Sam | Beso amargo

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Ambos nos quedamos en silencio viendo la televisión, hasta que Nilak tomó una caja de un cd que estaba sobre mi cómoda y se quedó mirando la cubierta por unos segundos

-¿De qué trata?

-De intriga.- respondí sin más.- la chica tiene un acosador, hay cinco sospechosos y la cosa está empezando a ponerse muy fea.

-¿Y ya has adivinado quién es el malo?- preguntó nuevamente, para después volver a dejar la caja a su lado. Su rodilla rozó la mía cuando giró.

-Todavía no.- murmuré en respuesta.- soy torpe para esas cosas.- el chico me miró con los ojos entrecerrados.

-No entiendo quién te hizo creer esas cosas sobre ti.

-No es muy complicado.- le di el avión, y por obvias razones, el lo notó.

-Puedes decirme que no quieres hablar de ello, pero no me mientas.- tomé la cobija entre mis dedos y comencé a sentir la textura de ella por sobre los mismos. Pronto haría calor y seguramente me moriría si seguía con este edredón tan pesado.

-Lo siento.

-Vale.- volvió a decir.

Observé la tele, fingiendo que no me ponía ansioso la presencia de al lado, y mi mente me hizo pensar lentamente en todo lo que había pasado para que nosotros llegáramos a esta altura, viendo televisión uno al lado del otro con hasta hace poco la mano sujetada.

-Sam.- giré la cabeza hacia él mientras me mordisqueaba el labio inferior intentando encontrar pielecitas sueltas que arrancar; los ojos de Nilak descendieron hasta mi boca, pero volvieron a su lugar natural segundos después.- ¿cuándo dejaste de cortarte?

Me callé, todavía sin decidirme si me gustaba o no que fuera tan directo.

-Poco después de conocerte. Dejé de hacerlo; odio hacerlo.- bajé la voz.- me cuesta un poco de trabajo hablar de esto.- Nilak tarda casi un minuto en volver a hablar, y el silencio que se propaga durante ese tiempo es casi doloroso.
Los ojos del pelinegro se mueven inquietos por mi rostro, como su estuviese intentando memorizar cada señal, cada peca, cada gesto. Me gustaría cubrirme con la manta para impedir estar tan expuesto, pero sería muy raro, así que apreté los dientes sin que el lo notara.

Lo pensé unos segundos, pero al final llegué a la conclusión de que si no sacaba rápido un tema de conversación, moriría.

-No es justo que sólo hablemos de mí y que tú te guardes todos tus secretos.

-No me has preguntado nada.- respondió.

-Claro, porque sabía que no contestarías.- eso le arrancó una pequeña sonrisa.

-Prueba a ver.- volvió a acomodarse a mi lado y yo tardé unos segundos en advertir que me estaba dando carta blanca. No me lo creo.

-¿Qué significa tu nombre?- eso lo confundió un poco.

-Nilak.- susurró.- significa trozo de hielo.- me quedo callado.

Que nombre más... desolador.

-Es triste.- respondo.

-Es lo que es.- se encogió de hombros. Me tumbé boca arriba y observé la oscuridad del techo. No espero que lo haga, pero Nilak me imita apenas un minuto después y se tumba a mi lado, hombro con hombro.
Permanecemos callados durante una eternidad, escuchando el rumor de la televisión y nuestras respiraciones acompasadas. Las palabras nacen sin más, primero se me atascan unos instantes en la garganta, densas, hasta que salen de golpe, sin avisar.

-¿Has estado enamorado alguna vez?

Lo escucho respirar hondo.

-Tal vez.- lo imagino, lo imagino feliz y enamorado de alguna chica transparente, de esas que regalan sonrisas. En menos de una milésima me alegro por el, y a la vez, le odio. Y luego me odio a mi por ser tan egoísta. Tengo la boca seca, así que trago saliva antes de hablar.

NilakWhere stories live. Discover now