Para mí siempre es de noche

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Me encontraba en mi habitación en la casa del Anciano Sanador, tumbada sobre la cama y abrazada a la almohada,  que se había humedecido producto de mis lágrimas, más no podía dormir después de la noticia que me había dado Ásmita.
En el fondo de mi ser, sabía que eso podía pasar en cualquier momento, sólo que no pensaba que fuera tan pronto, o quizás secretamente albergaba la esperanza de que ese momento jamás llegara. ¿Por qué cuando por fin había encontrado a la única persona en el mundo que me escuchaba y comprendía todos los sentimientos y pesares de mi alma, tenía que dejarla ir? ¿Por qué debía resignarme a perderlo ?
Ásmita era la única persona que me amaba realmente por como era. No, no era justo que esta maldita guerra lo alejara de mí y me lo arrebatase. Él había sido mi pilar, mi sostén en tiempos difíciles; el que me ayudó a conseguir la estabilidad emocional que necesitaba, quien me devolvió las ganas de vivir y de continuar con mi profesión. El único hombre del que me había enamorado en toda mi vida, y al que amaba de una manera que no podía explicar con palabras... ¿Cómo podría seguir adelante si él no estaba conmigo? Sin él volvería a sumergirme en días tristes, monótonos y oscuros, como si la noche fuera perpetua, tal como había estado pasando mi existencia los últimos años de mi vida.
Esto es una pesadilla...tal vez continuaba en mi tiempo, con alguna contusión cerebral o algo por el estilo y ni siquiera estoy aquí... Pero este dolor, esta angustia de saber que pronto voy a perderlo, es real...
Entre llantos, mi cerebro trataba de procesar todo lo que había vivido, y el preludio de lo que se avecinaba, pensando en cómo iba a continuar sin su presencia en mi vida. Todo lo que podía hacer era Maldita Guerra.

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Me desperté muy temprano, casi al alba; había decidido que si hoy era nuestro último día, haría lo posible para pasar los últimos momentos con él y despedirme.
Después de un rápido baño, tomé mis elementos de trabajo para comenzar la atención de los pacientes; trataría de mantener la mente ocupada y cumpliría con mis obligaciones como lo hacía normalmente, sin que mi vida personal interfiriera. Me dolían los ojos, y podía sentir que tenía los párpados inflamados debido a que había pasado la mayor parte de la noche llorando. No quería recordar la razón de aquello, puesto que sino seguiría derramando lágrimas. Salí de la casa del Anciano Sanador y me dirigí al pequeño e improvisado hospital de campaña a revisar las heridas de los pacientes; por suerte la mayoría de ellos estaban recuperándose, con sus heridas en buena evolución, y quizás en unos días estarían en condiciones de regresar a sus hogares. O mejor dicho, a lo que quedó de ellos después de la destrucción de Rodorio; muchos lo habían perdido todo: sus casas, sus puestos de trabajo, sus familias... Los espectros habían dejado dolor y desolación a su paso, y ahora un pueblo entero debía comenzar desde cero a reconstruirse. Todos los aldeanos que se encontraban en buenas condiciones de salud estaban colaborando para reconstruir el pueblo en tiempo récord, y también el Santuario aportaba personal para ayudarlos. Agasha también se encontraba enfrascada en esa tarea y en recuperar así su negocio de venta de flores; los últimos días la había notado un poco más animada, tal vez había empezado a aceptar la pérdida de su padre y de Albafica.
Entre paciente y paciente, curaciones de heridas, y controles de salud, la mañana pasó rápidamente, tanto que no me dí cuenta. Era cerca del mediodía cuando recibí un mensaje del Patriarca de parte de uno de sus guardias: Sage quería verme para conversar conmigo y también solicitaba mis servicios como médica. Así que me dirigí hacia el templo del Patriarca; al llegar allí me recibió amablemente y me invitó a pasar. Se lo veía más demacrado a comparación de las últimas semanas, con círculos negros que se dibujaban bajo sus ojos; la preocupación por la Guerra Santa y el destino del mundo si no derrotaban al ejército de Hades estaba haciendo mella en él.

