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Llevábamos caminando varias horas desde la guarida del norte, estaba cansando de las peleas de esos dos que sinceramente si no fuera por que los necesitaba, ya los hubiera matado. Al menos Jugo no ocasionaba problemas.
—Hemos llegado. —anunció y los tres voltean a ver un pueblo abandonado a lo lejos.
Nos adentramos en el cuando habíamos llegado hasta la entrada. Había varios puestos y edificios con suciedad, nos detenemos en uno en particular.
—Es aquí. —digo viendo el edificio.
—Este sitio se ve espeluznante. —dice Suigetsu al verlo.
—Entremos.
Al entrar, todo estaba exactamente igual a como la ultima vez que vine aquí, hace años para ser específicos.
—¿Una guarida en estas ruinas? Es nuevo para mi. —comenta Suigetsu.
—Esto no tiene nada que ver con Orochimaru. Mi clan usaba esto como un almacen de armas, nos prepararemos para la batalla que se acerca. —digo volteando a verlo de reojo.
—Los pasillos se ven tan iguales que sería fácil perderse. —dice al repasar la mirada por las paredes de la izquierda.
—Pero que deprimente lugar. El aire aquí dentro es tan pesado. —se queja Karin.
—Perdona si es deprimente aquí.
Esas voces las podría reconocer donde fueran.
—Ha pasado mucho tiempo. Denka y Hina. —saludo viendo ha aquellos dos gatos que no miraba en años.
—Lo sabía. Es la joven ___.
—¿Qué buscas aquí, nya?
—Armas y medicinas, entre otras cosas. Nos preparamos para una batalla. —contesto.
—Esos son...—murmura Karin.
—Mapaches parlantes, ¿Eh? Ven aquí. —dice Suigetsu y trata de acariciar a Denka pero se asusta cuando el le gruñe.
—Son gatos ninjas. —corrijo—. No te acerques a ellos tan descuidadamente, o te haran pedazos.
—Deberías advertirnos de cosas como ésas desde el principio.
—¿Nos trajiste un regalo, nya?
—Aquí tienen. Una botella de matatabi. —respondo y saco una pequeña botella de mi bolsillo.
