Capitulo 22: Dos hermanas

5.2K 614 72
                                    

Sentía que se volvía loca con tantos secretos. Mirando las fotografías de sus hijas, derramó una lágrima desgarrándose por dentro un poco más. Sin quererlo, le había negado a una de ellas una vida, no había podido estar a su lado como su madre y en ahora comenzaba a sentir las consecuencias. Quería gritar a los vientos las verdades que ocultaba pero si lo hacía, la herida podría ser mortal para aquella hija que abandonó cobardemente. Quizá las circunstancias la habían orillado a hacerlo, la inmadurez, el miedo, el dolor pero aún así, la dejó y eso era algo que la atormentaba día y noche. Pero sus decisiones ya estaban tomadas, ya habían hecho daño. No poder estar al lado de esa hija como quería y tener a otra descarrilada y llena de maldad y oscuridad. Sostenía una taza de té con ansiedad, tanto que Isabella lo había notado.

— Tía , ¿estás bien?

— Si cariño, es solo que no he dormido bien.

— ¿Segura?

— Sí, y ¿tú cómo estás?

Resoplando tomó un sorbo de su té

— No hay un día en que pueda decir que estoy bien. Solo vivo y ya, en un rato pasaré por Daniel.

Rosalia aclaró su garganta y preguntó algo temerosa.

— ¿Qué recuerdas de tu madre?

Isabella algo extrañada respondió.

— pues casi nada, murió cuando era muy niña. Quisiera tener más recuerdos de los que puedo guardar.

— Ella también le hubiera gustado tenerlos, más de lo que te imaginas.

Isabella algo conmovida, algo pensativa por un momento intentó recordar a su madre, pero su realidad era que apenas podía definir un rostro. Y no entendía por qué. Se supone que al menos la recordara, recordara su rostro pero no podía.

— Dime tía, ¿cómo era ella?

Rosalia bajó la cabeza algo melancólica. Intentó no llorar, no demostrar cómo sus emociones en gran parte de las ocasiones terminaban venciéndola. Curvando la comisura de sus labios suspiró.

— Cuando se enteró que estabas en camino, era muy joven. Inexperta, llegó a pensar que no podría con la responsabilidad. Pero el miedo no la detuvo, te tuvo y fue..., fue muy amorosa, tenía planes contigo. Créeme que muchos — derramando una lágrima sonrió — Ella siempre te vio como la luz de sus ojos aunque no pudo demostrarte nunca cuánto te amó. Aunque a veces no es suficiente amar a alguien para protegerlo, para demostrar ese amor.

— Tía, no entiendo porque hablas así. A veces siento que hablas queriendo decir otra cosa.

Rosalia sonrió tenuemente

— No es nada, ideas tuyas.

— ¿Y Meredith?

— No se nada de ella, a veces quisiera buscarla pero no me atrevo. Sabes, tengo miedo de mi propia hija. La creo capaz de tantas cosas que de solo pensarlo me espanta. Siento que he hecho todo mal, no he podido hacer de ella una mujer de bien, no entiendo porque te odia tanto, trato de entenderla pero no lo logro.

Isabella agarró una de las manos de Rosalía queriendo mostrarle que estaba con ella sin imaginar las culpas que Rosalía estaba cargando. 

— Tía, no te martirices tanto, Meredith es como es y nada de lo que hagas podrá cambiarlo. Ya tengo que ir a recoger a Daniel.

— Isabella, reconsidera tu situación con Alejandro por favor, ustedes se aman. 

Ella no respondió, solo se levantó y se fue sin poder tocar ese tema que aunque lo intentaba, no podía ocultar por mucho tiempo que le dolía.

Al otro lado de la lluvia. Where stories live. Discover now