_Natalie voy a necesitar de tus habilidades médicas; he estado sometido a mucha tensión últimamente,y eso me ha causado una intensa migraña al igual que un malestar estomacal que no logra aliviarse... ¿puedes ayudarme, doctora?_ ,  preguntó con serenidad.

Me dispuse a examinarlo rápidamente, y después de un interrogatorio básico, le prescribí una infusión para su malestar digestivo y un tónico analgésico para su migraña, los cuales prepararía y se los alcanzaría más tarde.

_¡Muchas gracias, joven doctora! Confío en que esos medicamentos traerán alivio a mi malestar. Pero veo en tu mirada que hay algo que ha entristecido tu alma... Asumo que tu estado de ánimo es por Ásmita, ¿verdad? Ya sabes que debe partir hacia Jamir mañana..._, dijo con un tono más suave las últimas palabras.

No pude soportar más el fingir que eso no me afectaba, y terminé derramando mis lágrimas nuevamente, esta vez frente al Patriarca. Mientras sollozaba, Sage me consoló como un padre amoroso, me cubrió con un abrazo y depositó un beso en mi frente.

_ Sé que estás sufriendo, pero lamentablemente éste es el destino de un caballero dorado... Luchar hasta el final de sus días por mantener la paz y la justicia en el mundo. Me alegra mucho que Ásmita se haya abierto a la vida y al amor contigo; tú hiciste que su existencia tomara sentido y que experimentara los sentimientos más puros._

_¿Pero cómo resignarme a perderlo, Patriarca?_, repliqué con voz quebrada.

_Tú tienes la fuerza que te ayudará a sobreponerte a esto, Ásmita lo sabe y es lo que él vió dentro de ti_, respondió Sage con ternura paternal en su voz. _Antes de que te vayas, quisiera comentarte algo, Natalie. He estado leyendo mucho durante estos meses, buscando algún indicio de lo que te trajo hasta nosotros. En mis investigaciones, he descubierto en los libros y los manuscritos, que desde tiempos antiguos han existido elementos llamados trasladores, que tienen la capacidad de transportar a quien los utilice a través del tiempo. Sin embargo, son objetos impredecibles, y al utilizarlos no se sabe con certeza hacia dónde o a qué época lo pueden transportar a uno. Todavía no he podido recabar más información, pero estoy seguro de que muy pronto sabré más, y así podré ayudarte a regresar a tu tiempo, cuando llegue el momento_.

_Está bien Patriarca, como usted diga. Más tarde volveré a traerle sus medicamentos; muchas gracias por confiar en mí_, le dije con toda la determinación de la que fui capaz.

Y salí hacia la casa del Sanador a realizar las preparaciones que debía alcanzarle a Sage. Mientras lo hacía, pensaba en lo que me había comentado acerca de esos objetos, los trasladores. En todo este tiempo, jamás se me había cruzado por la cabeza la idea de regresar a mi época, mucho menos después de haber conocido a personas tan buenas y experimentado el sentimiento de amar y ser amada. ¿Podría volver? Sólo Dios sabe cuánto tiempo habría pasado ya en el siglo XXI, tal vez ya transcurrieron años, o peor aún, décadas. ¿Cómo iba a explicar mi desaparición a las autoridades? Además seguramente ya no tendría empleo ni lugar donde vivir; lo más probable era que mis jefes ya hayan encontrado un reemplazo para mi puesto rápidamente. Volver... ¿Existía acaso esa posibilidad? ¿Por qué el Patriarca me mencionó esto ahora? ¿Por qué dijo "cuando llegue el momento"? Mi intuición me dice que hay algo más que no me ha dicho... pero, ¿por qué?...

CONTINUARÁ...

Dónde estás tú...? (COMPLETA)Where stories live. Discover now