Sam | Novios no.

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¿Alguna vez les ha pasado algo tan bueno que simplemente creen que están soñando, o les parece algo incómodo?
No encontraba otra manera de sentirme además de esa. Porque cuando me levanté de mi cama, estaba absorto, perdido; como si lo sucedido la noche pasada en realidad nunca hubiera pasado y mi vida sin Nilak siguiera en curso.

-¿Claudia cómo quieres el pan?- le pregunté a la mujer desde la cocina mientras tostaba dos rebanadas del producto en la estufa. Mi uniforme de la escuela estaba perfectamente arreglado sobre mi cuerpo y el ambiente parecía típico de una película de la familia perfecta.

Solo que éramos nosotros dos únicamente.

-Con mermelada.- gritó ella en respuesta desde la sala, con el televisor como siempre, en su máximo volumen. Me puse manos a la obra y mientras preparaba el desayuno, escuché cómo alguien tocaba la puerta principal; hubiera ido pero supuse que Claudia se encargaría debido a que ella estaba más cerca.- yo abro.- gritó nuevamente y sonreí, creo que ya podía llegar a entender bien a esta mujer al grado de complementarnos mutuamente entre ambos.

Solamente escuché cómo se abría la puerta, pero demás no, y no me importaba. Mientras untaba la mermelada en ambos panes, divagando una y otra vez sobre cómo un simple pedazo de harina era tan delicioso, sentí cómo alguien se acercaba hasta mi espalda de manera rápida. Algo ansioso giré con el corazón a todo lo que daba; no tenía un trauma ni nada parecido, pero mi padre solía acercarse de esa manera cuando yo estaba en la cocina.
Esta vez no era mi papá, era un sonriente pelinegro entrando por la puerta; casi no se le reconocía, en primera instancia porque se le notaba feliz. Sabía que ya no tenía nada que temerle a ese hombre.

Se había ido.

-Hola.- saludó dejando un sonoro beso en mis labios. Sentí mis mejillas al rojo vivo, y desvié la mirada, ¿así eran siempre las relaciones? No estaba acostumbrado a recibir tanto cariño.- ¿qué pasa?- preguntó sin quitar esa mirada y abrazándome por la espalda. Por pura reacción recargué mi cabeza en su hombro y tomé ambos panes para colocarlos en un plato, era cierto que todavía no había desayunado y tenía mucha hambre.

-¿Quieres desayunar?

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-¿Qué harás hoy?- preguntó Nilak cálidamente. Ambos estábamos sentados en el patio de la escuela comiendo los sándwiches que Claudia nos había preparado, yo recargado en un árbol y él acostado recargando su cabeza en mis piernas como un niño pequeño. Sonreí mientras olía su cabello y sentí que mi pecho se apretaba.

Mi mente se hacía la idea de que estas semanas de constante dolor entre ambos no habían sucedido jamás, y el tiempo me pareció por primera vez algo irracional estando a su lado.

-Soy una persona muy ocupada.- dije de forma sarcástica  y el chico rió dándole otra mordida a su sándwich, terminándoselo de una vez por todas.

-Quiero llevarte a un lugar.- dijo al final. No demostré mi sorpresa, pero era verdad que algo dentro de mí se confundió.

-¿A dónde?- pregunté.- sabes que Claudia te invitó a cenar. No podemos faltar.- al escuchar mis palabras Nilak giró como un gusano en su propio espacio y quedó a escasos centímetros de mi rostro. Mis mejillas se sonrojaron cuando sonrió.

-Quiero llevarte a una cita, Sam.- lo dijo con tanta seguridad que casi me fue imposible calmar a mi corazón y pensar de forma calma.

-No es por nada, pero nunca había escuchado la palabra cita y mi nombre en una sola oración.- bromeé y el contrario levantó una ceja divertido.

-De ahora en adelante lo harás tanto, que te cansarás.

Sonreí y tomé su rostro delicadamente entre mis manos trazando cada facción, cada lunar y cada arruga. Como si quisiera memorizarlas en el fondo de mi corazón desesperadamente para luego dejar un casto beso sobre sus labios.

-Podríamos llevar a Claudia pero...- solté una carcajada ante su broma y lo abracé para callarlo, este chico me hacía tan feliz que podía olvidar todo lo malo de mi existencia con un minuto de su presencia.

