Sam | Lo siento (2/2)

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Alguna vez sentí que no me podía mover. Que todo se me venía abajo; sentí que nada tenía sentido de hacer.
El comer, dormir, y cuidar de mí mismo parecía algo tan lejano que no podía recordarlo.

¿Había sido el?

¿O había sido yo?

-Llevas dos semanas sin ir a la escuela.- me recriminó Claudia, por primera vez en un tono firme. Pero es que yo ni siquiera tenía el ánimo para levantarme.- ¿hasta cuándo vas a seguir así Sam?

Mi cabeza ni siquiera se lo pensó e intentó darle la excusa más creíble a la pobre mujer que tenía en frente.

-Estamos en semana de vacaciones.- mentí cansado, pero Claudia ni siquiera se la creyó.

-Oh entonces vas a una escuela tan adelantada que sales de vacaciones tres meses antes que el programa oficial de educación.- bufé sabiendo que mi farsa había sido descubierta. Y no había tardado ni un minuto.- tienes que levantarte Sam, no puedo permi...- un sonido molesto interrumpió a la mujer, la cual al escuchar el timbre de la casa se quedó completamente callada. Algo que agradecí por momentos.
Claudia suspiró dentro de unos segundos, para después sin decir nada más, salir de la habitación en completo silencio y bajar a atender la llamada. Mi mente ni siquiera se paró a pensar si estaba siendo demasiado egoísta con ella o si tan solo debería de salir de aquí en cuanto tuviera oportunidad, solo el sueño volvió a llegar a mi organismo y me dispuse a volver a cerrar los ojos. Pensaba en porqué me sentía de esta manera, a la vez que escuchaba como Claudia hablaba con alguien en la parte baja, ¿eran sus familiares?

Un revoltijo a mi estómago llegó de repente cuando unas pisadas fuertes se escucharon en las escaleras que daban a la planta alta. Intenté calmarme pero mi corazón se exaltó al sentirlas cada vez más y más cerca;  en mi cabeza seguía la idea de que nadie iba a entrar en donde yo me encontraba. Pero en menos de un segundo la vida me contradijo.
Alguien abrió la puerta de manera brusca generando que me encogiera en mi mismo lugar; mi cabeza pensaba en que si era su hijo seguramente querría su cuarto y yo no tendría ningún lugar donde quedarme, y tendría que regresar con aquel hombre.

Por favor que no me hable, por favor que no me hable, por favor que no me hable.

Una presión sobre mis pies se hizo presente, para después sentir como el contrario halaba de la cobija que tenía puesta fuertemente, despojándome completamente de ella.
Mi cuerpo se tensó y mis ojos se dirigieron lentamente hasta mis pies al final de la cama. Unos ojos grises me miraban de manera firme, y casi molesta.

¿Qué hacía Nilak aquí?

Retrocedí un poco en cuanto noté que el contrario se acercaba rápidamente hasta mí. Un extraño nerviosismo igualmente inundó ligeramente mi cuerpo. El chico se arrodilló en frente de mí, quedando a una distancia relativamente corta de mi rostro. Todavía creyendo que todo esto no estaba pasando.

-Levántate.- me dijo cuando estuvo en el suelo conmigo. Me miraba a los ojos firmemente, como si me estuviera dando una orden pero a la vez me diera una opción.
Temblé un poco, mi mirada vaciló hacia Claudia, quien solo observaba la escena en silencio; y por mi interior también se asomó la idea de que ella le llamó.

Mis labios se despegaron por segunda vez en el día. Tenía que decirlo, no podía, llevaba semanas torturándome con la misma incógnita y no me dejaba dormir.

-¿No me odias?- musité. Mi garganta picaba y mi voz era un poco más ronca debido a mis ganas de soltar el llanto.
El chico frente a mi sonrió delicadamente, a la vez que hablaba nuevamente pero esta vez más calmado

-Creí que te había pasado algo malo.- susurró aliviado en cuanto alargó una de sus grandes manos hasta mi rostro y limpió los restos de lágrimas que escurrían de mis ojos; no pude alejarlo aunque quisiera, se le notaba tan feliz que llegué a dudar si alguna vez alguien se había preocupado de esta forma por mí.

