Nilak | Falso

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¿Desde hace cuánto no me sentía tan vacío como para empezar a buscar compañía falsa y risas sin sentido?

Necesitaba entenderlo, porque estar sentado aquí, en esta misma mesa que hace meses me hacía feliz, ahora me hacía sentir como un completo idiota sin sentido. Miraba a lo lejos a Sam comiendo solo, y me preguntaba una y otra vez porqué yo nunca pude hacer lo mismo, porqué yo nunca pude sentarme en la esquina, sin nadie y solo concentrarme en lo mío.
Admiraba esa parte del rubio, porque aunque estuviera solo él no mendigaba falsas amistades, ni falsa compañía.

-¿Vamos a hacer algo el viernes o solo nos pudriremos en nuestra casa?- preguntó repentinamente Juan, sacando a todos los presentes de sus propios pensamientos.
No contesté siquiera, esperaba a que alguien más lo hiciera porque sinceramente no tenía ganas de salir a ningún sitio.

-Escuché que hay una fiesta cerca de aquí.- habló otro chico metiendose una zanahoria de la ensalada sobre su plato a la boca y mirándonos sin mayor interés.

-Genial.- respondió el contrario con una sonrisa.- entonces vamos a ir.- fruncí el ceño y tomé la cuchara para volver a mi labor de comer.

-Yo no iré.- les dije con simpleza. Noté que Juan me miraba serio, mas no dijo nada, dándome la privacidad que yo necesitaba.

Le agradecí internamente. Últimamente no estaba de ánimos para nada.

-Solo que necesitamos accesos.

-Genial.- respondió con sarcasmo.- ¿y quién diablos vende esos accesos.

-Escuché que Ares los vendía.- Ahora habló un chico rubio que si no me equivocaba se llamaba Eric. Casi no participaba en ninguna decisión del grupo, y eso lo hacía mi favorito de todos.

-¿Y quién es ese tal Ares?

El contrario no dudó ni un segundo en levantar el dedo índice y señalar hasta un punto en la cafetería. Todos incluyéndome a mí miramos hasta esa dirección, y una melena pelirroja sobresalía de todos los presentes en la sala. No me fue difícil saber con quién estaba platicando animadamente cuando reconocí esos mechones rubios sentados a espaldas mías.
¿En qué momento Sam pasó de estar solo a tener de compañía a ese chico?
Ambos hablaban, y aunque el menor no le contestara tan animadamente como el pelirrojo lo hacía, parecía que no le desagradaba para nada. Y eso lo confirmó en cuanto se levantó del asiento y tras teclear varias veces en su celular mostrárselo al contrario.

¿Le estaba pasando su número de celular?
Algo muy dentro de mí hirvió por lo que sin ninguna alternativa miré en otra dirección, no servía de nada tener estos sentimientos, no me ayudaba.

-¡Ey!- volví a escuchar esa voz suave y dulce que conocía gritar un tanto fuerte al fondo del pasillo. No iba a voltear, no hacía falta, por lo que bajé mi mirada nuevamente a las verduras de mi bandeja.- ¿ni siquiera vas a apuntarlo?- volvió a aparecer.

Al diablo.

Giré la cabeza y el pelirrojo estaba parado en la puerta de la cafetería, mirando a Sam con una sonrisa socarrona en el rostro.

-No es necesario.- respondió Ares señalando su cabeza.- ya lo he aprendido.

Oh amigo no acabas de decir eso.

Apreté la cuchara sobre mi mano al punto de partirla en dos, nadie lo había notado, pero yo sí que lo hacía. Estaba rabioso, colérico sin excusa alguna.
¿Qué se suponía que tenía que hacer? ¿Correr con Sam y decirle al chico que era mío y que no podía decirle su número a cualquier tipo que conocía?
El no era mío, ni siquiera estaba cerca de serlo. No hablábamos y tenía que dejarlo así si no quería confundirlo.

Porque no quería confundirlo.

Las mejillas del rubio se sonrojaron ante las palabras de Ares, y yo me sentí cada vez peor.
¿Porqué se sonrojaba?

-Nilak...- llamó mi atención Eric.- ¿estás bien?

Desvié a duras penas la mirada de Sam y la centré en mis "amigos". No podía creer que estaba haciendo esto.

-¿Dónde dices que queda la fiesta?

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