Capitulo 5: Noche de antifaces

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Faltaban unos cuantos detalles para el baile de máscaras de aquella noche. Muchos estaban invitados a ese evento incluidos los socios de varias empresas allegadas a McCarthy enterprises. Anabel recién había recibido su vestido junto con su máscara y buscó mostrárselo a Alejandro pero él no mostraba interés alguno. Por más que quería, no podía amar a Anabel, no podía amar a ninguna mujer como amó a Isabella. Y ella, Isabella ya había regresado a España luego de casi un año de estar fuera. Pero había regresado como Lucrecia, desde aquel momento, Isabella sería solo un recuerdo al menos para su razón. El corazón aún no lograba asimilar que ahora era Lucrecia. Miró con detenimiento el vestido que llevaría puesto en la noche. Uno color rojo con una caída estilo sirena deslumbrante a la vista adornado con hermosos cristales y finos acabados perfectamente entallados. Agarró  el antifaz que hacía juego con su vestido y suspirando masculló.

— Hoy será el día..., hoy comienza todo; Alejandro no sabe qué le espera

Jimena tomando un sorbo de té la miró algo intuitiva

— Sabes, creo que más que lograr vengarte, vas a terminar doblemente enamorada de ese hombre.

— Eso jamás.

— Se te nota a leguas que amas a ese hombre con la misma intensidad con la que le guardas rencor.

— Yo deje de amar, de sentir en el momento en el que murió Isabella y nació Lucrecia. Si estoy aquí, es para hacerlos pagar, para que tengan un poco de su propia medicina.

Jimena para nada estaba de acuerdo con lo que quería hacer Isabella. Fue ella la encargada de darle esa transformación pero nadie podía transformarle el corazón, los sentimientos. Sin darse cuenta, Isabella estaba creando su propia autodestrucción al pretender enamorar y vengarse del hombre que amaba bajo otro rostro.

— Aquí tienes los recibos y contratos firmados de la compra de acciones de Harrison Cruises

— Bien, quiero que Alejandro Harrison se entere que Lucrecia Monterrubio compró el veinte por ciento de las acciones después de la reunión de hoy. Logra que hagamos una reunión de socios en Harrison Cruises.

Nicolás asintió con la cabeza

— Así será señora, ¿Algo más que se le ofrezca?

— Si, ¿sabes quienes están invitados a ese baile?

— Pues de las personas allegadas a usted, Rosalía, su prima Meredith, Adrián Céspedes, Alejandro y su novia Anabel.

Isabella lo miró fulminante

— No vuelvas a llamarla así, esa imbécil no es más que una ilusa que no tiene idea de lo que le va a costar sus cinco minutos de "amor" junto a mi marido.

Jimena carcajeó

— Oh ahora es tu marido, es que tú solita te delatas cariño

— No quise decir eso, era mi marido. Ahora es un total extraño para mi.

Jimena volvió a reír cruzándose de brazos.

— Es el padre de tu hijo. Realmente no sé cómo le vas hacer para vengarte cuando es obvio que cuando lo veas te vas a derretir por el.

Isabella curvó la comisura y enseñándole los documentos que Nicolás le había entregado respondió con frialdad.

— No me subestimes. Ya el infierno para Alejandro y Anabel ha comenzado y aún no se enteran. Alejandro pronto no le quedará más que su apellido; haré que se quede en la miseria y lo estoy comenzando a hacer. Respecto a Anabel Palacios, nada le dolería más a esa mocosa que perder su licencia profesional y sentir por segunda vez como otra mujer le arrebata a su querido Alejandro.

Al otro lado de la lluvia. Where stories live. Discover now