Capítulo 5

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Richard no paraba de mirar a David, desde que lo había visto en el despacho de abogados no había podido para de hacerlo.

No solo era por lo realmente atractivo que era el chico, que lo era. Sino por el tremendo parecido que se daba con su amigo, quizás para alguien que no hubiera conocido a Samuel de joven no sería tan evidente. Pero era como un puñetero dejà vu de su amigo en aquel internado cuando lo veía moverse por aquel lugar, danzando de un modo demasiado sensual.

Sí, no era como Samuel, él jamás se había contoneado. Pero esa mini copia era hermosa, por primera vez se sintió inapropiado. Richard nunca había reprimido ninguno de sus gustos, pero aquel deseo le pareció incestuoso incluso para él.

Ambos habían ido al bar situado bajo el despacho de abogados, no es que le importara escuchar a alguien follar, no sería la primera vez. Pero quería conocer más de ese chico.

David.

Era huérfano y al parecer era algo con lo que no se encontraba a gusto.

Richard era el director de Recursos Humanos de SHC, la empresa de la que era dueño Samuel y si en algo era bueno Richard era en calar a las personas rápidamente.

Ese niño frente a él a pesar de lo relajado de sus gestos era alguien que sufría, quería averiguar más sobre él. Cuando habían investigado a Ethan no había parado a ver mucho más que datos sobre su entorno.

—¿Desde cuándo conoces a Ethan?—le preguntó mientras bebía de su copa.

—Desde niños—contestó este en una clara invitación a dejar de hablar de Ethan y enfocarse en él. Sus gestos eran realmente seductores, un bocado delicioso para su exigente paladar.

—¿Podrías ser más preciso?—le pidió Richard, su modulación de voz solía ser suave pero firme. Quería respuestas de él, cuantas más, mejor.

—Podría, pero no quiero—dijo este con una amplia sonrisa. Ese niño era un jugador, pero Richard también.

Se estaba planteando muy seriamente dejar a un lado esos nuevos prejuicios que le habían brotado sobre no follarse a la mini copia de Samuel. Se lo estaba poniendo complicado.

—Quizás si eres bueno, yo podría darte algo que quisieras—le dijo Richard echándose hacia delante invadiendo parte del espacio personal de David.

El chico no se movió, no podría haberlo hecho. Richard no dejó de mirarle a los ojos, y vio como sus pupilas se dilataban. Él sabía como provocar deseo, y al parecer eso era algo que quería ese muchacho. Aspiró su aroma y le resultó muy agradable. No, no le importaría darle algo que le gustara.

Lo que le sorprendió fue la mano del más joven sobre su entrepierna, acariciándosela suavemente pero con firmeza.

—Hay algo que quiero, ¿me lo darás?—le preguntó inocentemente.

Richard no era muy dado al fetiche de los daddy, él era más brutal llegado el caso, no estaba en su naturaleza ser delicado y tratar a esos chicos de un modo dulce. Pero reconocía que este niño era demasiado atrayente como para no jugar con él.

—David—escucharon ambos a su espalda, y no tardó mucho en soltar su incipiente erección. Richard se volvió hacia quien lo reclamaba dispuesto a echarlo, pero se encontró con el juguete de Samuel. Mejor lo dejaba estar.

Ethan lo miraba de un modo desaprobador, ese chico era un hipócrita, Santo Cielo, como si no hubiera escuchado los gemidos en el despecho de abogados, pero ver como David se levantaba y lo seguía le dejo claro que tenía pleno control sobre él.

Sugardaddy: Londres (I)Where stories live. Discover now