Santuario

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Nos dispusimos a caminar rumbo al lugar donde me brindarían ayuda o me darían alguna clase de respuesta a todos los interrogantes que invadieron mi mente desde que estoy aquí. Pasamos por paisajes variados, entre ellos un camino bordeado por verdes olivares que abundan tanto en la región, un pequeño bosque con árboles que daban dulces frutos y, a lo lejos, se observaba el infinito sendero de rosas rojas cuya fragancia llegaba hasta nosotros traída por una suave brisa veraniega. Realmente la vista que ofrecía aquella tierra que apenas estaba comenzando a conocer era maravillosa, tan distinta a mi país y a la ciudad en la cual transcurrían mis días. 

_Las rosas del sendero son muy hermosas, ¡me encantan!_, exclamé con entusiasmo, al mismo tiempo que contemplaba con fascinación el rojo aterciopelado de los pétalos de las que eran mis flores favoritas. 

_ Ése es el camino de rosas demoníacas reales que cubren los alrededores del Santuario y las villas cercanas a modo de protección; son cultivadas por el caballero dorado Albafica de Piscis. Son muy bellas pero también son un arma letal_, respondió Ásmita con seriedad. 

Su respuesta me sorprendió, puesto que no entendía de qué manera unas flores tan hermosas podían llegar a ser peligrosas al punto de quitar una vida, más no me animé a continuar preguntando para satisfacer mi curiosidad; no quería dar la impresión de ser una entrometida en la vida y costumbres de aquel lugar. 

Durante un rato largo estuvimos caminando en silencio, el cual no se sentía incómodo para nada; era como si fuera algo natural entre los dos. Es más, me sentía muy bien, y la sensación de seguridad que me brindaba estar a su lado me invadió por completo; finalmente él habló y rompió el silencio reinante: 

_Te dará curiosidad saber por qué llevo mis ojos cerrados_, comenzó a decir. _Como te comenté al presentarnos, al convertirnos en caballeros de Athena tenemos votos de lealtad hacia nuestra diosa, entre los cuales se encuentra el deber de proteger a la humanidad del mal; para eso contamos con habilidades especiales a las cuales llamamos cosmos. Al permanecer con mis ojos cerrados, puedo acumular mi cosmos y de esa manera incrementarlo al máximo para ayudar a aquel que lo necesite, y defender al Santuario y a nuestra diosa de las fuerzas del mal. Por otro lado, como seguramente ya te habrás dado cuenta...carezco del sentido de la vista desde que vine a este mundo..._. 

Mi corazón se estremeció al escuchar sus palabras; en el fondo de mi ser ya me había dado cuenta de la discapacidad de Ásmita, pero no me atrevía a preguntárselo de manera directa. Me asombra su poder de deducción, es extraordinario. ¿Cómo supo que ya me había percatado de su ceguera, si aún no sabe de mis habilidades medicas?

_Es usted admirable, aún con esa limitación ha conseguido convertirse en caballero dorado y hacer lo posible para ayudar a los demás_, dije mientras me esforzaba por controlar el sonrojo que comenzaba a surgir en mis mejillas, tras lo cual bajé la mirada inconscientemente y traté de esconder mi enrojecido rostro, lo cual en este caso, no tenía sentido debido a mi interlocutor.

_Yo no considero a mi ceguera como una limitación, sino como algo que me permite utilizar al máximo mis otros sentidos_, replicó el joven con seriedad y calma en su masculina voz.

Espero que mi inocente comentario no lo haya molestado.

Luego de ese breve intercambio de palabras, seguimos caminando a paso lento, mientras él me relataba la historia del Santuario, la diosa Atena y los caballeros dorados y profundizaba acerca de la misión que tenían éstos y las habilidades que poseían gracias al uso del cosmos; me pregunto si él siente la misma seguridad que yo al estar en su compañía como para hablar conmigo de estas cuestiones, las cuales no son comunes de comentar ante un extraño. Mientras el caballero de Virgo hablaba, yo lo contemplaba maravillada y asombrada, pensando en cómo es posible que existan tantas cosas mágicas y de las que se  desconocía totalmente en mi tiempo.

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Finalmente ya era bien entrada la tarde cuando llegamos al Santuario; aquel era un sitio majestuoso e imponente, con tantos edificios de estilo griego y decoraciones basadas en las distintas constelaciones en cada uno de los templos, una gran plaza con variedad de flores de diferentes colores y aromas fragantes, y al fondo y arriba, junto a una gran estatua de la diosa a la cual habían jurado lealtad los caballeros, se veía el lugar que estaba dedicado a la misma, la llamada Villa de Athena. La vista que se extendía ante mí era increíble; giré sobre mí misma boquiabierta admirando aquellas antiguas edificaciones, pues jamás había visto algo así. Desde pequeña, cuando tuve acceso a la lectura de libros acerca de mitología griega, siempre había sido mi sueño viajar y conocer Grecia, y esperaba algún día poder llevar a cabo ese anhelo de mi infancia.
Así de abstraída en mis pensamientos estaba, cuando me di cuenta de que un muchacho de cabellos verdosos estaba viendo nuestra llegada al lugar; el joven se aproximó a nosotros y nos saludó amablemente mientras se presentaba como el caballero dorado de Aries, Shion. Según lo que Ásmita me explicó, Shion poseía la capacidad de teletransportación de materia, por lo cual utilizó su habilidad para llevarnos directo a la cámara del Patriarca, y así evitar el largo camino de pasar por las 12 casas del zodíaco.
¿Teletransportación? Ni en mis sueños me hubiera imaginado jamás que eso podría llegar a ser posible. ¡Cuántas veces había deseado poseer aquella habilidad para llegar a tiempo a todas mis actividades!, y ahora estaba comprobando que era una realidad.



CONTINUARÁ...

Dónde estás tú...? (COMPLETA)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon