Capitulo 3: Un café echado a perder

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Habían pasado unos cuantos días. Unos en los que Isabella se volvía loca imaginando que podía estar pasando por la mente de Alejandro. Días en los que Anabel y Alejandro se habían acercado un poco más dándole nuevas esperanzas a Anabel. Él había reflexionado un poco sobre lo que su madre le había dicho; debía seguir con su vida aunque cada mañana que se levantaba y cada noche en la que iba a dormir estaba Isabella en sus pensamientos. Llegó a pensar que era un karma por haberla traicionado de la manera que lo había hecho. Tenía mil problemas encima y sentía que enloquecía. Su empresa yéndose abajo, su cabeza en otro lugar. Miró una y otra vez los documentos y estados financieros y más estrés le causaba.

— ¿No hay otra salida?  Quizá sí modificamos precios en los paquetes atraigamos más clientes. No se algo, algo para que no tengamos que llegar al punto de prácticamente vender la empresa.

Su padre negó con la cabeza igual de frustrado que él

— Me pesa más que a ti tener que llegar a este punto Alejandro. Pero no me explico cómo , hemos perdido clientes, contratos millonarios, y de un momento a otro el valor de las acciones en la bolsa cayeron fatalmente.

— No hay más, tendremos que vender el veinte por ciento de las acciones de la compañía si queremos conservar Harrison Cruises en el mercado.

Estrechándole una carpeta con la propuesta de compra de acciones de un inversionista resopló algo inconforme.

— Ya hay alguien interesado en comprar las acciones. Échale un vistazo

Alejandro abrió la carpeta y ceñudo argumentó.

— ¿Quien es esta persona?  ¿Porque no aparece su nombre?

— Prefirió quedarse en el anonimato.

— Es absurdo, está pagando el doble de lo que realmente valen estas acciones. Es ridículo que alguien de tanto dinero por ellas, y más en una empresa que está al borde de la quiebra.

Puso los ojos en blanco y algo harto de tanta pregunta el padre de Alejandro le respondió.

— Lo que nos debe de importar, es que alguien está dispuesto a invertir. Lo demás son solo suposiciones Alejandro.

— Quiero saber quién es, de quien se trata el nuevo socio.

— Ya te dije que es anónimo

— ¡Joder pero es que no puedes hacer un negocio de tal magnitud a ciegas! Todavía tenemos las secciones de McCarthy enterprises; podemos venderlas. Están muy bien valoradas en el mercado.

Negó con la cabeza

— Esas acciones no se venden Alejandro. Los hoteles que tenia Isabella son uno de los más conocidos y cotizados del mundo hotelero. Vender esas acciones sería una estupidez.

Alejandro no aceptaba vender lo que consideraba como su patrimonio, el de su familia. No quería bajo ningún motivo que nadie extraño tuviera poder y decisión dentro de la empresa.

— Si Isabella no estuviera muerta, juraría que todo esto que nos está pasando es obra de ella en venganza por lo que le hice. Es imposible que de la noche a la mañana una empresa millonaria  se vaya a la quiebra así. Haz lo que te dé la gana al final no me tomas en cuenta para decisiones de negocios.

Airado salió de la oficina en negación. De alguna manera tenía que averiguar quién era ese socio, quien estaba dispuesto a dar tanto dinero por nada. Dispuesto a encontrar respuestas, entró a la oficina de la directora de finanzas.

— Alejandro, ¿Ocurre algo? Sabes que debes hacer cita para...

— A ver no tengo que hacer cita en mi empresa para tratar asuntos que me preocupan sobre la misma. Necesito que me digas quien ha hecho la oferta de compra venta de las acciones de la compañía.

Al otro lado de la lluvia. Where stories live. Discover now