-Lo siento.- salió de mis labios en un movimiento involuntario.- no debí de decirte eso.- volví a hablar ante la interrogativa del mayor.- no era tu culpa.

Una pequeña carcajada salió de sus labios. Como si hubiera estado esperando esto desde hace mucho, para después acercarse a mi persona y abrazarme de una manera protectora; aunque me hubiera resistido en un inicio, poco después noté que había vuelto a llorar, ¿cómo es que un simple abrazo de alguien con el cual creía que me odiaba podía hacerme sentir tantas cosas?

-Te traje toda tu ropa.- apreté su playera del uniforme delicadamente cuando susurró eso de forma calma.- puedes quedarte en mi casa, o si no hay problema con Claudia, aquí. Pero no vas a volver a ese lugar.

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Todos en la escuela me miraban. Nunca había recibido tanta atención en menos de un solo minuto; algunos observaban con curiosidad y otros con lástima. Pero existía un hecho que las hacía iguales, ninguna de las dos me gustaba.
Sentía el cuello tenso, a la vez que apreté las correas de mi mochila; un chico pasó por delante de mi persona deteniéndose frente a mi rostro. Podía reconocerlo, era Matt, quien seguramente venía para hacerme la vida difícil nuevamente.
Detuve mis pasos, encarándolo por primera vez en varias semanas; no me importaba, pero a la vez sabía que mi cuerpo no estaba listo para recibir más golpes. Estaba cansado de lucir como la mierda.

Estaba harto de todos los que me hacían daño.

-Miren quien se dignó a regresar.- escupió divertido.- pero si es que no puedes dejarme en paz por al menos un mes hombre. ¿Quieres otra paliza o necesito dártela sin que me la pidas?- cerré los ojos nervioso, sintiendo que todo me daba vueltas; no sabía que rayos decir, ni en qué pensar, una parte de mi esperaba sentir un golpe de bienvenida sobre mi rostro o simplemente un empujón. Pero en vez de eso sentí una fuerte mano agarrar la mía de manera firme; abrí los ojos confundido y asustado de que haya sido Matt, pero el encontrarme a Nilak junto a mi me hizo calmarme un poco. Regresé mi vista hacia el chico que miraba al más alto con repulsión.

-Todo lo que le tengas que decir, dímelo a mi.- respondió Nilak firmemente. Nervioso, apreté aún más su mano sin saber bien el porqué. Me sentía mucho más fuerte a su lado.- ah, y todo lo que estuviste a punto de hacerle, puedes hacérmelo a mí. Pero de una vez te aviso que te lo voy a devolver y al doble de fuerte.- Matt se encogió un poco en cuanto el pelinegro se acercó aún más a él, y aunque pareciera que no podía decir nada bueno en su defensa, el chico quiso intentarlo.

-¿Y qué?- respondió sonriendo.- ¿al fin admitiste que eres un marica Nilak?- medio gritó, llamando la atención de aún más personas.- ¿estas defendiendo a tu novia?

Pequeñas risas se escucharon al fondo del pasillo y comencé a volverme a sentir pequeño; pensé repetidas veces que yo no quería estar aquí y que el venir había sido un error. También supuse que Nilak me soltaría en cualquier momento, el no tenía que soportar todo esto.
Las miradas se centraban en nosotros y un sudor frío se situó en mi frente. Parecía que una nube negra pronto caería encima de mí y no pude evitar asustarme.
¿Volvería a negarme?

Necesitaba algo.

Necesitaba respuestas.

-¿Y qué mierdas te importa si ando con él?- interrumpió mis pensamientos el mayor. A la vez que varias chicas soltaron un sonido de exaltación mirando la escena sorprendidas. Desvié mi vista hasta el chico y noté la rabia en sus ojos.- únicamente te estoy diciendo que si te metes con el, voy a partirte el culo. Sea mi novio, o no lo sea, así que vete a acosar a alguien más Matt. Y que de preferencia sea de tu tamaño, maldito cobarde.

NilakWhere stories live. Discover now