Capitulo 8: De cara a la envidia

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Se había puesto el vestido más provocativo, el labial más intenso y mirándose al espejo se sonrió sabiendo que lo tendría en sus manos pronto. Aprovecharía la belleza de Lucrecia Monterrubio para volver loco a Alejandro, para confundirlo, para enredarlo, enamorarlo y finalmente destruirlo. Al menos esos eran sus planes pero su corazón podría ser una que otra vez un tropiezo en su venganza. Llegó a la empresa de los Harrison y entrando a la sala de juntas sorprendió a más de uno. Alejandro y su familia quedaron en una pieza. Con una sonrisa algo sarcástica, Isabella comentó.

— Al parecer he dejado a más de uno sin palabras. Me encanta.

— Usted...., ¿usted es?— Preguntó Renata algo confundida

— Lucrecia Monterrubio, nueva dueña de McCarthy enterprises y ahora también dueña de una parte de esta compañía.

Alejandro protestó

— Eso no puede ser, es imposible que usted sea dueña siquiera de una acción aquí.

Isabella volvió a sonreír y haciéndole llegar una carpeta arqueó una ceja.

— Deben entonces ver bien con quien hacen negocio y a quien le venden sus acciones,  Harrison. Soy dueña del veinte por ciento de esta compañía. Usted puso a la venta hace un mes esa cantidad de acciones en la bolsa y yo las he comprado. Ni modo, nos tendremos que ver más de lo que tenía usted planeado.

— Usted es todo una caja de sorpresas — Hirviendo de rabia por dentro, Alejandro estrechó su mano — Pero no quedando más, le doy personalmente la bienvenida a nuestra empresa.

Isabella sonrió retante. Sin dejar de mirarlo fijamente estrechó su mano.

— Comencemos con la reunión entonces, Harrison.

Isabella ocupó uno de los espacios vacíos en la mesa y no podía evitar sentir que su interior revoloteaba. No sabía dividir sus sentimientos en dos, lo amaba pero también lo odiaba, quería dejar todo por la paz pero no podía, el dolor le cegaba más.

— Y bien, ya que usted es la nueva socia, que propone para levantar una empresa que prácticamente está en la quiebra, Señora Monterrubio. — Argumentó Alejandro

— Muchas cosas Harrison, pero quizá varias de ellas no les haga mucha gracia a ustedes.

Renata intervino

— Bueno pues si nos explica, quizá le entendamos mejor.

Isabella suspiró y decidida a acabar con lo que quedaba de aquella familia respondió.

— Extrañamente luego de la muerte de Isabella McCarthy su empresa, Harrison Cruises se ha visto en grandes apuros económicos. Tantos son que se han visto obligados a ceder gran parte de sus acciones que ahora me pertenecen.

El padre de Alejandro intervino algo incómodo

— Díganos algo que no sepamos, señora

Isabella sonrió

— Bien, las acciones de Harrison Cruises hace un año estaban valoradas cada una en un mínimo de dos mil euros, en el periodo de un año, cayeron a valer prácticamente nada. Yo he perdido dinero al comprar acciones en una empresa que en unos meses tendrá que irse a quiebra por falta de liquidez. Yo les propongo una cosa muy fácil y sencilla. Quiero comprar el resto de las acciones de Harrison Cruises, quiero el ochenta por ciento restante de esta empresa.

— Está usted loca. Jamás venderemos esta empresa y menos a una aparecida — Chisto Alejandro

— Es eso o que se vayan a quiebra. No tienen liquidez, tampoco activos. Nadie quiere invertir en esta empresa porque es una pérdida de dinero, pero yo puedo hacer que esta empresa vuelva a ser la que era.

Al otro lado de la lluvia. Where stories live. Discover now