Capitulo 18: Todo se sabe

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Se lo había ganado, a pulso. Anabel fue a ver a Isabella buscando marcar la guerra entre las dos y esta vez estaba dispuesta a cualquier cosa. Entró al despacho sin anunciarse y dejando de hacer lo que estaba haciendo, Isabella levantó la vista para luego chistar indignada.

— No tengo tiempo y menos para desperdiciarlo contigo.

— ¿Cuando le vas a decir a Alejandro quien eres? No, mejor, cuando le vas a decir que eres la causante de su ruina.

Apretó los dientes y buscando no caer en las provocaciones de Anabel, Isabella respondió.

— Yo más bien me pregunto, ¿cuándo es que vas a dejar de envidiar todo lo que soy? Eres tan poca cosa que tienes que estar viviendo a la sombra de lo que soy.

Anabel sonrió con burla

— No querida, no soy yo la que vive entre mentiras y falsedad. No soy yo la que está destruyendo al hombre que supuestamente ama. Jamás envidiaría ser tu en estos momentos porque créeme que Alejandro te va a odiar y de eso me voy a encargar yo.

— Ya, y pretendes que odiándome a mi, ¿Te ame a ti? Quiérete un poquito niña aunque bueno, es lógico que si la que te trajo al mundo no te quisiera, menos lo vas hacer tú.

— Ya no me ofendes con tus insultos. Tú y mi madre son lo mismo, escoria. Tienes hasta hoy en la noche para decirle a Alejandro quien eres. Porque si no lo haces, lo haré yo.

Isabella cruzó los brazos riéndose con burla.

— ¿Y tu crees que me voy a dejar chantajear de una mocosa? Recógete y lárgate de mi empresa

— ¿No me crees capaz? Bien, pruébame. Te dije un día que vivirá solo para destruirte así como tú lo has hecho conmigo. Y así sea lo último que haga, haré que seas una infeliz, que seas una miserable así como lo has hecho tú conmigo.

Siempre apareciendo en momentos menos oportunos, Alejandro entró al despacho al verlas a las dos juntas. Cada vez que esas dos estaban juntas nada bueno pasaba. Anabel se sonrió teniendo la oportunidad perfecta de hundir a Isabella frente a Alejandro.

— Tu qué haces aquí Anabel

— Yo, yo estoy aquí para abrirte un poco los ojos. Porque al parecer o estás ciego o no has querido ver lo que tienes enfrente.

Isabella asustada intervino.

— Te atreves a decir cualquier cosa y te juro que lo vas a lamentar.

— ¿Qué más voy a lamentar? Ya no me puedes hacer más daño del que me has hecho.

— ¿Qué es eso que no puede decir Anabel, Lucrecia?

Isabella no tenía el valor, temía por la reacción de Alejandro y ahora más que había dejado a toda su familia sin posición ni dinero. Intentó hablar pero el miedo la había paralizado por completo. Estaba en un trance del que Anabel había sacado ventaja.

— Te lo dire directo y sin rodeos. Lucrecia Monterrubio e Isabella McCarthy son la misma persona. Esta mujer te ha visto la cara de imbécil todo este tiempo.

— Esta mujer está loca. Ya no sabe qué inventar para llamar la atención. Creo que hasta borracha esta. — Afirmó isabella insistiendo en guardar su secreto.

Anabel se volteó para encararla y enojada vociferó.

— ¡Ya deja de mentir! Rosalía también lo sabe, yo te escuché. No vas a poder seguir con esta farsa, anda dile a Alejandro como te has vengado de él dile que....

Alejandro la interrumpió con seriedad

— Anabel, déjanos a solas.

— Pero...

Al otro lado de la lluvia. Where stories live. Discover now