XVI.

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Absolutamente nadie es feliz con el sonido del despertador a las siete de la mañana en lunes, y mucho menos porque a primera hora tenía clase de historia, la peor materia en todo el universo.

Me levante de mi cama con un pésimo ánimo y me metí a la regadera para sentirme despierta, cuando termine busque ropa con la que me sintiera a gusto y calientita, pues la temperatura en Elkhart había empezado a descender.

—Toc toc— dijo mi mamá del otro lado de la puerta —anoche llegaste muy tarde, ¿todo bien?

—Si, un amigo de Leah nos trajo

—Ah claro— mire a mi mamá confundida pero ella siguió hablando —vino Thomas a preguntar si estabas aquí

Thomas. No sabía exactamente que era lo que sentía hacia él, porque aunque una parte de mi sentía que Thomas era el responsable de lo de Holly, yo no podía dejar de pensar en el.

—¿Y luego?— pregunte sin ánimo

—Pensé que ya no se hablaban

—Así es madre, ya no hablamos, mejor dime si me llevarás a la escuela— mi madre asintió con la cabeza y eso me provoco una especie de alivio, así no vería a Thomas rumbo a la escuela.

Gracias a que Elkhart no es una ciudad llena de gente no tarde mucho en llegar a la escuela, pero no quería ver a Thomas, así que camine al baño y me encerré en uno de ellos esperando a que el tiempo pasara, y el tiempo pasó, sin percatarme ahora iba al salón de clases con quince minutos de retraso.

Antes de entrar me asomé por el vidrio de la puerta, y efectivamente, era tan tarde que todos se encontraban en su lugar; toque la puerta y la maestra me concedió la entrada.

—Hasta que llega señorita— miro su reloj y procedió a darme un sermón —quince minutos de retraso, si desea ser alguien de éxito debe de comenzar a ser puntual, ahora siéntese con su compañero de trabajo

Sin exclamar nada camine de mala gana a la mesa donde me tenía que sentar con Thomas.

—Te marque todo el fin de semana Liv y no contestaste ni una sola de mis llamadas— preguntó con un tono de voz cálida

—Yo no tengo que darte razones de nada, ahora concéntrate por lo que más quieras y déjame en paz— exclamé molesta

La maestra prosiguió explicando el tema para el trabajo, pero por más que trataba de concentrarme me era imposible.

—¿Dónde estuviste Olivia?— preguntó Thomas apretando mi muñeca para que le respondiera

—Profesora— como pude me zafé del agarre de Thomas y me levante de mi asiento sin importarme la clase —le pido que me cambie de pareja, no puedo trabajar con Thomas

—Olivia regresa a tu lugar, me parece que ya te había dicho que no te cambiaría de pareja

—Olivia por favor tranquila— suplico Thomas

—No me pidas que me tranquilicé— grite perdiendo el control —y usted— señale a la profesora de historia —usted y su absurdo trabajo se pueden ir por el caño

Salí del salón no sin antes azotar la puerta, no podía con esto, ni siquiera podía ver a Thomas a los ojos sin imaginarme que probablemente fueron los últimos que mi hermana vio.

¿Sería capaz de seguirlo amando? ¿O de volver a tomar sus manos?

—¿Qué diablos fue lo que te pasó allá adentro?— sin darme cuenta Leah me siguió hasta el final del pasillo

—No puedo— la abrace sin poder contener las lágrimas —pensé que al verlo lo odiaría, pero no puedo

—Déjame con ella— la voz de Thomas nos tomo a ambas por sorpresa, pero Leah no cedió y yo me aferré cada vez más a ella con un fuerte abrazo —¡qué te largues Leah!— su grito nos hizo dar un pequeño grito —soy su novio y tengo ese derecho, ¡vete!

Caóticos [Peligrosa obsesión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora