Capitulo 17: Un alma perdida

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Subió al coche y quitándose los guantes cerró los ojos algo agitada. Había acabado con un problema o al menos eso creía. Regresó a la casa donde su madre la esperaba con otra discusión y esta vez una definitiva.

— Tenemos que hablar

— No tengo nada de qué hablar contigo.

A gritos Rosalia respondió

— ¡Yo si y me vas a oír! Estoy harta de que hagas y deshagas. Cansada de que causes daño y atropelles a quien se te cruza en medio.

Poniendo los ojos en blanco, suspiró.

— Ahora a qué viene este sermón

— No voy a permitir que conviertas a Anabel en una alcohólica igual que...

— ¿Igual que tú Isabella?  ¿Igual de borracha que su madre? ¿No crees que es lindo?

— Estas loca, no tienes idea de como me avergüenzas.

Mirando a su madre con odio apretó los dientes y respondió con ira y resentimiento.

— Te hubiera encantado que no fuera yo tu hija, que hubiera sido Isabella. Eso es lo que te jode, no puedes cambiar esa realidad. Anda, ¡Acéptalo de una jodida vez!

— ¡Si! Hubiera preferido que fuera ella mi hija, mil veces antes de que fueras tú, porque eres una corrompida, me da vergüenza enza ser tu madre. Todo lo que haces es para dañar, para destruir. Yo no te eduque así.

Camino hacia su mamá y deteniéndose sólo a centímetros de ella, la miró fijamente y sin sentir absolutamente nada por Rosalía respondió.

— Soy lo que soy gracias a ti. Porque eres tan mala madre que preferiste criar y cuidar a otra antes que hacerlo con tu hija. Toda la vida me has dejado sola, me has convertido en la maldita sombra de Isabella. Si te doy vergüenza, deberías entonces sentir asco de ser tú porque no he visto peor madre que tú. No eres nadie para juzgar lo que hago o dejo de hacer.

Rosalia negó con la cabeza indignada.

— A mi no me vas a echar la culpa de que seas el monstruo que eres. Eres lo que eres porque te ha dado la gana, porque no te ha faltado nada, has elegido ser quien eres porque te dio la gana.

Con burla Meredith chistó

— ¿Que me has dado tu a mi? Toda la vida has vivido de las sobras de los padres de Isabella. Dime, ¿Que me has dado? Ni siquiera sabes quién demonios te embarazó y gracias a ti soy una bastarda que no sabe quién es su padre. ¿Tú? Tú eres un fracaso como mujer, como madre, toda tu eres un fracaso.

Ofendida, Rosalia abofeteó a Meredith haciendo que en ella el odio se descontrolada. No lo pensó, el odio que sentía le ganó y correspondiéndole el golpe a su madre vociferó.

— Te dije que la próxima vez que me levantarás la mano no respondía, jamás en tu miserable vida se te ocurra ponerme un dedo encima.

Rosalía quedó en trance, tocando su mejilla derramó una lágrima llena de dolor y desilusión. Nunca pensó que su hija fuera capaz de levantarle la mano y mucho menos con esa naturalidad. Jamás había sentido el desprecio y falta de afecto tan certero en su hija. Apenas pudiendo hablar, Rosalia dijo.

— Vete, tienes media hora para recoger tus cosas y largarte de esta casa. No quiero volver a verte en mi vida, me avergüenzas.

Meredith no puso pero alguno, subió a su habitación y comenzó a recoger sus cosas declarandole la guerra a su madre desde aquel momento. No tenía límites, después de haber acabado con Laura, podía hacer lo que fuera sin remordimiento alguno. Bajó  con sus maletas y antes de salir de detuvo frente a su madre sonriendo con burla.

Al otro lado de la lluvia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora