en la que yo estaba sentado. Y con el doble de dolor, la devolvió hasta mi.- será mejor que te vayas, no querrás que te vean rebajándote con los fracasados.

Esas palabras hicieron click en mi cabeza, recordando aquella charla que había tenido con Juan hace unos pocos días en donde Sam se encontraba a poca distancia. Nunca creí que nos hubiera escuchado.

-Sam yo...-intenté explicarle, en serio quería decirle lo que había sucedido pero el mencionado solamente me ignoró, hablando primero.

-¿Tú qué?- las lágrimas se desbordaban de sus ojos.- cumple lo que le dijiste a ese chico e ignora esto.

Mi cabeza dolió. No podía, simplemente no podía irme de ahí sabiendo que él estaba en ese estado. No lo conocía de mucho, pero mi cerebro no me dejaba ignorar todo lo que había sucedido.
Me acerqué aún más a él, la chica intentó impedírmelo pero eso no me importó.

-Vamos al hospital.- en un intento por ayudarlo, lo tomé de los hombros. Cosa la cual hizo que se enfureciera aún más e intentara golpearme. Aunque pareció que el chico dió su mayor esfuerzo al momento de hacerlo, no me fue muy difícil tomar su muñeca e impedir el golpe.

-Suéltame.- me dijo llorando aún más. Sabía que estábamos haciendo una escena en frente de todos, pero eso no me importaba una mierda en estos momentos y lo sujeté aún más fuerte.

No cabía en mi mente lo que vi en esos momentos, el contrario jaloneó aún más su cuerpo, tirando igualmente de las mangas de la playera de manga larga que traía puesta, y un sin fin de cortadas sobre sus muñecas se hicieron visibles.
El tiempo se detuvo para mí al presenciar ese acto. De un momento a otro sentí como me quemaba el tocarlo y lo solté en cuestión de menos de un segundo; miré a Sam, quien solamente salió corriendo del lugar, como si yo fuera una amenaza cuando no estaba ni cerca de serlo.
Intenté perseguirlo, pero una fuerza sobre mi hombro me detuvo. Alterado, miré a Juan quien me sostenía fuertemente de este preocupado.

-¿Qué mierdas te pasa Nilak?

-Sal de mi camino.- pedi pero el contrario ni siquiera se movió. No estaba de humor para ellos, ni siquiera lo intenté. Por lo que retiré su mano de mi cuerpo de manera brusca y salí corriendo del local; el viento golpeó sobre mi rostro como una cachetada fría, y busqué por todos lados al rubio.

No hacía falta decir que se había ido.

NilakWhere stories live. Discover now