Sam | Solo

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Siempre había estado solo.

Desde que tengo memoria he hecho todo por mí mismo, comer,  graduaciones importantes, entre otras cosas.
No me molestaba, porque uno se acostumbra a la soledad.

Lo malo de tener a alguien que siempre está a tu lado y mueve algo dentro de ti es que cuando se va es mucho más difícil volver a estar solo, y eso es lo que me estaba sucediendo en estos momentos.
Comía por mi cuenta como antes. Nilak volvía a sentarse en la mesa de Juan, y pareció que nada había pasado desde que salí de mi casa y entré a la de Claudia. Las miradas habían cesado, pero el dolor nunca lo hizo.

Miré al pelinegro desde lo lejos y me dolió aún más saber que el no me miraba, solamente permanecía en silencio jugado con la diversa comida sobre su plato. Fruncí el ceño y seguí en lo mío, desvié mi mirada hasta mi comida y comencé a comerla.
Todo se mantuvo en paz hasta que el asiento frente al mío se movió llamando mi atención.

-¿Tu novio no se sienta contigo?- preguntó Ares de forma curiosa.- ¿o es que acaso se pelearon?

-No es mi novio.- respondí de manera fría.- y no te incumbe.- el pelirrojo abrió los ojos sorprendido.

-Vaya, parece que te levantaste de mal humor.- estiró el brazo para tomar un trozo de carne de mi plato y lo comió sin mayor problema. Por un momento muy leve, me sentí mal por hablarle de esa manera, el no tenía la culpa.

-Lo siento, es solo que... no sé qué está sucediendo conmigo.- musité quedito. El chico me examinó unos momentos con sus orbes de un extremo color azul claro sin decir nada, parecía que entendía todo sin que yo tuviera que decírselo y eso me agradaba.

-Puedes contarme.- dijo sin ninguna expresión sobre su rostro.- siempre he sido algo así como un cupido.- eso me arrebató una sonrisa.

-No puedo contarte algo que no existe Ares.- le respondí con las intenciones de que el contrario se olvidara del tema y siguiera con lo suyo, pero en cambio, lo picó más.

-¿Entonces ya no son nada?

-Nunca fuimos nada.- comenzaba a cansarme.

-¿Entonces qué fue aquello en el salón?- me recordó.- no parecía una pelea de amigos.

Al recordar esa escena mis mejillas se sonrojaron por cómo el pelinegro había tratado a Ares hace un día, y algo dentro de mí me dijo que tal vez el necesitaba una explicación de todo lo que había sucedido. No estaba acostumbrado a hacer esto, pero me transmitía una sensación de paz el poder contarle mis problemas a alguien que no me iba a juzgar.

-Me besó.- confesé, mas el contrario ni siquiera se inmutó. No le tomé importancia y seguí, tratando de hacerlo lo más breve posible.- y ahora no hablamos.

-¿Cuántas veces?

-Dos.

-¿Seguiste el beso?- me puse rojo ante sus preguntas directas, y asentí con la cabeza.- ¿alguno tenía sentimientos enredados?

Lo pensé unos momentos, ¿eso sucedía?
No, no podía pasar. No podíamos.

"Que tal vez yo sí te quería besar".

Recordé las palabras de Nilak y fue como si un balde de agua fría cayera sobre mi cabeza. Por instinto miré hacia su dirección, y seguía con la mirada perdida sobre su plato, sin mirarme, sin prestarme el mínimo grado de atención.
¿Qué esperaba? El ya me había buscado lo suficiente.

-¿Tú que quieres Sam?- me distrajo la grave voz del contrario, obligándome a conectar mis ojos con los suyos.

¿Que qué quería?

-Quiero a mi amigo.- sin quererlo, mi voz sonó apagada, y eso no sería un gran problema de no ser porque yo decía algo que no quería. Claro que quería a mi amigo de vuelta, pero también mi cerebro me daba muy malas jugadas y repetía el beso del salón una y otra vez.
Pensaba en lo bien que se había sentido, y que si quería repetirlo era tan sencillo como acercarme a él y decirle lo que sentía.

Algo me lo impedía, tal vez yo mismo, y no quería saberlo.

-Entonces dile.

-¿Qué?- pregunté.

-Dile que quieres ser solo su amigo.- eso me dolió, pero era lo último que quedaba, ¿o no?

Miré mis manos por debajo de la mesa y solo asentí.

-Pero, ¿cómo?

-¿Te veo mañana?- me preguntó de repente, sin aviso alguno. Cambiando de tema repentinamente como era costumbre en él.
Fruncí el ceño ya que yo nunca había asistido a una fiesta, y me ponía un tanto nervioso el hacerlo.- ¿quieres invitar a Nilak? ¿Es eso?- negué, tampoco quería eso.

Un piquete en mi cuello me hizo dudar de todo, pero en serio estaba demasiado confundido como para tomar decisiones correctas.
No sabía lo que hacía la mayoría del tiempo, y esto era algo nuevo que aún me quedaba por hacer. No esperaría a alguien para atreverme a saltar de vez en cuando. Yo también necesitaba diversión, por primera vez en mucho tiempo comenzaba a sentirme un ser humano normal y no el chico raro con golpes en el rostro que todos conocían.

-Iré solo.- le respondí en un arrebato. Mi mente se arrepintió a los segundos, pero la sonrisa del pelirrojo me hizo callar.

-Entonces pásame tu dirección de teléfono y me avisas en donde puedo pasar por ti.- lo miré confundido.

-No es necesario que me lleves.- le respondí ligeramente. Podía llegar a esa fiesta por mis propios méritos.

-Dije que yo te llevo, no es nada del otro mundo.- insistió y termine por asentir, levantándome ligeramente de la mesa para así poder sacar mi celular de mi bolsillo y mostrarle mi numero al chico.

Era la primera vez que le pasaba mi celular a un amigo, pero no había nada de interesante. Me daba exactamente igual.

-Toma.- le mostré el número, esperando a que el chico lo anotara, pero el contrario ni siquiera se movió antes de pararse de la mesa y dirigirse a la salida de la cafetería. Me quedé en ceros.- ¡Ey!- lo llamé confundido.- ¿ni siquiera vas a apuntarlo?- Ares solamente se dio la vuelta mientras seguía caminando en reversa y volvió a mostrar esos blancos dientes.

-No es necesario.- dirigió su mano hasta apuntar su cerebro y guiñó el ojo.- ya lo he aprendido.- Y volvió a lo suyo.

Después de observar como desaparecía por la puerta de cristal, solamente atisbé a levantarme de mi asiento y caminar desinteresadamente hasta los pasillos que daban a mi siguiente clase.

Aunque no sabia porqué mis mejillas estaban tan rojas.

NilakWhere stories live. Discover now