¿Esto es un sueño?

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Abrí lentamente los ojos pues los rayos del sol me enceguecían, haciéndome dificultosa la apertura de los mismos. El calor se hacía sentir, por lo que tenía que salir de ahí y buscar alguna sombra antes de que terminara con quemaduras producidas por el sol. Me incorporé poco a poco, mientras me cubría la vista con la mano, para evitar que los rayos solares lastimaran mis retinas.

_¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?_, fue lo único que atiné a decir, ya que estaba completamente anonadada al darme cuenta de que ya no me encontraba en la biblioteca a la cual había ido en la tarde, y que tampoco estaba en mi ciudad.

Me encontraba en una zona totalmente desconocida para mí, y al parecer no había ninguna otra persona en aquel sitio. Por un instante, me sentí por completo angustiada ante el hecho de que por primera vez en mi vida, me había extraviado, y lo peor de todo, es que no sabía cómo.
No tengo idea de qué manera fue que llegué a este lugar...por Dios, ¿dónde estaba? ¿Qué demonios había pasado en esa biblioteca y con aquel libro? Lo último que recuerdo es que el salón en el que me encontraba se llenó de una luz cegadora que provenía de ese antiguo libro, al igual que un zumbido extraño y un viento comenzaron a intensificarse cada vez más, hasta que finalmente la realidad desapareció ante mis ojos y... todo está en blanco... No recuerdo qué es lo que pasó luego; todo lo que sé es que al abrir mis ojos ya no podía distinguir nada de lo que conocía.
Ya de pie, comencé a mirar a los alrededores tratando de reconocer la zona en la cual me encontraba, pero nada me resultaba conocido; esto es muy extraño, ¡es como si no estuviera en mi ciudad!
Traté de dar unos pasos pero estaba mareada, por lo que trastabillé y caí al suelo pedregoso y árido de esa zona.

_Grandioso, ¡ahora mi uniforme está sucio!_ exclamé con exasperación en voz alta, maldiciendo una vez más, mi mala suerte.

No parecía haber nadie en los alrededores; sólo podía oír el canto de los pájaros y el sonido de las hojas de los árboles meciéndose por la brisa. Observé con detenimiento el paisaje que me rodeaba, y entonces me dí cuenta de que había algo conocido en ese sitio...
_Un momento, este lugar se parece a... ¡¿Grecia!? Pero ¿qué hago aquí?__, continué hablando en voz alta para dejar salir mi frustración.

El lugar parecía digno de una postal: hacia un lado, se podía observar una acrópolis a lo lejos, enmarcada por un perfecto azul cielo, sin ninguna nube interpuesta; hacia el otro, un camino de color rojo sangre que parecía infinito y descendía de una colina, del cual emanaba una maravillosa fragancia a rosas. También se podía divisar un camino hecho de piedrecillas a cuyas laderas estaban plantados varios árboles de olivo, de cuyas ramas asomaban sus frutos verdosos y suculentos.
Comencé a caminar con lentitud tratando de encontrar algún rastro de civilización o alguna persona que me pudiera dar razón sobre el lugar en el cual me hallaba; luego de un buen rato, pude divisar un árbol de copa frondosa al pie del cual parecía haber una persona sentada a su sombra, así que me acerqué lentamente. Estaba sentada de espaldas a mí, parecía tener una especie de uniforme, ¿una armadura, quizás? que resplandecía con una luz dorada con los rayos del sol, una capa de un blanco impoluto que se movía al compás de la suave brisa, y una larga y brillante cabellera dorada.

_Hola, buenas tardes, disculpe ¿podría ayudarme? Creo que me extravié_ , dije con una voz un tanto dubitativa y sorprendida a la vez, al reparar en que hasta el idioma en el que me expresaba ya no era el mismo. _Pero ¿qué es esto? ¿Estoy hablando griego antigüo? ¡¿Qué demonios está pasando?! ¿Por qué está sucediendo esto?_, pensé interiormente, sin dejar salir una sola palabra. Realmente comenzaba a asustarme.

En ese momento, la persona a la cual me dirigí se incorporó de la posición de loto de meditación en la que se encontraba y se giró lentamente hacia mí: allí pude ver que se trataba de un muchacho alto, esbelto, atlético, de facciones masculinas pero a la vez tan bellas como jamás había visto antes en mi vida. Sin duda alguna su atractivo físico me sorprendió de sobremanera y provocó que mis mejillas ardieran, lo que me disgustó un poco, puesto que ya no era una adolescente para tener ese tipo de reacciones. Suspiré para intentar alejar de mí una  sensación extraña que había comenzado a formarse en mi interior, al mismo tiempo que intentaba controlar los latidos de mi corazón que, imperceptiblemente, se habían acelerado sin explicación. Aquel caballero de brillante armadura parecía salido de una novela histórica como las que acostumbraba leer; era extraño encontrar un personaje como aquel, pero lo que me llamó sumamente la atención fue que tenía los ojos cerrados.

CONTINUARÁ...

Dónde estás tú...? (COMPLETA)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant