Capitulo 7: Mariposas

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— Señora, ¿Está lista? Alejandro Harrison está fuera esperando a que le permita pasar.

Era la primera vez que Alejandro vería el rostro de Lucrecia. Aunque por fuera quería verse muy decidida, y fuerte, la verdad es que moría del nervio. Tras terminar de fumarse un cigarrillo suspiro y apretando los dientes con la mirada dio permiso a que Alejandro entrara a su oficina. El al entrar y ver el rostro de aquella mujer quedó impactado. De uno de sus ojos se derramó una lágrima que ni él mismo había logrado percatarse.

— ¿Isabella?

— ¿Perdón? ¿Se siente bien?

Parecía que se le había ido el aliento. Cabellos rubios, ojos de distinto color, ropa un tanto más atrevida y escotada además de una personalidad más fresca y despreocupada pero aún así, su esencia seguía siendo la misma, algo había en Lucrecia que estremecía a Alejandro.

— Eres identica

— No se de que hable pero me llamo Lucrecia. No me gusta que me comparen con nadie, Harrison. Ni siquiera con mi amiga.

Alejandro aún algo aturdido se sentó y seguido lo hizo Isabella. Ambos tenían el corazón a mil. Pero a ella le movía más el odio que sentía por él.

— ¿Quién es usted? ¿Cómo es que Isabella nunca nos habló de usted y resulta que ha heredado todo lo suyo? Dudo mucho que usted fuera siquiera conocida de mi esposa.

Isabella achinó los ojos y mirándolo fijamente arqueó una ceja.

— ¿Quiere que se lo compruebe? Usted es el viudo de mi mejor amiga. También se que la apostó por dos millones de dólares. Por ese motivo se casó con ella. Si esta bien añadir también que fingió amarla para envolverla y meterse en esta empresa también. Se suicidó por su culpa, estaba embarazada de usted, no le conozco pero con saber cómo fue con ella, me atrevo a concluir que usted es una mierda de persona.

Dando un manotazo sobre el escritorio la miró con enojo y advirtió casi a gritos.

— Le voy a decir una cosa, no se quien demonios eres y tampoco me interesa pero no te voy a permitir que hables por mi, que te metas con mis sentimientos, con nada que tenga que ver con Isabella. No se meta en cosas donde no tiene cabida ¿Entendió?

Jugando con un lápiz, Isabella sonrió sin darle importancia al enojo de Alejandro.

— No me interesa ni su vida, ni lo aberrante que puede ser usted como hombre señor Harrison. Lo que nos compete a usted y a mi son los negocios.

— No tengo ningún tipo de negocio que tratar con usted.

Isabella sonrió llena de sarcasmo

— No se apresure tanto, porque luego puede que se tope con verdades agrias Harrison. Soy la nueva presidente y dueña de esta empresa y tengo entendido que usted tiene acciones aquí. Por ende, tiene que hacer negocios conmigo.

Alejandro negó con la cabeza

— Tengo acciones, pero eso no me obliga a hacer negocios con usted. Al contrario, tengo acciones en su compañía, por ende soy dueño igual.

Isabella rápidamente borró de su rostro la sonrisa sarcástica que llevaba en su rostro. Apretó los dientes y fingiendo que la respuesta de Alejandro no le afectó en lo absoluto, ella le respondió con firmeza.

— ¿Y por cuánto tiempo sería eso? Porque no es novedad que Harrison Cruises está al borde de la quiebra, ¿cuánto tiempo pasará hasta que usted mismo venga a donde mi pidiéndome que le compre sus acciones en mi propia empresa?

Al otro lado de la lluvia. Where stories live. Discover now