Capitulo 19: Entrega al amor

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Miró el reloj varias veces mientras tomaba un trago a su copa. Quería fingir que la fecha no le afectaba, que aquella boda era indiferente para ella, pero la verdad es que moría por dentro lentamente. Se miró al espejo tal y como era, esa imperfección en sus ojos que tanto la acomplejaba, la miró de frente. Uno azul, el otro gris. Creía parecer un fenómeno y se veía esclava de lentes de color para ocultar lo que para ella era motivo de vergüenza. Se miraba y lo que veía frente a ella no le agradaba, entonces ¿Por qué tenía que agradarle a otro? Había fracasado con Alejandro, tanto que su dignidad se había lastimado gravemente. Cepillaba su cabello mientras se miraba fijamente odiando lo que reflejaba dejando la copa a un lado.

— Quizá por eso te odio tanto, por tenerlo todo y aún así ser un asco de persona, Isabella. — Terminó su copa sonriendo con burla a sí misma — Una total ilusa al creer que el hombre que me salvó la vida, podría sentir algo por mi.

La invitación estaba sobre la cómoda , tenerla allí era como tener un puñal clavado constantemente. Le había prometido a Sebastián no ir a aquella ceremonia, pero no podía quedarse allí sentada. Necesitaba ver con sus propios ojos aquella ceremonia para convencerse que otra vez más, la dejaban por otra opción mejor. Raquel se arreglaba entusiasta, llevaba un hermoso vestido de novia con corte romano con cientos de cristales adornando su torso. Docenas de mujeres dando detalles a su apariencia y una sonrisa de victoria en su rostro aunque muy bien sabía que Sebastián estaba muy lejos de amarla, pero la fortuna de los Ferrari, sería suya al fin. Sonreía al mirarse con todos aquellos lujos y sentir cómo le hacían todo, ya se veía malgastando la fortuna de Sebastián a su conveniencia sin preocupación alguna. Una de las estilistas le colocó el velo de novia y comentó.

— Ya está lista, se ve hermosa.

— Lo se, y ahora lo seré más siendo toda una señora.

— ¿Que se siente saber serás una señora solo por un papel?— Comentó Sebastián entrando a la habitación — salgan de aquí — Le pidió a las mujeres allí presentes.

Raquel sonrió con burla. Arqueando una ceja respondió

— Es de mala suerte que el novio vea a la novia antes de la boda.

— Ya no puedes tener más mala suerte de la que ya tienes. Aun estamos a tiempo de parar este circo.

— Sebastián, te guste o no, vas a ser mi esposo. Porque a ti te conviene, porque a mi me conviene, porque puede más el dinero que otra cosa. Así que mejor hazte la idea de que serás mi marido.

— No te amo, ¿eso no te es suficiente?

— El amor no lo es todo en esta vida querido. No me amas, pero tampoco a ella porque si la amaras tanto como dices, tendrías los huevos de renunciar al acuerdo que tenemos. Pero falta hombría, falta mucho.

— No tienes idea de cuánto te detesto.

— En cambio, yo te amo mucho, querido esposo — Replicó sarcástica.

No había mucho que él pudiera hacer. Salió de aquella habitación frustrado. Jamás imaginó que el día de su boda fuera el peor de su vida. Y lo más que le jodía era que Raquel tenía razón, no tenía los cojones para cancelar aquella farsa. Veía entrar los invitados a la iglesia y más le pesaba lo que haría. Sus padres habían llegado mirando todo con sentido de crítica y su madre disimuladamente se acercó a su hijo comentando.

— Espero que después de esta boda nuestro imperio crezca querido.

— Madre, ¿es lo único que le importa adquirir de mi cierto? Solo le importa el estatus social

— ¿Qué más podría importarme?

— Ve a sentarte, ya la ceremonia está por comenzar.

La iglesia estaba a capacidad, definitivamente sería la boda del año. De la que todos hablaban y hacían noticia. Allí estaba Sebastián con un caro traje de novio negro y una rosa adornando el mismo. Intentaba fingir felicidad pero eso es una de las pocas cosas que no se puede conseguir fingir. Debería haberse sentido afortunado; la mujer con la que se casaría era perfecta ante los ojos de todos y el prototipo perfecto de mujer. Raquel era ciertamente hermosa, poseía un cuerpo envidiable y un rostro hermoso. Ojos azules, piel clara con pecas tiernas adornando su rostro y una sonrisa que superficialmente parecía inofensiva. Del brazo de su padre, camino hacia Sebastián luciendo un hermoso vestido de novia con una sonrisa envidiable. Todos la veían con entusiasmo y nada podía ser mejor. Al llegar al lado de Sebastián, agarró su mano colocándose a su costado.

Al otro lado de la lluvia. Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin