Amor real

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Esto es increíble. ¿Acaso estoy soñando? Jamás me imaginé que se pudiera hacer realidad el deseo que guardaba en el lugar más recóndito de mi corazón. Cada fibra de mi ser se rendía a los besos de Ásmita... Él ha sido el único hombre que me ha besado en toda mi vida. Perdí la noción del tiempo en sus labios, en su abrazo fuerte; estaba extasiada con aquella boca desde la primera vez que lo ví, y que desde ese entonces torturaba mis noches y los instantes de descanso de mis días. Cuando nos separamos, agitados ante la moderada falta de aire producto de aquel beso que tanto había anhelado, volvió a hablar nuevamente y una pregunta salió de su boca:

_Supongo que esto es un sí a mi declaración,  ¿verdad?_, sonrió divertido mientras apoyaba su frente sobre la mía.

_Mi corazón es tuyo, Ásmita...supongo que eso ya lo sabes_, respondí al mismo tiempo que intentaba recuperar el aliento luego de ese beso que me dejaba con ansias de más.

Sus labios se curvaron en una sonrisa y otra vez volvieron a probar los míos con adoración.
Podría acostumbrarme a esto.

****
En el centro de Rodorio, los sirvientes del Dios del Inframundo continúan destruyendo todo a su paso, comandados por Minos de Grifo, el cual tiene pensado no solamente acabar con este pueblo, sino también con todas las villas de los alrededores, con el objeto de sumar más almas para aumentar el volumen de las filas de Hades, y ayudar a éste en la creación de su Lienzo Perdido, que amenazaba con aniquilar toda forma de vida en la Tierra y cubrir de oscuridad al planeta.
Agasha encontró a su padre, luego de buscar entre los escombros, debajo de los restos destruídos de un viejo edificio; trató de sacarlo de allí con todas sus fuerzas sin éxito. Pidió ayuda a la gente que, horrorizada ante el ataque, huía para refugiarse de lo que parecía ser la destrucción total de su amado pueblo. Resignada, permaneció en cuclillas junto a su progenitor, con las lágrimas cayendo de sus ojos sin control, escuchando las últimas palabras que éste le dedicaba, diciéndole que saliera de Rodorio y que corriera a pedir ayuda en el Santuario, a lo cual ella se negó terminantemente: no se iría de allí sin él.
Al exhalar su padre, Agasha no pudo permanecer con él más tiempo, porque un trozo enorme de escombro se desprendió de los restos de un edificio y cayó sobre el sitio en el que se encontraban, salvándose de milagro de morir aplastada bajo un montón de roca, y perdiendo la posibilidad de recuperar el cuerpo de su padre. Sola, comenzó a correr para salir del pueblo, pero el juez del Infierno se apareció frente a ella; al notar que llevaba en su vestido la rosa que le había regalado el caballero Albafica, se ensañó con ella, y ya iba a eliminarla, hasta que, en el momento justo, llegaron los caballeros de Aries y de Piscis para impedir el final de la joven.
En un acto cargado de heroísmo, Albafica, que ya había hecho frente a los espectros y también a Minos cuando trataron de pasar por la primera casa zodiacal en su camino dirigido a asesinar a la diosa Athena, continuó luchando hasta su último aliento para proteger a los más débiles, a los inocentes, para defender la justicia y la paz de este mundo. Consiguió con su objetivo, aunque aquello le costó la vida. Agasha se sintió morir en el momento en el que vio a Albafica expirar; se habían ido los dos hombres más importantes para ella: su padre y el amor de su vida...

Shion de Aries ingresó al Santuario a paso lento, cargando el cuerpo sin vida de su amigo y acompañado por la joven al que éste había amado en silencio en la soledad del templo de Piscis; caminó hasta llegar a la casa del Anciano Sanador y depositó el cuerpo de Albafica sobre una de las improvisadas camillas. Allí lo recibieron Pefko y el anciano, mientras yo traía una cesta llena de vendas limpias; al ver la escena, corrí lo más rápido que pude hasta ellos, y cuando me acerqué al cuerpo del caballero, los presentes me gritaron al unísono que no me acercara puesto que ya no había nada que hacer y que lo único que lograría sería envenenarme con su sangre. En ese momento me sentí impotente. No poder hacer nada para salvar una vida es lo más triste y frustrante que hay. Y me sentía peor al tratarse de la vida de una persona buena y dedicada a salvar y ayudar a otros, y como si fuera poco, era el enamorado de mi mejor amiga. Mi corazón se estrujó de sólo pensar en cómo debía de estar sintiéndose Agasha. Tan emocionada e ilusionada que estaba con ese amor que sentía por el caballero de Piscis, y al cual él correspondía, a pesar de saber que jamás iban a poder tocarse debido al veneno de su sangre...
Salí de la casa del Anciano Sanador y me encontré a mi amiga afuera, ahogada en llanto y consumida por el dolor de tanta pérdida; la abracé con todas mis fuerzas para hacerle saber que no estaba sola en el mundo. Yo estaría allí para ella.

*************
Después de que la tragedia golpeara las vidas de los habitantes de Rodorio y del Santuario, de a poco éstos trataban de reconstruir lo poco que les quedaba. Todos estaban trabajando a destajo y a contrarreloj para frenar el avance del Lienzo Perdido que se extendía por el cielo y así acabar con la amenaza del ejército de Hades cuyo plan era borrar a la humanidad de la faz de la Tierra.
Mis días se repartían entre la atención de los heridos del improvisado hospital de campaña que se había instalado en el Santuario, y la meditación con Ásmita; bueno, más bien el intento de meditación...puesto que desde que él se me había declarado, las sesiones de meditación siempre eran interrumpidas por las innumerables muestras de cariño y amor de Ásmita. Él parecía tener una necesidad incansable de demostrarme su afecto, así como de buscar el mío. Pasábamos horas entre besos y abrazos, saboreando el interior de nuestras bocas, disfrutando de la compañía mutua en la apacible paz del templo de Virgo. A él le gustaba acariciar la piel de mis hombros, y dejar su cabeza reposar en el hueco de mi cuello luego de una maratónica sesión de besos que comenzaban suaves y, con el correr de los minutos, iban aumentando su cadencia hasta transformarse en besos cargados de pasión intensa. Adoraba el aroma a sándalo mezclado con lavanda que él poseía en su piel, y sus cabellos sedosos cual hilos de oro que me hacían cosquillas en el cuello y sabían  hacerme suspirar.

_ Me gustaría pasar el resto de mi vida a tu lado, para darte toda la felicidad que te mereces y borrar todas las lágrimas que has derramado en el pasado;  hacerte feliz cada uno de tus días, pero sabes que como caballeros de Athena, nuestras vidas están atadas a la batalla y a la voluntad de los dioses, y no podemos construir un futuro como el resto de los hombre normales debido a nuestra misión... Natalie, se acerca para mí el momento de entrar en esta Guerra Santa; no sé qué es lo que pueda ocurrir, pero de lo único que estoy seguro es que quiero pasar cada momento, cada minuto y cada segundo que tenga a tu lado hasta que llegue la hora de partir hacia la batalla..._ .

Instantáneamente al escuchar sus palabras, mis ojos se llenaron de lágrimas y me lancé a sus brazos. No me había dado cuenta de que ese día tan temido se estaba acercando a nosotros.

CONTINUARÁ...

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Dónde estás tú...? (COMPLETA)Where stories live. Discover now