Nilak | Ya no más (2/2)

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El timbre de aquella casa deteriorada sonó como un eco en un pozo. Las manos me sudaban, pero ya no había vuelta atrás, no podía salir corriendo.

No hoy.

Eran las seis de la mañana, por lo que faltaban unas dos horas para entrar a clases y me había decidido en traer a Sam conmigo, cueste lo que me cueste.
La puerta rechinó y en menos de un suspiro un señor adulto la abrió con cara de pocos amigos. Su piel morena y maltratada, además de su mal olor me dieron a entender que era alcoholico. No tenía nada en similar con Sam, pero esos ojos azules daban en prueba la persona que él era.
La sangre me hirvió al pensar en que él se atrevió a golpearlo, pero las posibilidades de hacer algo aquí se limitaron en cuanto sus labios secos soltaron las primeras palabras.

-¿Qué quieres?- una voz ronca retumbó en mis oídos. Mis manos se tornaron en puños en cuanto me dispuse a hablar con la mayor tranquilidad posible.

-¿Se encuentra Sam en casa?- pareció que el mero nombre de su hijo lo molestó cuando sus labios formaron una mueca.

-No, ese inútil no está aquí.- escupió con sorna mientras emparejaba la puerta con las intensiones de cerrarla.- desde hace dos semanas que no lo veo. Tal vez ya logró matarse después de todo.- inhalé profundamente y antes de que la madera hiciera contacto con la cerradura mi mano se colocó en el hueco de esta, empujándola y en cuestión de segundos ya estar agarrando al hombre por el cuello.

-¿Usted lo sabía?- mi voz era fría y concisa, pude sentir que el hombre se estremecía por debajo de la ropa debido a la gran altura que le rebasaba. No me importó.

-Suéltame.- mi paciencia se agotaba.

-¡Le pregunté que si usted sabía de todo esto y aún así no hizo nada!- grité perdiendo la calma y estampándolo contra la pared fuertemente. El contrario hipó ante el contacto, pero eso no le impidió mostrarme una sonrisa prepotente.

-Claro que lo sabía.- el olor a alcohol golpeó mis fosas nasales y fruncí el ceño con desagrado.- yo compraba las navajas.

Eso fue suficiente. Elevé mi puño y le propiné un fuerte golpe en la mejilla derecha; el hombre cayó al suelo, en donde una fuerte patada en su estómago volvió a aparecer por parte mía. Sentía el aire escapar fuertemente por mis fosas nasales, y sabía que no me hubiera detenido de no ser porque el hombre que estaba en el suelo comenzó a expulsar todo lo que había consumido por la boca.
Un tanto asqueado, mi furia bajó por momentos, pero aún así seguía presente. Mi mente no dejaba de divagar una y otra vez. Todos aquellos moretones, todas las cortadas las había ocasionado este hombre y aún así yo no podía matarlo por el simple hecho de ser su padre.

-No creas que no te haría nada si vuelves a tocarlo.- mi garganta se tensó, e ignoré su risa en cuanto me di la vuelta y me dispuse a subir las escaleras.

Tenía que encontrar el uniforme de Sam, todavía me quedaba mucho tiempo antes de la primera clase.

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