Capitulo 29: El inicio del fin

5.9K 601 45
                                    

Verla allí, tendida en una cama rodeada de máquinas pitando, falta de vida, tan frágil que en cualquier momento podía irse, le removió montañas a Isabella en su interior. Las lágrimas cayeron de sus ojos sin poder detenerlas y el dolor de ver a su madre al filo de la muerte la deshacían.

— Lo mejor es que se despida de ella señora, está muy débil, tiene varias hemorragias internas, está muy mal internamente.

Isabella negó con la cabeza alterada.

— ¡No! ¡No sea Inútil! Nada es imposible, pagaré lo que sea, ¡Lo que sea!  La trasladamos al mejor hospital, hago cualquier cosa.

El médico apenado bajó la cabeza.

— No se trata de dinero, ya está fuera de nuestras manos. Estamos considerando llevarla a quirófano pero el porciento de que salga con vida de ahí es menos de un dos por ciento señora. Además no responde a ningún estímulo, es como si no quisiera regresar, mejorar.

— Tiene que haber algo para hacer. ¡Lo que sea!

— Amor, calma. Quizá el doctor tenga razón aunque sea duro de aceptar. Ve, entra con ella. Toma el tiempo que necesites.

Apenas podía dar los pasos firmes sin titubear. Entró a la habitación de Rosalía y aquella imagen se quedó incrustada en su memoria. Dio unos pasos hacia Rosalía y agarrando una de sus manos se desplomó en llanto.

— No..., no se ni que decirte. No quiero quiero que te vayas. Dije cosas, cosas horribles lo sé..., soy una idiota. Debí escucharte, debí..., debí hacerlo.

Rosalia casi sin fuerzas abrió los ojos y lo único que sentía era un intenso dolor por todo su cuerpo. Pero al ver a Isabella todo se le alivio. Soltó una lágrima de felicidad. Solo la observaba agonizando y lo único que quería era hablar, advertirla de Meredith pero no podía. Apenas podía articular palabra.

— Fue... yo...

— No hables, no te esfuerces por favor. Vas a estar bien, vamos a poder hablar y sea lo que sea, te prometo que lo voy a entender pero por favor no me dejes sola. Te necesito

Estaba desesperada, quería advertirle a su hija del riesgo que corría y solo consiguió alterarse.

— Ella..., fue...

— Shhh por favor no te exaltes. Te vas a poner bien, Rosalia por favor no te vayas. — Suplico Isabella entre lágrimas.

— Al parecer cada cual tiene lo que se merece...

Isabella se volteó y vio al pie de la puerta a Meredith observándolas con envidia. Al Rosalia escucharla se descontroló, sus latidos se dispararon y todas las máquinas comenzaron a sonar sin cesar. Jamás había imaginado que le tendría pavor y terror a su propia hija.

— ¿Tu qué haces aquí? Lárgate

— Tu a mi no me dices donde estoy o no. Vine a ver a mi madre..., oh perdón nuestra madre.

Rosalia empeoraba e Isabella salió corriendo a buscar a los médicos. Meredith se acercó a ella aprovechando que había quedado a solas con Rosalía y acercándose a ella le quito el oxígeno haciéndola agonizar aún más.

— Es mejor que te mueras, porque si quedas viva tu infierno no tiene descripción mamita. Dices algo, haces algo y tu adorada Isabella y Anabel se mueren así como se murió Laura y cómo deberías estarlo tú.

Disfrutaba viendo cómo poco a poco se quedaba sin oxígeno. Lentamente le volvió a colocar la línea de oxígeno susurrándole al oído.

— Muerete, te conviene, Rosalia.

Al otro lado de la lluvia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora