Sam | Playa

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-¿Estás listo?- preguntó el pelinegro cuando ambos nos subimos a su vehículo. Un tanto sorprendido, miré los alrededores, era verdad que era un lindo carro.

-No sabía que tenías uno.- le dije curioso y el contrario sonrió.

-No lo tengo, lo pedí prestado.- soltó sin más y encendió el motor del mismo. Mi corazón brincó, ¿iríamos a cenar? ¿Al parque de diversiones? ¿A acostarnos en algún lugar sin hacer nada?

Secretamente todas las opciones me encantaban.

-¿A dónde vamos?- pregunté mirando por la ventana. Sin quererlo, estaba un poco emocionado.

Mentira, estaba muy emocionado.

-Quiero que escuches esta canción.- habló Nilak, notoriamente evitando el tema. ¿Estaba planeando que todo esto fuera una sorpresa?
Sonriendo, miré cómo el contrario conectaba su celular a su estéreo y me lo tendía.

-"Can I call you tonight?"- me indicó con una pequeña sonrisa en los labios, y sin más, tecleé el nombre de la canción distraídamente. La verdad yo no era mucho de escuchar música, por lo que el seleccionar la primer opción del buscador y comenzar a escuchar una que él me había prácticamente mostrado me hacía demasiado feliz.
Miré al contrario en cuanto nos paramos en un semáforo, y el chico me miró a los ojos mientras cantaba con una increíble voz ronca.- ¿Podrías decirme qué es real? Oigo tu voz en el teléfono. Ahora ya no estoy solo.- tomó mi mano.- No te vayas, no te vayas tan fácil. No te vayas, no te vayas y me dejes.

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Sentí que alguien tomaba mi hombro de manera delicada. Por lo que un tanto aturdido abrí los ojos.

-¿En serio te dormiste?- preguntó con una radiante sonrisa en el rostro en cuanto pude abrir los ojos por fin. Lo miré molesto.

-Tardamos dos putas horas dentro del auto.- reclamé y el contrario río como si yo fuera una persona extremadamente divertida. El estar enamorado era una especie de sentimiento extraño, también había notado que inusualmente ambos estábamos de un humor tan bueno que podía llegar a ser algo molesto.

-Exactamente fue una hora. Pero vas a amarme cuando veas en dónde estamos.-
Era cierto, me había quedado dormido y ni siquiera tenía idea de en dónde habíamos venido a parar, por lo que gire mi vista a los alrededores y la centré en el fondo.
Sentí como mis ojos brillaron al ver las grandes olas del océano.

¿Era en serio que me había traído a la playa?

En mi vida había pisado la arena caliente, o sentido el agua salada de estos mágicos lugares. Un tanto más sonriente miré a Nilak, abriendo la puerta del vehículo y salí de él a máxima velocidad.
Como pude, me quité los zapatos junto a las calcetas y caminé apurado entre los alegres turistas que bailaban y celebraban contentos. Moví los dedos en cuanto llegué a un lado de las grandes masas de agua, y me fue casi imposible el no sumergir los pies en ella.
Parecía un niño pequeño, pero es que esto era increíble.

-¿Quieres nadar?- me preguntó Nilak, llegando a mi lado con un par de toallas y una mochila entre sus manos. Lo observé  mientras colocaba ambas toallas en el suelo, como se veía en las películas y comenzó a sacarse la ropa de una en una.
Mis mejillas se sonrojaron en cuanto su firme pecho quedó al descubierto, y me sorprendió que ya tuviera su bañador por debajo de su pantalón.

-No sé nadar.- desvié la mirada para no ser tan evidente de mis emociones, y me sorprendió mucho el no haberme trabado como un tonto al hablar. Nilak no lo notó y me tendió la mochila que llevaba sobre la espalda, al mismo tiempo que señalaba con su mirada lo que parecían ser unos pequeños vestidores en medio de la nada.

NilakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora