Peligro

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No había vuelto a hablar con Degel después de lo que pasó. Ahora el que se ocupaba de mi seguridad personal era Shion;  debido a eso, nos habíamos hecho bastante cercanos en los últimos días, al punto que podría decirse que ya lo consideraba un amigo. Realmente era un joven muy amable y considerado, siempre atento y preocupado porque me encontrara bien.

 _¿Cómo te encuentras Natalie? Estás preocupada por Degel, ¿no es así? Él es fuerte, lo superará. En el fondo sabía que no tenía posibilidades de que lo aceptaras, pero es joven y un tanto impulsivo a veces; fue un arrebato de su parte hacer lo que hizo, pero tenía que intentarlo, darse una última oportunidad a lo que su corazón está guardando desde hace tanto tiempo... está arrepentido por haberse tomado el atrevimiento de... bueno, tú sabes _, exclamó tranquilamente. 

Por un instante me sorprendieron sus palabras, pero recordé que Shion también tenía la capacidad de leer el pensamiento. 

_Sufro por él... Degel merece una mujer que pueda corresponder a sus afectos y que le pueda entregar por completo su corazón...Yo no puedo hacer eso, ¿comprendes verdad?_ .

 El caballero de Aries asintió levemente con un movimiento de su cabeza; luego habló:

 _Vamos, te acompaño hasta la casa del Anciano Sanador _.

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Sage había enviado a su discípulo, Manigoldo de Cáncer, a buscar y traer de regreso al Santuario a Tenma, que había partido decidido a encontrar el castillo de Hades y a enfrentarlo solo, con la esperanza de que cesaran los ataques de los espectros y las muertes de los caballeros; la culpa lo perseguía día con día. Luego de una ardua batalla en el Bosque de la Muerte, Manigoldo venció a Verónica de Cadáver y salvó a Tenma y a sus compañeros, Yato de Unicornio y Yuzuriha de Grulla, de perecer a manos de las habilidades de manipular el ambiente del bosque de la espectro. Después de tal acción, el discípulo de Sage se enfrascó en una lucha contra el dios de la Muerte, Thanatos, reclamándole su forma de tratar con desprecio a los humanos, como si fueran basura sin importancia; sin duda todos los amargos recuerdos que el joven había vivido durante su infancia habían calado muy profundo en él, y lo llevaron a tomar las acciones que se desarrollaron luego, y que lamentablemente, terminaron tanto con su vida, como la de su maestro.
El Patriarca había salido del Santuario a hurtadilllas; no quería que nadie supiera lo que estaba a punto de hacer. Había trazado muy bien su plan. No podía seguir permitiendo que unos jóvenes arriesgaran su vida en una batalla interminable y que continuaran perdiendo sus vidas, mientras él se encontraba observando todo desde afuera, como un simple observador sin participar en la confrontación. Si él podía hacer algo para ayudar a que la balanza se inclinara hacia el lado de Athena y de sus caballeros, y así darles algo de ventaja en esta lucha, lo haría. No se quedaría con los brazos cruzados.
En una batalla épica, Sage logró engañar a Thanatos y así sellar su alma con la ayuda de la armadura de su hermano, Hakurei de Altar, la cual quedó apresada en un cofre sellado con palabras sagradas de la diosa Athena. Al fin, después de más de doscientos años, había logrado su cometido. Había conseguido aquello que le había dado sentido a su existencia desde que había sobrevivido a la anterior Guerra Santa; por fin pudo cobrarse la revancha por las vidas de sus compañeros de armas y amigos, que habían sido segadas de la faz de la Tierra por el capricho de los dioses gemelos, en particular, por el dios de la muerte. Eso había sido lo que lo había mantenido vivo. Su cuerpo, plagado de heridas mortales, finalmente podría descansar en paz, al igual que su alma y las de sus compañeros.

Shion volvió a ver a Manigoldo en el Santuario, y recibió de éste, el casco que le había pertenecido a Sage. El canceriano se lo entregó con la consigna de que el joven ariano se lo entregara a su propio mentor, para que éste pudiera continuar con el trabajo que había comenzado Sage. Shion se quedó petrificado, con sus ojos abiertos de par en par, estupefacto ante lo que había visto, escuchado y recibido por parte del guardián de la cuarta casa zodiacal, cuyo espíritu finalmente desapareció luego de haber entregado el casco de Sage. Así lo encontró Natalie cuando ingresó en el salón de reuniones del templo Papal; al notar la expresión de su rostro y ver lo que Aries cargaba en sus manos, la joven preguntó qué había ocurrido, a lo cual el guardián de la primera casa zodiacal no pudo contestar, debido al shock de la noticia. 

Dónde estás tú...? (COMPLETA)Where stories live. Discover now