Capitulo 1: Llueve por dentro

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Dos meses después

— Ya mañana en la mañana estarán listos los documentos que necesita el señor Ford. — Dijo Anabel sentándose en su escritorio con aires de grandeza.

Alejandro irrumpió en la oficina de ella y harto de los juegos y chantajes de Anabel comenzó a discutir fuertemente. La tolerancia hacia ella era cada vez menos.

— Estoy harto de ti, harto de tus manipulaciones, de tus chantajes Anabel.

Encogiendo los hombros Anabel replicó

—  No se de que hablas

— Te voy advertir una sola cosa Anabel, saboteando mis negocios en mi empresa no vas a lograr que yo cambie de opinión.

— Ah..., ya hablas de eso. Bien, no es chantaje es una advertencia. Me usaste, te acostaste conmigo, me hiciste un hijo, un hijo que murió y a ti no te importó.

— No te amo, eso no es un secreto entre tú y yo. Y si tuvimos ese hijo, no sabes cómo me he arrepentido. Amo y amare a Isabella aunque esté muerta, aunque te duela.

Enojado salió de la oficina azotando la puerta con odio. Anabel volvió a sentarse en su escritorio dejando caer una lágrima. Cada rechazo, cada grito que recibía de Alejandro la fracturaba por dentro. Meredith no perdía tiempo para sembrar cizaña; tocó la puerta y seguido entró algo burlona.

— Eres terrible, no sirves en lo absoluto como amante al parecer. Porque mira que has tenido en bandeja de plata a Alejandro y solo has conseguido alejarlo.

Poniendo los ojos en blanco, Anabel respondió.

— No es fácil. Y menos cuando sigue enamorado como imbécil de tu prima.

— Una mujer que está muerta. No puede ser que no puedas contra eso. Definitivamente creo que me he equivocado contigo.

Dando un puñetazo en la mesa enojada Anabel vociferó.

— ¿Bueno y tu que? ¿Tan perfecta te crees?  ¿Qué crees que no me doy cuenta que andas detrás de Adrián y ni siquiera te voltea a ver?

— Eso no es asunto tuyo — Apretó los dientes — Precisamente por eso estoy aquí. ¿Tú sabes a donde se ha ido de viaje?

Encogió los hombros

— Adrián nunca deja dicho a donde va de viaje. Pero creo que esta en Atenas. Vi algo de eso en una de sus agendas. ¿A ti que más te da donde esté Adrián?

Poniendo los ojos en blanco chasqueo la lengua

— Tu con tu asuntos y yo con los míos.  Por cierto..., no se que trato tengas tú con Adrián pero te digo algo, no te conviene tenerlo cerca. Tanta cercanía podría mal interpretarse.

— ¿Que? Ay por favor él podría ser mi padre, además yo a quien amo es a Alejandro.

Meredith por momentos perdió la cordura al escuchar las palabras de Anabel. Perdió el control, la ira y los celos se apoderaron de ella. Tenía que fingir ante ella que no la odiaba, que no repugnaba su sola existencia. Casi a gritos la miró fijamente afirmando.

— ¡No! No es tu padre, no lo es. Eres huérfana, de padre y de madre entiende eso. Adrián Céspedes no es tu padre, ¿Captas? ¡No lo es! Eres una pobre recogida que tiene que andar rogando amor y migajas de atención porque ni tu propia madre de quiso. Esa es la verdad, aunque te duela, aunque te joda.

Salió de la oficina azotando la puerta abriendo aún más la herida que la vida había causado en aquella joven. Cayó sentada en su escritorio soltando una lágrima aún en trance. Aquellas palabras la habían lastimado aún más. Se cubrió su rostro preguntándose en llanto que había hecho mal para que sus padres la hubieran abandonado. Con frustración lanzó todo al suelo desvalida.

Al otro lado de la lluvia. Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt