Aquí conmigo

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Sage me había obligado a quedarme en una de las habitaciones de su templo ya desde el momento en que puse un pie allí para ir a conversar con él. A una parte de mi mente le costaba dar crédito a sus palabras. ¿Será cierto todo lo que me dijo el Patriarca?¿Será posible que el deseo que albergaba secretamente en el fondo de mi alma se hiciera realidad?
Debo admitir que cuando tomé la decisión de entregarme a Ásmita, sabía perfectamente que existía la posibilidad de que esto ocurriera, y estaba dispuesta a afrontar las consecuencias de ello.
Comencé a darle vueltas al asunto en mi cabeza: desde esa trágica noche en Jamir había vuelto a tener una recaída de mi depresión de la cual me estaba costando mucho trabajo salir, por lo que no me había estado alimentando los primeros días, y en los siguientes, comía poco y nada; prefería atiborrarme de trabajo para no tener que pensar en la pérdida de mi amado caballero. Era lógico que me sintiera cansada y con sueño. Pero éste había sido más intenso del habitual. No había sentido náuseas ni había tenido vómitos; repasé rápidamente mis ciclos, siempre habían sido regulares...excepto esta vez. De hecho, ya estaba bastante retrasada ahora que lo pensaba bien. Todo esto podría deberse a toda la tensión y el estrés al que había estado sometida, o bien a...
Era factible. Recordé lo que se enseña en la universidad: "la primera causa de amenorrea en una mujer en edad fértil con ciclos regulares y actividad sexual es el embarazo". Y fue ahí que mi cerebro tomó conciencia de lo que había descubierto luego de analizar la situación. Llevé una de mis manos temblorosas hacia mi vientre, mientras las lágrimas comenzaban a formarse en mis ojos y a deslizarse por mis mejillas, mientras una sonrisa comenzaba a formarse en mis labios.

_Ásmita... Lo que tanto quería para recordarte, tú me lo diste... Ya no estaré sola nunca más...Gracias...ojalá estuvieras aquí junto a mí para compartir este momento conmigo..._ .

Sus últimas palabras habían sido :" No estarás sola". Él lo sabía.
Dirigí mis ojos al cielo y contemplé el firmamento, buscando la estrella más brillante, imaginando que Ásmita estaría allí.

_¿ Dónde estarás ahora, amor mío...? ¿En qué estrella del firmamento te habrás convertido?_ .

*********************
Los días siguientes transcurrieron dentro de la rutina adaptada a la Guerra Santa, con heridos varios y también muertos, tanto caballeros como aldeanos de las villas cercanas; nadie se salvaba de la locura de Hades de diezmar a la humanidad de la faz de la tierra y así completar su obra, el Lienzo Perdido. Había procurado alimentarme mejor, no realizar grandes esfuerzos físicos y tratar de descansar cuanto pudiera. Como había dicho Sage, mi cuerpo comenzó a dar señales de que llevaba una vida en mi interior. Cada vez que ocurría un atentado perpetrado por los espectros de Hades, Sage no permitía que fuera hasta el lugar de los hechos, sino que me obligaba a quedarme en el Santuario y sólo atender a los heridos cuando eran traídos por los grupos de búsqueda. Todos habían empezado a notar el cambio en la actitud del Patriarca hacia mí, el mayor cuidado y la actitud protectora. Había decidido mantener el hermetismo sobre la noticia acerca del heredero de la armadura de Virgo; cuantas menos personas lo supieran, mejor. Sage solamente puso al tanto de los hechos a aquellos caballeros que eran de su más absoluta confianza, por lo que Shion y Degel estaban enterados. Me causaba mucha pena al observar a mi amigo con tristeza en su mirada al saber la verdad. Se lo veía dolido, hasta decepcionado. Podía entender que se sentía de esa manera debido a sus sentimientos hacia mí.

Después de la batalla entre Aldebarán y Kagaho de Benu, el caballero de Tauro quedó con heridas bastantes considerables, así como con secuelas, como la ceguera de uno de sus ojos. Todavía no se había recuperado bien de aquel duro enfrentamiento, y de nuevo tuvo que hacer frente a los sirvientes de Hades; esta vez fueron dos espectros los que lo atacaron, Cube de Dullahan y Wimber de Murciélago.
Aldebarán dió todo de sí para defender al Santuario y a sus habitantes, en especial a sus jóvenes discípulos que allí se encontraban, pues habían acudido a su encuentro para poder brindarle su ayuda en la batalla, a lo cual Tauro se negó rotundamente. Protegió también de esta manera a Tenma de Pegaso, el verdadero objetivo del ataque de los espectros, al ser él el único que podría llegar a lastimar el cuerpo del Señor del Inframundo.
Una vez más, Aldebarán le plantó cara a la muerte, pero no pudo salir victorioso en esta oportunidad. Su cuerpo malherido no pudo soportar los ataques de dos espectros al mismo tiempo; las heridas de la batalla anterior se le habían vuelto a abrir, por lo que tuvo una gran perdida de sangre que finalmente lo debilitó y terminó con su vida. El toro dorado finalmente había cerrado los ojos.
Cuando llegamos al sitio donde había tenido lugar el enfrentamiento, Aldebarán yacía en el piso, sin signos vitales; ya no había más nada que se pudiera hacer. Fue un golpe duro para el Santuario, un hombre tan fuerte...otro caballero dorado que caía en batalla. Sus discípulos estaban devastados sin su maestro, y también Tenma, ya que comenzó a sentirse culpable por su muerte, y abandonó el Santuario por sus propios medios, dispuesto a encontrar el castillo de Hades y a enfrentarlo solo, para evitar que continuaran las muertes.
Lo acontecido con Aldebarán hizo que se volviera a abrir en mí la herida de la muerte de Ásmita, que era tan reciente aún... Tenía los sentimientos a flor de piel. Supongo que debían ser exacerbados por los cambios hormonales propios de mi estado. Agasha no tenía conocimiento de la situación, a pesar de ser mi mejor amiga; preferí esperar un tiempo prudente para revelarle que sería madre.
Cierto día en el que el calor se había hecho agobiante incluso a la sombra, estando solas en mi habitación en el templo del Patriarca, al levantarme de una silla para traer una bandeja con refrescos, me sentí mareada a tal punto que casi pierdo el equilibrio. Agasha rápidamente corrió hacia mí para ayudarme y evitar que me golpeara; luego, mirándome a los ojos me dijo:

_ Amiga, he estado observándote este último tiempo, y he notado...ciertos cambios en ti...cambios de humor, en el apetito, ahora los mareos; incluso puedo darme cuenta de que tu cuerpo ha empezado a cambiar...¿Por qué no me lo habías dicho? No necesito preguntarte quién es el padre, porque es obvio que tu hijo es de Ásmita. Estoy muy feliz por ti... Pero me duele que no hayas confiado en mí _, susurró con un deje de tristeza en su voz.

_Perdóname Agasha, no fue mi intención lastimarte; todo esto ha sido muy difícil y doloroso para mí...tener que afrontar esta situación sola, sin él a mí lado, sabiendo que ya no volveré a verlo, ni a tocarlo, ni a tenerlo junto a mí...saber que no estará aquí cuando su hijo nazca para mecerlo entre sus brazos...todo eso desgarra mi corazón. Cuando lo supe, me asusté un poco al darme cuenta de todo esto, incluso estaba incrédula, y quería esperar un poco más de tiempo hasta estar completamente segura antes de decir algo. Siento mucho que te haya afectado mi silencio amiga, ojalá puedas perdonarme..._, le dije acongojada.

Agasha puso sus manos sobre las mías y luego me abrazó con fuerza, transmitiéndome todo el afecto y la comprensión que necesitaba en estos momentos.

_No estarás sola, siempre estaré contigo, Natalie_ .

CONTINUARÁ...

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Dónde estás tú...? (COMPLETA)Where stories live. Discover now