Aunque eso también me daba un poco de miedo.

-Nilak.- escuché a lo lejos, a lo cual el contrario y yo salimos de nuestra burbuja color de rosa y giramos nuestras miradas hasta la persona que había dicho su nombre. Era verdad que varios sujetos nos miraban, pero Ana era la que más llamaba la atención entre todos ellos; caminaba hasta nosotros de forma indiferente.
Fruncí los labios al recordarla en ropa interior en la casa de Nilak aquella noche.

"Sabes que nunca voy en serio"

Lo sabía. No tenía nada de qué preocuparme, ¿o si?

-Hola Ana.- él la saludó como si nada, y se separó un poco de mi persona por mero acto de respeto. Aunque sí, sujetó mi mano y entrelazó nuestros dedos dándome la confianza que necesitaba.

-No quiero interrumpirlos en lo que sea que estaban haciendo, pero tenemos que terminar el proyecto de física lo antes posible.- como si no estuviera en un establecimiento escolar, la chica sacó un cigarro de su bolsillo y lo colocó entre sus labios para tratar de encenderlo. Parecía estresada.- mierda, esta cosa nunca enciende.- se refirió al encendedor, golpeándolo varias veces. Nilak se levantó de donde estaba sentado, soltando nuestro agarre y la miró serio.

-Sabes que en la escuela no, Ana.- y tomó el cigarro con dos de sus dedos para retirarlo de sus labios.- ahora esto me pertenece.- la chica miró cómo el pelinegro guardaba el cigarrillo en uno de sus bolsillos de mala manera, y luego simplemente se alzó de hombros.

-Podríamos empezar a respetarnos eh.- bromeó ella. En un despiste sus ojos me miraron detenidamente, pero al final solo me ignoró. Cosa que me molestó, ¿qué le costaba hacerme aunque sea un movimiento con su estupida cabeza?- ¿vas a venir o no?- insistió. Sentí como el chico lo pensaba unos segundos, aunque al final asintió.

-Caro, sí.- y luego me miró.- ¿vienes?- preguntó casi como si fuera un favor; pero yo estaba cansado, no quería hablar mucho con ella que digamos, así que negué.

-Te veré en la siguiente clase, no hay apuro.- Nilak no insistió, tan solo asintió y de manera rápida se agachó hasta mi altura y depositó un beso en mis labios a modo de despedida. Mis mejillas se encendieron cuando lo miré, y sus dientes me hicieron saber que nada había cambiado.

-Te veré en la siguiente clase.- repitió mis palabras.- no me olvido de que me prometiste una cita.

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-Estás celoso.- habló Ares mirando sus uñas desinteresadamente. Perdón pero, ¿quién le había pedido su opinión?
Es más, ¿cuándo le había dicho que podía sentarse a mi lado?

Fruncí el ceño y arranqué pequeños pedazos de las pobres plantas que encontré por ahí. Abracé mis rodillas como alguien al que lo estuvieran regañando y terminé por suspirar.

-No es eso.- musité quedito.- es solo que la recuerdo semidesnuda en su casa y me dan unas ganas terribles de pisarla. Es más, de pisarlos a ambos.- lo que dije le arrancó una carcajada a Ares. Lo miré molesto.

-Yo siempre te fui devoto.- se dignó a responder simple, pero cuando miró mi cara de pocos amigos, cambió su respuesta rápidamente.- se llaman celos amor. Y es totalmente normal cuando una chica tuvo un efímero romance con tu novio.

Al escuchar las palabras "tú" y "novio" juntas, pareció que me aventaron unas brasas calientes de fuego directamente al rostro. ¿Era mi imaginación u hoy todo mundo estaba juntando palabras que no quedaban para nada conmigo?

-No somos novios.- terminé por decir: y aunque eso me generara un enigma por dentro, era la verdad. Nilak todavía no era mi novio; es más, no sabía que mierdas éramos.

-¿Entonces qué son?

Dudé e intenté buscar más plantitas a mi alrededor, solamente que ya no habían.
Le había dicho que no a su propuesta, y no era porque no quisiera, simplemente no creía que esa fuera la manera de pedírmelo. Acababa de terminar de coger con una chica y seguía oliendo a ella. Todo hubiera sido un desastre si lo nuestro hubiera empezado por ahí.

-No lo sé.- dije al final.- sólo sé que novios no.

NilakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora